Hasta la introducción de la iluminación urbana, la noche era el terreno de los marginados y los delincuentes. Primero el gas y luego la luz eléctrica conquistaron la noche para la vida diaria. Pero con la luz vinieron también la contaminación lumínica y el gasto energético.
Hoy el mundo dedica el 19% de la producción de energía a la iluminación. Una barbaridad que no podemos reducir sin aumentar los problemas de seguridad. Por ello, muchos científicos creen que ha llegado el momento de repensar cómo iluminamos nuestras calles y plazas. Glowee, por ejemplo, es una pequeña startup parisina empeñada en convertir a las bacterias luminiscentes en la luz del futuro.
De la "Ciudad de la luz" a la cuna de la bioluminiscencia
La bioluminiscencia es una reacción química natural que permite a algunos organismos vivos producir luz natural. Más del 90% de los organismos marinos son bioluminiscentes por lo que es un fenómeno bien conocido. El problema es la complejidad técnica de reproducir ese fenómeno de forma que podamos usarlo en la vida diaria.
El mecanismo de Glowee es sencillo de explicar aunque tiene una implementación muy compleja: utilizan, por un lado, a la bacteria Aliivibrio fischeri, que confiere a animales como el calamar bobtail hawaiano la capacidad de brillar. Y, por el otro, un gel rico en nutrientes que intenta reproducir el ecosistema de las bacterias. En ese gel, precisamente, está la clave del sistema. Ajustando la calidad, la densidad y el enriquecimiento nutritivo del gel, se consigue aumentar la vida útil de las bacterias e, incluso, su reproducción. Pero no es sencillo.
Hoy por hoy, el costo de producir y mantener bacterias bioluminiscentes es demasiado alto para competir en el mercado. Pero no lo será durante mucho tiempo.
Aunque las luces bioluminiscentes no son nuevas, estamos ante uno de los primeros desarrollos comerciales de esta tecnología. Con el gran reto de mejorar la autonomía y tras iluminar varias calles de París durante el pasado diciembre, Glowee, de la mano de EDF, la gran eléctrica francesa, ha lanzado al mercado unas bombillas bioluminiscentes de tres días de duración y ha anunciado nuevos modelos de bombillas de un mes de duración en 2017. A primera vista, parece una tecnología muy interesante para la iluminación de exteriores, señales de tráfico o escaparates (en Francia, por ley, los escaparates no pueden estar encendidos durante la noche para evitar la contaminación lumínica) así como proporcionar iluminación en lugares sin alimentación eléctrica como parques o bosques.
"Nuestro objetivo es cambiar la forma en que producimos y usamos la luz", dice Sandra Rey, fundadora de Glowee. No lo tienen fácil, teniendo en cuenta la eficiencia energética que se está consiguiendo tanto con tecnologías LEDs como incandescentes. Algunos especialistas, como la oceanógrafa Edith Widder, piensan que por ahora, el costo de producir y mantener bacterias bioluminiscentes en las condiciones ambientales apropiadas para su desarrollo es demasiado alto. Glowee es consciente de los retos, pero como dice Rey, "ahora que tenemos las herramientas para copiar lo mejor de la naturaleza, podemos construir a medida procesos y productos más sostenibles".
Vía | New Scientist
Imagen | Glowee
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