Tras más de trescientos despegues y cincuenta años de servicios, las míticas torres de lanzamiento "gemelas" del SCL-17 de Cabo Cañaveral han visto hoy su último amanecer. Hace unas horas, el Air Force Station Space Launch Complex 17 ha visto cómo eran demolidas en una explosión controlada, y grabada para el recuerdo.
Dos plataformas míticas
En 1957 la necesidad de una plataforma capaz de lanzar el misil balístico PGM-17 Thor, el primero estadounidense capaz de portar una cabeza nuclear y ser lanzado a miles de kilómetros, impulsó la construcción del complejo LC-17. Con el tiempo, estas dos plataformas crecieron para poder albergar los lanzamientos de los gigantescos cohetes Delta, mucho más grandes y pesados.
Así, el Launch Complex 17 (o LC-17) terminó convirtiéndose en el Air Force Station Space Launch Complex 17, o SLC-17, una instalación desde la que despegaron hasta 2011 más de 300 proyectiles, incluyendo satélites, cohetes de transporte y sondas de todo tipo (aunque ninguna nave tripulada).
Durante todo este tiempo la instalación ha pasado por varias manos: del servicio de defensa estadounidense a la NASA, y de vuelta a defensa. Las torres del SLC-17 han visto despegar a los cohetes Delta más poderosos aunque poco a poco su actividad fue deteniéndose hasta llegar a 2011. En ese año se realizó el último lanzamiento desde las torres.
El Delta II 7920H-10C despegaba con el Gravity Recovery and Interior Laboratory a bordo, un satélite de misión lunar. Desde entonces, la propuesta de desmantelar la instalación ha ido retrasándose hasta conseguir los fondos adecuados. Pero todo llega a su fin. Y el del SLC-17 comenzó con la demolición de las torres.
Los siguientes pasos serán desmantelar el resto de edificios e instalaciones. Desde que cerrara su trato en 2016 con el Departamento de Defensa, el complejo es operado por Moon Express, una compañía privada cuya vista está puesta en la conquista del espacio a través de la construcción de nuevos cohetes y exploradores robóticos, y que pretende hacer de la Luna un laboratorio permanente.
Pero lo primero es lo primero: renovar todas las instalaciones. Por el momento, Moon Explorer no ha declarado cuáles son sus planes para reutilizar las instalaciones. Lo único que sabemos con seguridad, hasta la fecha, es que las torres del SLC-17 quedarán grabadas para siempre en la memoria, como uno de los símbolos míticos de la era espacial.
Algunos de los hitos más importantes del SLC-17
En los cientos de lanzamientos vividos en el SLC-17 han habido momentos de todo tipo. Desde estas plataformas, por ejemplo, se lanzaron los primeros misiles balísticos de rango medio. Pero también las sondas de la misión Explorer o Pioneer.
La Explorer 1, lanzada en el 58, fue el primer satélite lanzado y puesto en órbita por Estados Unidos, y el tercero de la humanidad (en plena Guerra Fría), asentando los primeros hitos de la carrera espacial. La misión Pioneer fue la primera de exploración planetaria que investigó los planetas más externos de nuestro sistema solar.
Desde la SLC-17 se lanzaron todos los observatorios solares que hoy día nos permiten conocer mejor el Sol, los cometas o la meteorología de nuestro planeta. Las torres del SLC-17 vieron partir también a dos de los robots más carismáticos de nuestra historia espacial: los rovers Spirit y Opportunity.
Además de todos estos logros, el SLC-17 también fue el lugar de uno de los accidentes más espectaculares de la historia de la astronáutica. En 1997, el satélite GPS IIR-1 estaba listo para salir a órbita. Pero trece segundos tras el despegue, un fallo en el gigantesco Delta II que lo transportaba provocó la explosión sobre una de las torres.
El combustible y los restos del cohete cayeron alrededor mientras desde la base de operaciones hablaban de una anomalía. Este eufemismo no podía ocultar la enorme nube blanca y la lluvia de fuego que se vertía sobre las ahora demolidas torres de lanzamiento. Los restos destruyeron veinte coches de los miembros de las instalaciones, penetró en uno de los edificios y dañó seriamente la torre.
Este fue el comienzo del fin. Desde entonces, los lanzamientos de los cohetes Delta comenzaron a trasladarse al la base Vandenberg, también conocida como SLC-2W, comenzando así la historia de una muerte anunciada. Pero esto no es el fin, como decíamos. ¿Quién sabe qué deparará el futuro a la instalación sucesora de la torres de lanzamiento? En cualquier caso, este lugar ya ha grabado a fuego su hito en la historia de la conquista del espacio.
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