El aceite de olviva en sus distintas versiones es un pilar fundamental en las cocinas y también para la economía de quienes trabajan el olivar. La sequía a la que el año pasado se enfrentó la Península y que aún afecta a algunas zonas supuso una amenaza a la producción del preciado líquido. Tras más de un año de crisis la situación parece volver a encauzarse.
48% más de aceite. Las estimaciones preliminares del Ministerio de Agricultura indican un previsible aumento de la producción de aceite de oliva en la campaña 2024-2025. La producción estatal superará (si las estimaciones son correctas) la cifra de 1,26 millones de toneladas. Esto representa un aumento del 48% con respecto a la campaña anterior.
La sequía causó un año anómalo por lo que este incremento podría considerarse, al menos en cierto modo, un simple regreso a la media. En parte solo, ya que las cifras del Ministerio también adelantan una producción un 4% por encima del promedio de las siete últimas cosechas.
Los datos son preliminares y, explica el Ministerio, irán actualizándose conforme avance la recolección. Una recolección que se iniciará durante el mes de noviembre.
Cuestión de meteorología. Detrás de este cambio en la tendencia están las lluvias que este año han dado tregua al campo en buena parte del país. La llegada de las lluvias en primavera no solo ayudó a recuperar los niveles de agua en los embalses: también ha asegurado el acceso al riego a muchos cultivos.
Escasas reservas. Aún quedan varios meses desde que la recolección de las primeras aceitunas hasta la llegada del aceite a los supermercados. Entretanto aún quedan cerca de 186.000 toneladas de aceite de oliva de la temporada pasada. Esta cifra es escasa si la comparamos con las reservas de temporadas anteriores, que en promedio solían rondar las 400.000 toneladas.
Optimismo con límites. Los números invitan al optimismo, pero los beneficios tardarán en llegar a los consumidores y quizás no sean tan notorios como lo fueron los incrementos en el precio del aceite en su momento. Hay varios motivos para esto.
El primero es que la cosecha aún no se ha iniciado. Quedan unas pocas semanas para que comiencen a recolectarse los frutos, pero meses hasta que el producto final pueda llegar a nuestras cocinas y por ahora dependemos de los remanentes del año pasado.
Los incentivos de los intermediarios a bajar el precio no están tan claros, dependerá en buena parte de cómo evolucione la demanda. Además hay que tener en cuenta la inflación de los últimos meses, que ha aumentado los costes, tanto en la producción como en el transporte de los bienes.
Cambiando las costumbres. Como señalábamos antes, la evolución final de los precios dependerá también de la demanda. El incremento en los precios visto en los últimos meses ha repercutido en nuestros hábitos a la hora de elegir entre los aceites disponibles
Imagen | Janine Joles / neufal54
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