El Telescopio Espacial James Webb (JWST) nos ha brindado unas nuevas imágenes que no parece encajar con las que hemos visto hasta ahora. En ellas podemos entrever Titan, una de las lunas de Saturno que más interesa a los astrónomos. No le pasa nada al Webb, nos enseña un aspecto clave del satélite: sus nubes.
Una mañana de celebración. La exaltación por el descubrimiento puede apreciarse en las conversaciones entre los miembros del equipo responsable del descubrimiento el día después de que el JWST tomara las nuevas imágenes de Titan.
Por ejemplo en este email a su equipo de Sebastien Rodriguez, citado en la nota de prensa en la que la NASA ha dado cuenta de las nuevas imágenes: “¡Vaya despertar esta mañana (hora de París)! ¡Muchas alertas en mi bandeja de entrada! He ido directamente a mi ordenador y he empezado a descargar los datos. A primera vista ¡es simplemente extraordinario! ¡Creo que veo una nube!”
Heidi Hammel compartía su entusiasmo: “¡Fantástico! Me encanta ver la nube y las obvias marcas de albedo. ¡Así que tengo ganas de ver los espectros! ¡¡¡Enhorabuena a todo el equipo!!! ¡Gracias!”
¿Qué es lo que ven en estas fotos los expertos? Titan es una luna de Saturno que tiene algunas características compartidas con la Tierra. Tierras emergidas (de hielo de agua), ríos y lagos (de metano y otros hidrocarburos), y una atmósfera con nubes (también de metano).
La clave de las imágenes está, precisamente en esto último: las nubes. En la parte superior del satélite pueden verse dos nubes. Una tenue, nube A, “a las 11” y una más marcada, nube B, “a la 1”. Abajo en la imagen puede apreciarse otra estructura semejante, una especie de neblina que aún no se ha identificado apropiadamente.
Las dos imágenes, si bien están generadas a partir de los datos del mismo instrumento (NIRCam) muestran vistas diferentes gracias al uso de distintos filtros. En una podemos ver, disgregadas, las capas bajas de la atmósfera. En la otra la imagen de la luna en su conjunto, incluyendo su superficie.
Visto también desde la Tierra. Una vez identificadas y localizadas las dos nubes el equipo buscó otro telescopio para poder hacer un seguimiento de éstas. Consiguieron acceder al observatorio Keck, situado en Hawaii. Con menos definición pero ahora sabiendo dónde tenían que mirar, los investigadores volvieron a observar la luna pasados unos días.
Con estas nuevas observaciones pudieron comprobar que las estructuras observadas se movían, como cabría esperar de una nube en la atmósfera. “Nos preocupaba que las nubes se hubieran ido cuando miramos a Titan dos días después con Keck, pero para nuestro regocijo había nubes en las mismas posiciones, que parecían haber cambiado de forma”.
15 horas. El tiempo del Webb vale oro. El universo observable es inmenso y está muy lejos de poder ser abarcado por el ojo del telescopio. 15 horas en un año pueden parecer poco, pero en este contexto valen mucho. Este es el tiempo que se ha asignado a la observación de Titán por parte del JWST.
Habrá que esperar a 2023 para que el Webb vuelva a poner su vista en Titan, pero aún no sabemos todo de esta última observación. Casi un mes después de la toma de las imágenes, el equipo aún no ha podido estudiar siquiera todos los datos ofrecidos por el isntrumento NIRCam. Y aún quedan por evaluar los datos del espectrógrafo infrarrojo NIRSpec.
Aquí será el Webb quien cargue con elpeso del trabajo, ya que este instrumento está destinado a analizar, una por una, las marcas que los componentes de la atmósfera dejan sobre el espectro de la luz que atraviesa la propia atmósfera. Esto debe ser hecho desde fuera de la nuestra para evitar que ésta afecte a las mediciones. Estos datos quizá ayuden a descifrar qué es la tercera mancha, la que vemos en la zona inferior del satélite.
El brillante futuro de la exploración de Titan. Titán es uno de los lugares que más atención está atrayendo dentro de nuestro sistema solar, junto a otras lunas como Europa o Encélado. En el caso de Titan, el motivo es su curiosa estructura, tan parecida y a la vez tan diferente de la de la Tierra; así como la abundancia de hidrocarburos en su superficie.
Tras el paso de Cassini por su entorno, la NASA cuenta con varios planes para investigar el terreno, algunos en fases muy preliminares, pero otros más asentados. En este segundo grupo podríamos situar Dragonfly, una sonda que pondrá de nuevo un dron a volar en un planeta que no es el nuestro, como ya hiciera el rover Curiosity con el dron Ingenuity.
Imágenes | NASA, ESA, CSA, Webb Titan GTO/Alyssa Pagan (STScI)
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