"Con 100.000 euros no pagas ni a un desarrollador": por qué lo llaman ronda de financiación cuando quieren decir supervivencia

"Con 100.000 euros no pagas ni a un desarrollador": por qué lo llaman ronda de financiación cuando quieren decir supervivencia

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Basta hacer una pequeña búsqueda en Google sobre "rondas de financiación" y obtener muchas noticias sobre diversas startups españolas que han conseguido atraer inversión, en cantidades más o menos grandes.

La mayoría de las que se publican, de hecho, lo son porque las cantidades suman los suficientes ceros como para ser noticiables, lo que permite a estos emprendedores situarse incluso entre las aspirantes a unicornios. Pero por el camino quedan muchas, muchísimas, otras operaciones que a veces suman unos 100.000 euros, aunque a los periodistas nos lleguen en forma de Nota de Prensa.

Frente a esas decenas o centenas de millones de euros que algunas startups llegan a recibir, ¿puede un montante de apenas cien mil euros celebrarse como un respaldo a una idea de negocio? ¿Sirven realmente estas pequeñas inyecciones de capital? ¿Hay una burbuja económica en la inversión del emprendimiento? Y, sobre todo, ¿hay vida más allá de las rondas de inversión? ¿Por qué algunos huyen de este sistema económico?

"Con cien mil no pagas ni a un desarrollador"

Andoni Alfaro es inversor. Reconoce que con una ronda de 100.000 euros un emprendedor no podría pagar ni a un desarrollador (entre salario y costes), pero mantiene que dicha cantidad sigue siendo mucho dinero, especialmente en las fases iniciales de un proyecto y, sobre todo, si el dinero no sale del bolsillo del emprendedor.

Por eso, este inversor avala este tipo de rondas pequeñas porque "cada ronda sirve para validar una hipótesis", explica, "lo que permite a la startup pasar al siguiente nivel e ir cumpliendo objetivos y etapas". Porque, aunque luego recordemos grandes operaciones como los 450 millones que consiguió Glovo, los 440 millones de JobandTalent o incluso los 40 millones de Seedtag, la mayoría de los unicornios empezaron con rondas mucho más pequeñas.

Por eso, y aunque con matices importantes, la validez de las rondas pequeñas es algo que también bendice Eduardo Manchón, emprendedor de proyectos como Panoramio (que acabó siendo comprada por Google). "Validar un producto, una idea, se puede hacer casi sin dinero", detalla, aunque esto dependerá mucho del tipo de empresa. "Si es puro software, apenas tienes gasto. Si estás montando un ecommerce, entonces ya hablamos de otra cosa".

"Muchas veces los emprendedores parece que no tienen respeto por el dinero de las personas. Está bien explorar, pero cuando se hace con dinero ajeno hay que tener respeto, porque hay que invertir bien para no malgastar". Por eso, considera que "el empresario tiene que sentir que le dinero está justito".

Invertir es un deporte de riesgo

Foto Andoni

Los inversores con los que hemos hablado coinciden en que esta actividad conlleva riesgos y, en muchos casos, fracasos de las apuestas realizadas. De cada 10 startups que reciben inversión más allá de las FFF (family, friends and fools, expresión que se suele utilizar para referirse a los primeros inversores de una idea: familia, amigos y algunos locos), "cuatro o cinco morirán del todo. En dos o en tres se recuperará más o menos lo invertido y será un proyecto de autoempleo del emprendedor y solo una o dos irán más o menos bien", detalla Alfaro, quien considera un buen retorno de la inversión recibir entre tres o cuatro veces lo invertido en estas últimas.

Para que eso se produzca, siempre tiene que venir un inversor más grande que amplíe la ronda de inversión anterior, lo que hace, en muchos casos, que estos primeros pequeños inversores acaban vendiendo su participación en la startup.

David Fernández gestiona fondos de inversión de mayor capital. En su caso, reconoce que de la docena de inversiones que tiene ahora mismo, como mucho tres saldrán como una buena jugada. "No es un mal ratio" asegura. "Todo el mundo aspira a hacer un múltiplo de 20, pero tener un 2,5 es un éxito", asegura. Lo que cada inversor busca en un proyecto para invertir en él depende casi tanto como el propio inversor. Lo que va a reclamar en contraprestación, también.

Andoni Alfaro, por ejemplo, prefiere diversificar mucho dónde apuesta su dinero porque, reconoce, muchas veces no se tiene ni idea de cómo van a ir los proyectos. "Si veo que acabo desalineado, no espero y, con recuperar lo invertido, me vale. Si estoy alineado y me creo el proyecto, intento volver a invertir y acompañar al emprendedor. Es ahí donde se produce múltiplo interesante", explica.

Foto David

Fernández analiza bien cuáles son los inversores previos de un proyecto. "Hay muchos inversores que, porque han metido 25.000 euros, se creen con demasiados derechos sobre la empresa y machacan al emprendedor", reflexiona. Tampoco ve con buenos ojos que la empresa hay tenido muchos inversores a los que los fundadores hayan tenido que ceder un gran porcentaje de su empresa. "Es muy importante que los fundadores tengan mucho criterio a la hora de elegir los inversores", explica.

Como expone Ángel Pineda, fundador de la empresa Orizon, "hay muchos emprendedores que han abusado de las rondas pequeñas de inversión y han acabado cediendo tanto porcentaje que, al final, son empleados de la propia empresa que fundaron". En este sentido, Manchón considera que al inversor "siempre se le pinta como un Drácula, pero no es así" y coincide con Fernández en que, en realidad, está en la parte débil del negocio. 

