Cuando una estrella nace, a su alrededor orbita un gigantesco disco de gases y materia que acaba convergiendo por el efecto de la electrostática y la gravedad en los planetas que acaban formando el sistema estelar completo. Es en esa era de nacimientos en la que las colisiones planetarias son más probables, ya que aún pueden cambiar de órbita mientras se forman.
Una nueva observación de HD 172555, una estrella joven que aún tiene su disco de materia y gases a su alrededor, ha permitido saber algo más sobre estas colisiones: pueden determinar el modo en el que se forman los planetas, incluso en si van a incluir o no su atmósfera.
Resulta que en el disco de HD 172555 hay una cantidad inusualmente grande de monóxido de carbono a una distancia de hasta 10 UA, un gas que suele descomponerse debido a la radiación de la estrella estando tan lejos. La conclusión a la que han llegado los expertos es que ese monóxido de carbono formaba parte de la atmósfera de un planeta, pero otro planeta más pequeño chocó con él con tanta fuerza que dicha atmósfera quedó desprendida.
Para que eso haya ocurrido el planeta más pequeño debe haber colisionado a una velocidad 36.000 km/h, y no hace más de 200.000 años. Es, al parecer, la única explicación posible de todos los escenarios que se han planteado en el estudio de esa estrella.
Determinar esto hace que hayamos aprendido cosas muy importantes. En primer lugar, ahora podemos saber con cierta precisión si ha habido colisiones violentas en un sistema solar en plena formación analizando los gases del disco que rodea la estrella.
En segundo lugar, podemos considerarnos afortunados. Es muy probable que nuestra luna se haya formado debido a un impacto de un planeta del tamaño de Marte contra la Tierra, y si ese impacto hubiera sido más violento ahora mismo nuestro planeta no habría tenido la misma atmósfera que tiene ahora. Y eso podría haber impedido la formación de vida en nuestro pequeño rincón en el universo.
Imagen | NASA Imagery
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