No todo es un camino de rosas en la transición hacia los coches sin emisiones. Medidas como la prohibición de la venta de coches de combustión en 2035 dentro de la Unión Europea va a poner a prueba las redes eléctricas, que de repente van a cargar con la demanda energética que hasta ahora cubrían los combustibles fósiles.
En el Reino Unido la transición será aún más rápida: el país quiere dejar de vender coches de combustión en 2030 (y los híbridos en 2035). Son "sólo" ocho años y medio para que los fabricantes se pongan las pilas, nunca mejor dicho. Y el gobierno ya está advirtiendo que la recarga de todos esos coches eléctricos podría provocar apagones regulares en la red eléctrica británica.
La solución propuesta: reforzar la red y cambiar las costumbres de los ciudadanos
El aviso lo ha lanzado recientemente Huw Merriman, presidente de la Comisión de Transportes del parlamento del Reino Unido. En el informe se afirma que la capacidad de la red eléctrica no alcanzaría a cubrir la demanda de carga de millones de coches eléctricos por todo el territorio, lo que provocaría cortes del suministro en algunas zonas.
La solución a este reto pasa lógicamente por reforzar la red eléctrica, cubriendo las zonas en las que se prevé mayor demanda a largo plazo e instalando puntos de carga para que "la transición hacia los vehículos eléctricos por parte de la ciudadanía sea transparente". El informe también afirma que la alta demanda de la red eléctrica no debería repercutir en precios demasiado altos para los ciudadanos. De momento ya se ha anunciado la inversión de 1.300 millones de libras (más de 1.520 millones de euros al cambio actual).
El informe de la Comisión de Transportes también cubre medidas que los propietarios de un vehículo eléctrico pueden hacer desde hoy mismo para reducir el estrés de la red eléctrica: cargar el vehículo durante la noche, en momentos de baja demanda, y priorizar recargas pequeñas (por ejemplo del 70% al 100%) en vez de hacer una carga completa del coche siempre que sea posible. Se mencionan posibles variaciones de precio como "incentivadores" de este comportamiento, algo que en España ya tenemos con las nuevas tarifas que siguen rompiendo récords. Chocaría con la mención anterior a vigilar que esos precios no se descontrolen.
También se habla del "papel crucial" que van a tener los cargadores inteligentes: puntos de carga que aportarán más o menos voltaje a los coches dependiendo de si hay una baja o alta demanda de electricidad en la zona. La Comisión sugiere que se analicen y encuentren los puntos en los que se usa más energía y se actúa en consecuencia.
A medida que el mundo hace la transición hacia una movilidad enteramente eléctrica se irá viendo qué países van a necesitar un refuerzo en sus redes. De momento, el Reino Unido ya empieza a mover hilos para que su infraestructura no sufra demasiado estrés.
Imagen | Sigmund
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