La industria tecnológica y la industria de la automoción son dos sectores que tienen cada vez una relación más estrecha. Los diferentes salones del automóvil nos demuestran que, movilidad eléctrica aparte, las grandes novedades de la industria de la automoción vienen ahora desde el ámbito tecnológico.
Algunas de ellas solo tienen que ver con los sistemas de infoentretenimiento —como conexión a Internet o una cuenta de Spotify— pero las más avanzadas incluyen asistentes de ayuda a la conducción que permiten mejorar notablemente la seguridad los coches. En el horizonte ya se vislumbran vehículos autónomos y prácticamente no hay ninguna marca que no haya presentado ya algún prototipo que incluya sistema de conducción autónoma. Según Goldman Sachs, en el año 2030 el 60% de los coches vendidos en Estados Unidos será autónomo.
La conducción autónoma es el mayor cambio de paradigma que sufrirá el mundo de la movilidad, donde los conductores dejarán de ser parte activa de los desplazamientos en coche para comenzar a ser pasajeros, realizando otro tipo de actividades mientras son transportados al lugar deseado. Puede parecer que el objetivo de la conducción autónoma no es más que automatizar otra tarea de la vida del ser humano para hacerla más fácil, pero lo cierto es que el objetivo final de la conducción autónoma puede llegar a cristalizar en alcanzar un escenario de cero accidentes y cero víctimas mortales.
El paso previo a la llegada de movilidad autónoma ya está entre nosotros
Conseguir vehículos con conducción autónoma de nivel 5 —o lo que es lo mismo, sin ningún tipo de intervención humana— es un objetivo que todavía requiere de mucho recorrido. La tecnología a nivel de hardware ya existe, pero el software y sobre todo la legislación tiene todavía mucho que evolucionar. Confiar totalmente el manejo de un coche a un ordenador en un entorno de caos como es el tráfico abierto es algo que necesita tiempo y estar muy bien estudiado.
Esta transición hacia la conducción autónoma es algo que ocurrirá paulatinamente gracias a la constante mejora de la tecnología. Los coches cada vez tendrán un mayor nivel de automatización hasta que finalmente puedan prescindir completamente del conductor para transportarnos desde el punto A hasta el punto B.
No obstante, a pesar de que la conducción autónoma plena todavía no es posible, la tecnología actual en este ámbito es muy válida para fabricar coches mejores y más seguros. De hecho, entre los coches del mercado ya hay multitud de tecnologías que son la antesala de la conducción autónoma. Son las tecnologías conocidas como asistentes a la conducción y permiten aumentar notablemente la seguridad al volante además de facilitar la vida a los conductores.
Ayudas a la conducción, la antesala de la conducción autónoma
Entre los sistemas de ayuda a la conducción hay diferentes tipos. Algunos se encargan de evaluar el estado del conductor con el objetivo de detectar si está en condiciones para coger el coche. Un ejemplo claro son los sistemas de detección de alcohol en sangre o los sistemas de detección del sueño o fatiga. Son sistemas que avisan al conductor de que no está en las condiciones óptimas para conducir el coche, algo muy útil al menos hasta que los coches puedan conducir por nosotros.
Otras tecnologías se encargan de actuar por el conductor cuando este no lo ha hecho o no reaccionaría a tiempo. Un ejemplo podrían ser los sistemas de mantenimiento dentro del carril o las frenadas de emergencia. Si nos hemos despistado y estamos invadiendo el carril colindante, el coche corregirá la dirección por sí solo. Lo mismo ocurrirá si el coche precedente a frenado por el motivo que sea y nosotros no nos hemos dado cuenta o lo hemos hecho demasiado tarde. Será entonces cuando el coche "tomará los mandos" y realizará la frenada de emergencia por nosotros. Hay que recordar que un ser humano tiene un tiempo medio de reacción de aproximadamente 0,75 segundos y nunca será más rápido que el de una máquina.
Finalmente, están las tecnologías que se encargan de facilitar la vida del conductor o de aumentar algunos aspectos como la visibilidad. Es decir, sistemas que aumentan las capacidades del conductor. Son los sistemas de visión 360 grados, los retrovisores con función de detección de vehículos en el ángulo muerto, sensores de ultrasonidos para aparcar, etc. Al fin y al cabo, son sistemas que permiten al conductor llegar a aquellos lugares a donde las capacidades humanas no llegan.
Más allá de hacer la conducción de un coche más fácil, todos estos sistemas tienen una característica en común: conseguir coches con los que tener un accidente sea cada vez más difícil, o lo que es lo mismo, coches más seguros.
Coches autónomos, eliminando el factor humano
Es verdad que existe un porcentaje de accidentes que se deben a causas ajenas a los conductores, pero lo cierto es que la mayoría de los que ocurren en nuestras carreteras son evitables y tienen su principal causa en el factor humano. Por mucho que lo intentemos, los seres humanos somos imperfectos y tarde o temprano acabamos despistándonos o cometiendo algún error.
