La Estación Espacial Internacional está atravesando momentos de incertidumbre. El proyecto, uno de los más ambiciosos de la exploración espacial tiene fecha de caducidad, y con él podríamos perder una cápsula del tiempo que guardamos en su interior, la que desde 2008 preserva en órbita la información genética del ser humano. Sin embargo puede que la misión estuviera condenada desde el inicio.
El llamado disco duro de la inmortalidad (Immortality Drive) se transportó en octubre de 2008 a la ISS. Contiene una pequeña librería de información, que incluye el ADN de diversas personalidades de la ciencia, cultura y deporte como Stephen Hawking, Stephen Colbert o Lance Armstrong (recordemos que el escándalo que afectó al ciclista no estallaría hasta dos años más tarde).
Según la librería dedicada al registro de cápsulas del tiempo Not-Forgotten, el objetivo de Immortality Drive es “preservar el ADN humano en una cápsula del tiempo, en caso de que algún cataclismo global pudiera ocurrir en la Tierra. Además de información genética, el dispositivo incluye un libro “La clave secreta del universo” escrito por Hawking y su hija Lucy.
Esta librería también incluía en su librería aportes de usuarios del videojuego Tabula Rasa, y es que la llamada Operation Immortality había sido idea de Richard Garriott y su empresa NCsoft, desarrolladora del videojuego.
Pero esta “operación inmortalidad podría estar bajo varias amenazas. La primera viene de la mano de la situación actual de la ISS, que desde febrero de este año tiene fecha de caducidad, 2031. La situación geopolítica, con Rusia anunciando su abandono del proyecto para 2024, o la externalización que la NASA ha iniciado con sus actividades en órbita baja terrestre (LEO) para enfocarse en la exploración del Sistema Solar, pueden estar detrás de este futuro abandono.
Sin embargo la ISS nunca fue un gran lugar para colocar un objeto si nuestra intención es que sobreviva a la humanidad. La ISS necesita maniobrar constantemente para mantenerse en órbita. En primer lugar porque en la órbita en la que se encuentra, el efecto de la atmósfera, pese a ser minúsculo, ejerce cierta resistencia sobre ésta, lo cual implica que la ISS debe de vez en cuando “acelerar” para recuperar su órbita a unos 400 kilómetros de altitud.
Además, la estación debe realizar maniobras ocasionales para esquivar objetos que pudiera encontrarse en su trayecto. La basura espacial es cada vez más numerosa y sus impactos afectan ocasionalmente a la estación. Llegado cierto punto, sin intervención humana es altamente probable que la estación acabara recibiendo impactos que acabarían por afectar su integridad o su trayectoria.
Quizá con la caducidad de la ISS en mente, otro proyecto ha procedido a llevar ADN a una órbita más estable: la de la Luna. Este nuevo proyecto, liderado por la empresa LifeShip, hará, eso sí, un alto en la estación espacial. La información genética partió con la misión Crew-4 de SpaceX el pasado mes de abril y abarcaba un espectro relativamente amplio, con los genes de 2.000 personas y 500 especies diferentes.
Este proyecto difiere del Immortality Drive en otro aspecto sustancial: no se trata de una digitalización de la información genética sino del ADN de los participantes, conservado en ámbar sintético. El invonveniente de este mecanismo es que, pese a este ámbar, el decaimiento será inevitable con el tiempo.
La idea de llevar cápsulas del tiempo a la Luna no es nueva. En 2014 el proyecto Lunar Mission One propuso enviar una, también con información genética de la humanidad, y enterrarla en nuestro satélite. La misión fue un fracaso (no consiguió siquiera financiación para salir adelante) y el proyecto se quedó en poco más que un esbozo.
Pero quizá el fracaso más sonado fue el de The Arch Mission Foundation, no por la biblioteca en sí, sino porque la sonda que la acompañaba a nuestro satélite llevaba otra carga muy peculiar: Tardígrados. La polémica decisión de llevar seres vivos a la Luna fue recibida con quejas de buena parte de la comunidad científica pese a que se cree que estos animales (famosos por su resistencia) no pudieron sobrevivir cuando la sonda chocó contra nuestro satélite.
Pero ha mucho espacio más allá de la órbita Terrestre y la humanidad ya cuenta con planes de llevar cápsulas del tiempo hasta Marte. La idea de enviar una cápsula del tiempo al planeta rojo tiene ya una década, pero todavía no sabemos cuándo podrá verse cumplida.
La voluntad de preservación impera en la humanidad (para bien o para mal) más allá de nuestro instinto de supervivencia. Si juntamos esto a otra de nuestras obsesiones, la exploración, resulta normal esta tendencia a crear cápsulas del tiempo que vamos dejando en el Universo, categoría en la que podríamos situar otras “cajas” como los discos y placas de las Pioneer y Voyager. Pequeñas pistas que dejen intuir que “la humanidad pasó por aquí”.
Quién sabe, quizá no todo esté perdido para el disco duro de la inmortalidad, habrá que esperar a que los encargados de la “mudanza” de la ISS decidan qué hacer con el disco duro. Quizá haya un huevo para él en futuras misiones más allá de las órbitas bajas de la Tierra.
Imagen | NASA
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