Hace unos 100 años, en 1923, descubrimos que nuestra galaxia no era la única en el universo. Algunas de las galaxias más cercanas eran conocidas por los astrónomos, simplemente no habían sido identificadas como tales. Desde entonces no hemos dejado de toparnos con nuevas galaxias, algunas tan sorprendentes como nuestra nueva galaxia “gemela”.
Muy lejos, muy parecida. El Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha detectado una galaxia espiral ºda, es decir una galaxia con la misma estructura que la nuestra. Se trata de la más lejana de las galaxias que comparten su apariencia con la nuestra descubierta hasta la fecha, nuestra “gemela” más distante.
Ceers-2112. La galaxia ha recibido el nombre de Ceers-2112, en referencia al Cosmic Evolution Early Release Science Survey (CEERS), un sondeo del universo lejano llevado a cabo a través de las observaciones del JWST.
La galaxia, tal y como la observamos contiene una masa estelar diez veces menor a la de la Vía Láctea, unos 3.900 millones de veces la masa de nuestro Sol. Estoconcuerda con lo que los modelo que simulan el desarrollo y crecimiento de las galaxias estiman podría haber tenido la nuestra cuando tan solo habían pasado 2.100 millones de años desde el big bang.
Redshift 3. Hablamos de la galaxia, “tal y como la observamos” puesto que su imagen nos está llegando desde una distancia tal que han tenido que pasar 11.700 millones de años. Dado que se estima el universo tiene 13.800, estamos hablando de una galaxia tal y como era en una era en la que el universo era extremadamente joven.
También quiere decir que esta luz emitida por Ceers-2112 nos ha llegado “dilatada”. El universo se expande constantemente y con él se “estira” la frecuencia de onda de la luz que lo recorre. El fenómeno se conoce como desplazamiento al rojo o redshift. A mayor distancia recorrida, mayor tiempo y distancia ocurrida entre la emisión de la luz y su llegada al sensor del James Webb.
En el caso de Ceers-2112, la magnitud de este desplazamiento es de tres, lo que los astrónomos equiparan con los 11.700 millones de años transcurridos.
La importancia de una simple barra. Lo que los responsables del estudio ponen de relieve no es la masa sino la forma de la galaxia, concretamente la presencia de la barra. Las barras están presentes en muchas de las galaxias cercanas a la nuestra, pero no lo es en galaxias más lejanas y por tanto primitivas (desde nuestro punto de vista).
Los modelos de desarrollo galáctico nos muestran estas barras como una característica propia de las galaxias más evolucionadas y complejas. Estas estructuras también se vinculan con la aparición de estrellas como el Sol y planetas como la Tierra. Ahí radica lo sorprendente de este hallazgo.
Una máquina del tiempo a pleno rendimiento. El responsable de este descubrimiento ha sido un equipo internacional de astrónomos en el que han tomado parte investigadores del Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC. Los investigadores estaban analizando los datos compilados por el JWST cuando se toparon con esta singular galaxia. El equipo presentó recientemente los detalles de su investigación en un artículo en la revista Nature.
La observación se realizó gracias al instrumento NIRCam del telescopio, la cámara de infrarrojo cercano. El James Webb es un instrumento específicamente diseñado para la observación de objetos muy lejanos, tanto por la precisión de su telescopio como por centrarse en el espectro infrarrojo y así controlar por el desplazamiento a este color que presentan las ondas.
“Con el JWST tenemos por primera vez la tecnología y la instrumentación necesarias para estudiar en detalle la morfología de galaxias muy lejanas. Investigar cómo las galaxias adquieren la estructura que las caracteriza hoy es esencial para comprender los procesos de formación y evolución”, señalaba Cristina Cabello, del Instituto de Física de Partículas y del Cosmos de la Universidad Complutense de Madrid, en declaraciones recogidas por Sinc.
Un universo precoz. El JWST está propiciando sorpresas en lo que respecta a la morfología del universo primitivo, semejantes a esta última. Gracias a las mediciones del Webb hemos observado galaxias demasiado birllantes, o demasiado maduras, en tiempos muy remotos.
Tanto que algunas de estas observaciones ponen en jaque los modelos cosmológicos que tratan de adentrarse, desde el plano teórico, en el universo tal y como era unos cientos de millones de años después del “estallido” con el que comenzó nuestro cosmos.
En Xataka | Las imágenes más impresionantes que el telescopio espacial James Webb ha capturado desde su lanzamiento
Imagen | Concepción artística de la Vía Láctea. Nick Risinger / Telescopio JWST NASA-GSFC, Adriana M. Gutierrez (CI Lab)
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