Hace falta ser una persona paciente y acostumbrada frío para convertirse en astrofotógrafo, pero la noche a veces recompensa a los aficionados a la fotografía astronómica con regalos inusuales como el rayo violeta que ha cruzado el cielo de Europa esta semana.
"¡Es un STEVE!", exclamó el astrofotógrafo Martin McKenna en la madrugada del 6 de noviembre. En el cielo de Irlanda del Norte, de este a oeste, se extendía un destello alargado de tonos púrpuras y verdes que otra persona podría haber confundido fácilmente con una aurora boreal.
"La primera vez que veo uno desde que empecé a observar auroras en 1998, ¡vaya espectáculo!", escribió McKenna. Y procedió a documentarlo con fotos y vídeos. Como dijo, no era una aurora, sino un STEVE ('Strong Thermal Emission Velocity Enhancement').
Qué es un STEVE y en qué se diferencia de una aurora
Su nombre en inglés se traduce como "Fuerte aumento de la velocidad de emisión térmica", un acrónimo puesto claramente adrede para hacer el juego de palabras con el nombre Steve. Un STEVE en fenómeno óptico de la atmósfera, un arco de luz, que suele observarse a latitudes más bajas que las auroras, especialmente durante las tormentas geomagnéticas.
A diferencia de las auroras, que son partículas cargadas del viento solar chocando contra la atmósfera terrestre, un STEVE es un chorro muy rápido de plasma caliente que fluye a través de la magnetosfera de la Tierra, por lo que ocurre a altitudes mucho más altas que las auroras.
Su brillo púrpura proviene de ese flujo caliente que alcanzan temperaturas de 3000 grados Celsius mientras recorre la magnetosfera de la Tierra a velocidades superiores a 20.000 km/h. Si su tono es más débil y rojizo se conoce como SAR ('Stable Auroral Red'). Los SAR pueden evolucionar en un STEVE, como constató también el astrofotógrafo Martin McKenna.
Aunque aún no se comprende del todo el mecanismo de formación de los SAR y los STEVE, la colaboración entre astrofotógrafos, científicos y satélites, como la misión Swarm de la Agencia Espacial Europea, ha permitido estudiar más a fondo este fenómeno.
Una tormenta geomagnética provocó el STEVE en Europa
El espectáculo visual en Europa está relacionado con una mayor actividad del Sol. Dos eyecciones de masa coronal impactaron en la Tierra el 4 y el 5 de noviembre, lo que provocó una fuerte tormenta geomagnética de clase G3, según Spaceweather.
La proximidad del máximo solar está provocando auroras en buena parte del planeta. Incluso en latitudes tan bajas como las de España podrían verse auroras, siempre que te encuentres en un lugar con escasa contaminación lumínica como Cáceres.
Imagen | Un STEVE registrado en Canadá en 2015, Elfiehall (CC BY-SA 4.0)
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