Imaginad un rayo que fuese de Málaga a Barcelona. Es aproximadamente la distancia que recorrió el nuevo récord mundial detectado para un rayo, con una distancia de 768 kilómetros. Una barbaridad que cruzó el sur de los Estados Unidos y ya se considera como el rayo más grande jamás detectado.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha confirmado la detección de este fenómeno, que se ha convalidado hoy pero ocurrió en abril de 2020. Junto al rayo más largo también han anunciado otro récord igual de sorprendente, un relámpago de 17 segundos. Otro fenómeno impresionante teniendo en cuenta que la duración media es de apenas 0,2 segundos.
Dos fenómenos extremos que pueden llegar a ser muy peligrosos
El megarrayo cubrió una distancia equivalente entre Nueva York y Columbus o entre Londres y Hamburgo, informan. Un total de 768 kilómetros, con un margen de error de más o menos 8 kilómetros. Un evento que pasó el 29 de abril de 2020 y ahora se ha podido certificar, superando así en más de 60 kilómetros el récord anterior que pasó en 2018, en Brasil.
Junto a este, también se ha informado de otro megarrayo. En este caso el de mayor duración. Pensemos que los rayos viajan muy rápido, pero en ocasiones el relámpago puede ser visible durante más tiempo por la manera en la que se transmite la descarga eléctrica entre las nubes. Por ello, no necesariamente el más largo es el que se mantiene durante más tiempo.
Si en 2018 hablábamos de un rayo que duró hasta 7,74 segundos, el nuevo récord es considerablemente más persistente. La descarga se produjo de forma continuada durante 17 segundos, en el marco de una tormenta que se formó sobre Uruguay y Argentina el 18 de junio de 2020.
"Solo una vez cada varios años se registran estos eventos extremos. Podremos evaluar si se están volviendo más comunes", explica Graeme Marlton, físico británico, a New Scientist.
"Los rayos son un gran peligro que se cobra numerosas vidas cada año. Estos récords ponen de relieve cuestiones de importancia para la seguridad pública", explica el profesor Petteri Taalas, secretario general de la OMM. Tanto uno como otro fenómeno extremo ocurrieron en zonas especialmente sensible a las tormentas eléctricas.
Imagen | Ryan Phillips
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