A los seres humanos nos encantan los proyectos exorbitantes. Y no solo los imaginamos, sino que muchas veces, por difíciles e imposibles que parezcan, los hacemos realidad. Basta con retroceder algunas páginas en nuestra historia para sorprendernos con la monumentalidad de la Gran Muralla china o con el sinónimo de grandeza y poder que imprimía el Coliseo Romano. Y, si nos acercamos más a nuestros tiempos, los prodigios ingenieriles de la Torre Eiffel o del Burj Khalifa.
Pero nuestras ideas, en ocasiones, son tan ambiciosas que coquetean con el ingenio y la fantasía. Un claro ejemplo de ello es la Esfera de Dyson, que por sus cualidades podría ser considerada como la madre de todas las megaestructuras, superando todos los proyectos que hayamos construido. Estamos ante un proyecto que, pese a sus proporciones desmedidas, ha captado la atención de curiosos, científicos y hasta de guionistas de cine. Entonces, ¿qué tiene de especial esta esfera? Veamos.
La Esfera de Dyson, un caparazón para nuestro Sol
El físico teórico y matemático anglo-estadounidense Freeman Dyson propuso el concepto por primera vez en su artículo científico de 1960 denominado ‘Búsqueda de fuentes estelares artificiales de radiación infrarroja’. Como el titular lo sugiere, la teoría del académico giraba en torno a la creciente necesidad de energía. Según su razonamiento, llegaría un momento en el que una civilización tecnológicamente avanzada necesitaría mejorar drásticamente sus sistemas de recolección de energía para suplir sus necesidades y seguir evolucionando.
Soluciones como recolectar energía del aire, como proponía Nikola Tesla, o construir centrales solares en el espacio no aparecían en los planes de Dyson. Si había que pensar en grande, este científico no andaba con chiquitas y, literalmente, iba a por todas. En su artículo proponía la idea de recolectar energía directamente desde la estrella local de la civilización en cuestión, que en nuestro caso sería el Sol. ¿Pero acaso eso no lo estamos haciendo ya? La idea se situaba un paso más allá de todo lo conocido, y se trataba de rodear la estrella para recolectar más energía de la aprovechable desde la superficie del planeta.
En el caso del sistema solar, la cantidad de energía que produce nuestra estrella madre sería suficiente como para suplir mil millones de veces las necesidades energéticas actuales de la Tierra, según un artículo de Universe Today. Para aprovechar todas las bondades de nuestra estrella de cerca, como decimos, tendríamos que construir una estructura lo suficientemente grande y resistente como para rodearla, posiblemente revestida internamente de paneles solares u otra tecnología de recolección de energía, la llamada Esfera de Dyson.
Deberíamos desmontar parte de nuestro planeta para construir la Esfera de Dyson
Lo de este científico no acababa ahí. Construir una estructura de tales características alrededor de la estrella local requeriría de una inconmensurable cantidad de materiales y recursos. Partiendo desde el plano de que este civilización tuviera la tecnología necesaria para construirla, debería desmontar parte de su planeta o planetas aledaños para cumplir su misión. Por consecuencia, ya no podría vivir en él. Aquí es donde las ideas actuales de convertirnos en una especie interplanetaria y colonizar Marte cuando ya no podamos habitar en la Tierra parecen insignificantes.
Dyson lo dejaba muy claro, al menos sobre el papel, en su artículo de la década de los sesenta. “Uno debería esperar que, dentro de unos pocos miles de años de su entrada en la etapa de desarrollo industrial, cualquier especie inteligente se encuentre ocupando una biosfera artificial que rodee completamente a su estrella madre”. Precisamente, en esa biosfera artificial acabarían viviendo los miembros de esta civilización, y claro, ya no tendrían que preocuparse por la falta de energía para seguir evolucionando.
Un aspecto negativo de la Esfera de Dyson es que la luz de estrella quería parcialmente atenuada para observadores cósmicos distantes (en caso de que los hubiera). La radiación infrarroja, no obstante, no desaparecería, por lo que podría ser detectada incluso a años luz de distancia. "Si los telescopios infrarrojos detectan un objeto cálido, pero no aparece nada en las longitudes de onda visibles, podría ser una esfera de Dyson", decía Carl Sagan en 1966. Curiosamente, esta frase no ha pasado desapercibida para ciertos investigadores científicos.
Como señala la revista New Scientist, un equipo dirigido por Jason Wright, profesor de astronomía y astrofísica de la Universidad de Pensilvania, está utilizando datos del Telescopio Espacial Spitzer y del telescopio espacial WISE (por sus sigas en inglés de Wide-Field Infrared Survey Explorer) para buscar esferas de Dyson de otras civilizaciones. Los investigadores creen que pueden detectar estos objetos gracias a las mediciones del espectro infrarrojo. Confían en que si una Esfera de Dyson estuviera rodeando una estrella equivalente a nuestro Sol podrían detectarla fácilmente.
La Esfera de Dyson también ha llegado al mundo de la ciencia ficción. En uno de los episodios de 'Star Trek Next Generation', la nave USS Enterprise se encuentra con una de esta megaestructuras espaciales. Los miembros de la tripulación quedan sorprendidos ante este cofre metálico que emite radiación infrarroja, pero es visualmente opaco. El capitán Jean-Luc Picard parece ser el único que sabe qué están viendo exactamente. Para intentar explicar la funcionalidad del misterioso objeto, Picard cita a al físico Freeman Dyson y su artículo de la década de 1960.
Imágenes: Kevin Gill | ioerror
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