Aquí es donde entra el coche autónomo, el cual se posiciona como una solución perfecta para el transporte por carretera. Al fin y al cabo, estamos hablando de un vehículo manejado por un programa informático que recopila información del exterior a través de multitud de sensores y cámaras y toma en cada instante la decisión correcta en función de esa información.
Un coche autónomo no entiende de interpretaciones, dudas, distracciones, cansancio o cualquier tipo de equivocación, ni tampoco se salta las normas de tráfico. Es decir, soluciona todo lo que antes hemos definido como factor humano. Todo aquello que nos hace imperfectos como conductores y que llega a ser responsable de hasta el 90% de los accidentes.
Hacia un horizonte de cero accidentes: ¿de qué depende una correcta toma de decisiones?
Como ya hemos comentado, el hardware necesario para que un coche pueda circular de forma completamente autónoma ya existe. Los sensores, cámaras y procesadores actuales ya tienen la capacidad de recoger y procesar toda la información necesaria para que el coche sea capaz de tomar la decisión adecuada. Pero, ¿de qué depende que el coche tome una decisión correcta? ¿Por qué el coche autónomo será más seguro que uno conducido por un ser humano?
La clave está en la cantidad de información recogida. Podríamos decir que un coche autónomo es como un coche conducido por un "superhumano". En el caso de las personas, nuestras únicas entradas de información son los sentidos. Utilizamos los ojos, el oído e incluso sentimos la carretera, lo que nos permite llegar a ser relativamente buenos conductores. Sin embargo, cuando hablamos de un coche autónomo, la información llega en cantidades ingentes gracias a los ya nombrados sensores, cámaras, GPS, etc. Algunos de estos dispositivos tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles, pero juntos consiguen una fotografía del entorno que jamás podrá conseguir un ser humano por mucho que lo intente.
Pero es que además de tener muchísima más información disponible, el coche autónomo es capaz de procesar toda esa información más rápido que un cerebro humano. Gracias a todas estas entradas de información el "cerebro" del coche es capaz de recrear el entorno del vehículo en tres dimensiones para tomar la decisión correcta. Es en el aspecto del software donde actualmente está centrado el desarrollo, el cual necesita de millones y millones de kilómetros recorridos para mejorar sus fallos. Y es que un coche autónomo no puede permitirse cometer ningún error que ponga en peligro la vida de las personas.
Es por eso que en el panorama actual no hay prácticamente ninguna marca que no tenga su propio programa piloto de conducción autónoma. Y es que la mejor forma de desarrollar cualquier tecnología es a través del ensayo error. Tener una flota de coches a prueba permite conocer su comportamiento y detectar los puntos débiles. Por supuesto, si las pruebas son en carretera abierta, estos coches siempre tienen un conductor profesional a bordo dispuesto a coger los mandos del vehículo en el momento que sea necesario. Y sí, por el momento la intervención humana sigue siendo necesaria multitud de veces.
Actualmente, buena parte de los esfuerzos se centran en la mejora del software en lo que se conoce como autoaprendizaje o fleet learning. Partimos de la base de que al principio el "cerebro" del coche no sabe nada. Si queremos que comience a reconocer peatones, introducimos en el sistema fotos de varios peatones diferentes. No obstante, si en lugar de meter cientos o miles de fotos, lo que hacemos es meter millones de fotos de peatones diferentes, conseguiremos un sistema de detección de peatones mucho más efectivo. Esa es la base del fleet learning, coches autónomos que comparten información en la nube de tal forma que todo lo aprendido por un coche será utilizado por los demás para tomar las decisiones adecuadas.
Cuando un coche autónomo pase por una carretera concreta, tendrá información disponible de otros coches que hayan pasado anteriormente por ese lugar, por lo que la toma de decisiones no se basará solo en lo detectado por lo sensores, sino en la experiencia previa de otros coches como él. La cantidad de datos a compartir entre una hipotética flota de cientos de miles de coches autónomos es inimaginable.
Pero las flotas de prueba también valen para algo muy importante y estrictamente necesario: certificar que los coches autónomos son seguros y están capacitados para circular libremente sin intervención humana.
Para poder ver coches autónomos algún día circulando libremente por nuestras carreteras, primero algún gobierno tiene que aprobar una legislación que lo permita. Para que esa legislación llegue algún día, los fabricantes deberán certificar con datos y pruebas reales que sus coches autónomos han recorrido miles de millones de kilómetros sin provocar ningún accidente y sin intervención humana. Algo que solo puede hacerse con flotas de pruebas.
Mientras sigue el camino hacia la conducción autónoma total, los conductores seguiremos beneficiándonos de los sistemas de ayuda a la conducción, que nadie puede negar que son un gran avance en materia de seguridad. Una seguridad que seguirá en aumento conforme nos acercamos al objetivo final.
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