"Busca las oportunidades y, en muchos casos, no tiene experiencia", reflexiona.

Sobra "pasta" en el mercado

Tanto emprendedores como inversores reconocen que hay un exceso de liquidez en el mercado y que se están produciendo muchas inversiones (grandes y pequeñas) en el sector de las startups en España.

Foto Eduardo

Tanto que no hay miedo, incluso, a hablar de cierta burbuja. "No sé cuando va a morir, pero prefiero que no exista este exceso de tesorería porque no es bueno para el mercado, ya que genera una situación irreal", asegura Alfaro, que cree que, en estos tiempos, el inversor "se vuelve menos exigente y las startups no valoran tanto el dinero". Por eso, considera necesario que se corrija esta situación, en la que el valor de una empresa y su valoración se aproximen. "Nos daremos una pequeña bofetada, pero todo volverá a normalizarse", aventura.

Manchón coincide en que el sector aún no se ha estrellado. O no al menos lo suficiente. Pero asegura que estos movimientos, rondas y fondos de venture capital "son necesarios para que España pase a otro nivel de productividad" porque, según él, "para hacer tecnología de nivel superior implica estar años en número rojos". Para justificar este razonamiento, emplea un símil: Pokemon Go necesita 100 millones para empezar a hablar. "Algunos fondos tienen 100 millones pero no pueden meterlo todo en un único proyecto. Y tampoco hay emprendedores de esa categoría", expone.

Pineda cree que hay mucho de moda en todo lo que se dice y se habla sobre las rondas de inversión, habiendo "una parte muy grande de la inversión de la que no se habla que se está destinando al mundo cloud".

Cuando no se quieren inversores

Pese a que el sector del emprendimiento vive un buen momento y hay muchas inversiones disponibles, hay emprendedores que huyen de este sistema.

Manchón, por ejemplo, reconoce que él prefiere ser un emprendedor "boostrapero" en el sentido de que no busca dinero para financiar sus proyectos "porque eso me limita". "Si el proyecto funciona bien, arranca y, sin invertir un duro en publicidad, acaba funcionando", añade. Otro caso es el de Ángel Pineda, fundador de Orizon, una empresa que tiene en los bancos a sus principales clientes. Asegura que fueron estas entidades las que les empezaron a contratar, casi a nivel personal.

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"Empezamos facturando desde el principio. Cuando vimos que podíamos automatizar nuestras operaciones, fue cuando buscamos financiación. Recurrimos directamente a los bancos. Nos endeudamos, pedimos un proyecto del CDTI…", recuerda, asegurando que los inversores que acabaron entrando valoraron también esa deuda personal que había contraído para poner en marcha la empresa. "Muchos emprendedores no quieren endeudarse. Lo respeto, pero si tan seguro estás de tu empresa, debes ser el primero en apostar y arriesgar por ella", reflexiona.

Al final, e independientemente del espíritu de la startup, todos coinciden en que al mencionar rondas de financiación estamos hablando de un negocio financiero puro y duro, en el que unos apuestan para acabar recogiendo beneficios cuando otros deciden doblar la jugada.

"Esto es un negocio financiero, con ratios que se cumplen. Para que te salga una inversión buena tienes que haber invertido mucho y tener una cartera amplia, en la que habrá fallos. Las inversiones que van bien son los que te pagan la fiesta", reconoce Alfaro, quien considera que, cuanto más tardía es la fase en la que inviertes, menos riesgo corres. "Es una carrera de relevos: FFF, Business Angels, Venture Capital (cierto riesgo) y luego fondos que acaban acompañando y vendiendo la empresa o sacándola a bolsa", resume.

En este juego financiero, Manchón explica que las rondas son "para gastarlas" y estar en números rojos, no para obtener la rentabilidad. "Tienes que saber a qué estás jugando. La ronda te la dan para que la gastes, para que contrates personas, a muchas de las cuales las vas a tener que echar, vas a generar fricciones… No te dan una ronda para que seas rentable, sino para hacer grande la empresa. Estás creciendo y tienes que estar en números negativos porque los gastos son grandes".

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Pineda, sin embargo, alerta sobre las consecuencias que pueden tener estas rondas. "Muchas veces, si no pides mucho dinero, no te consideran ambicioso. Puede que solo necesite un millón, pero se acaban pidiendo cinco, quemando dinero para entrar en pérdidas. Una vez que estás en pérdidas, no tienes más remedio que seguir haciendo rondas para financiarte", en una especie de rueda que puede acabar siendo peligrosa.

Como señalaba Jordi Plana, fundador y CEO de Beezy, sobre la deuda contraída con Goldman Sachs para financiar su startup, estas empresas de inversión "son tiburones de las finanzas", en el sentido de que "son muy buenos y más listos que tú, por lo que van a ganar dinero siempre". En su experiencia, a la hora de emprender, "hay que pasar por el tubo para estar en este negocio. Los inversores te aprietan, pero no ahogan. Y te convierten en mejor compañía", aunque sea a costa de seguir debiendo dinero.

Así pues, quién sabe si entre los muchos proyectos que están empezando a recibir sus primeros 100.000 euros para poner en marcha su idea estará el pr´oximo unicornio del mercado español.

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