A la Agencia de Proyectos Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) de Estados Unidos le debemos en gran medida que hoy podamos disfrutar de GPS, Internet, drones, satélites meteorológicos, interfaces de voz o tecnología furtiva. En sus despachos también se cocinaron sin embargo proyectos que no lograron pasar de eso: proyectos, ideas igual de ambiciosas pero de desarrollo menos afortunado. Quizás uno de los más fascinantes de todos sea LifeLog, una suerte de "ciberdiario" que se adelantó a Facebook y los smartphones y aspiraba a comienzos del siglo XXI a crear una base de datos capaz de rastrear la existencia de una persona.
La idea era fascinante… y polémica, claro.
¿Qué es LifeLog? La (enésima) demostración de la pasmosa imaginación de DARTA. El proyecto se lanzó hace dos décadas, hacia 2003, y su nombre capta bien qué buscaba: un registro (log) de la vida (life) de sus usuarios. Su propósito pasaba ni más ni menos que por crear una gran "base de datos vital", entendiendo el concepto en su sentido más pleno, diverso… e incluso invasivo. La idea —como recogían por entonces The New York Times y Wired— era registrar casi toda la experiencia de un sujeto. Y lo de "casi todo" puede entenderse a pies juntilla.
La propuesta pasaba por captar cuanto el sujeto veía, decía y escuchaba, los números de teléfono que marcaba, los emails que enviaba y recibía, qué veía en la televisión, qué revistas ojeaba o los billetes de avión que compraba. Casi todo. Un enorme y vastísimo océano de información que luego los técnicos se encargarían de hacer manejable, trazando rutas y mapeando las diferentes relaciones.
¿Y cuál era el objetivo? Crear el "diario electrónico" por excelencia, una memoria digital que permitiría a sus usuarios tener un recuerdo preciso de su pasado. En DARPA iban sin embargo más allá y defendían las posibilidades que tendría un "tesoro" de información así. Lo explicaba con claridad IPTO, parte de la agencia: "Los flujos de datos de entrada se abstraen en secuencias, que se agregan en hilos y episodios [...]. Los patrones de acontecimientos en la línea de tiempo permiten identificar rutinas, relaciones y hábitos. Las preferencias, planes, objetivos e indicadores de intencionalidad se sitúan en el nivel superior".
Información...¿Para qué? Una de las posibilidades que apuntaban por entonces TNYT o Wired era desarrollar y perfeccionar la inteligencia virtual, el desarrollo de una IA capaz de pensar como un humano. Visto desde 2023, en pleno "boom" de la disciplina, ni el concepto ni la importancia de las bases de datos para el entrenamiento de la IA resultan sorprendentes. Con un banco de información como el que ofrecía LifeLog —planteaban sus impulsores— los investigadores lo tendrían más fácil para lograr una IA que pensara de forma similar a nosotros.
Para conseguir sistemas capaces de razonar, aprender y "responder de manera sólida a las sorpresas" —argumentaba la agencia estadounidense— era necesario que el sistema pudiera indexar datos y aprender. De esa forma lograría un sistema capaz de "inferior las rutinas, hábitos y relaciones del usuario con otras personas, lugares y objetos, y explotar esos patrones para facilitar su tarea".
¿Una idea novedosa? Visto desde 2023 quizás resulte llamativo, pero LifeLog entroncaba con conceptos y objetivos que venían de atrás. En la década de 1940 el ingeniero Vannevar Bush ya había planteado las posibilidades de un dispositivo capaz de almacenar todos los documentos de un individuo y ofrecer una consulta rápida y flexible, una idea que bautizó como Memex, y en 2002 la propia DARPA apuntaba las posibilidades de un asistente inteligente personalizado.
"Aprenderán preferencias y procedimientos observando a sus compañeros humanos, pero también aceptarán orientaciones directas —recogía DARPA en un informe de febrero de 2003—. Estos nuevos ayudantes artificiales sin precedentes contribuirán a reducir las necesidades de personal en muchos lugares clave".
¿Digitalizar la experiencia humana? Así se lo expresaba a Vice hace algunos años Lee Tien, abogado de privacidad de Electronic Frontier Foundation. Cuando Douglas Gage, un ex investigador de la Marina recién llegado a DARPA, planteó LifeLog la idea gustó: "DARPA vio claramente cómo la creciente digitalización de la experiencia humana haría que los datos necesarios para modelar la vida cotidiana fueran accesibles en forma legible por máquina".
Años después Gage iría más allá y aseguraría que el propósito de LifeLog nunca había sido espiar a la gente, una imagen que atribuye a los ataques de los críticos con el proyecto. "Describieron de forma completamente errónea LifeLog como un sistema de recopilación, cuando el propósito era la clasificación y fusión de datos multidimenionales de bajo nivel para inferir un ‘conocimiento’ de mayor nivel sobre el curso de la vida de una sola persona", aseguraba el investigador.
Los usuarios podían escoger de hecho qué quedaba registrado y quién podía acceder más tarde a su información y los investigadores que recibían apoyo de la iniciativa LifeLog debían limitarse a probar el sistema en ellos mismos.
¿Y qué pasó? Que poco después, a comienzos de 2004, el Pentágono decidía poner fin al proyecto LifeLog. Lo hacía de forma discreta, alegando "un cambio de prioridades", pero en un contexto difícil de pasar por alto. El proyecto había tenido que lidiar con críticas afiladas, el recelo de los defensores de las libertades civiles y sobre todo un clima marcado por otros programas controvertidos de DARPA centrados en la vigilancia y que habían levantado una densa polvareda.
¿Qué contexto era ese ? En septiembre de 2003 el Congreso de EEUU había decidido cortar la financiación de TIA (Total Information Awareness), un software que cotejaba llamadas, navegación en Internet y registros bancarios y otros datos para identificar terroristas dada su enorme impopularidad. Solo unos meses después, en febrero de 2004, en DARPA daban carpetazo a LifeLog.
"Creo que se había quemado tanto con TIA que no quería enfrontarse a más controversias. La muerte de LifeLog fue un daño colateral relacionado con TIA”, explica Gage durante una entrevista con Vice. Ironías de la historia, ese mis o año se lanzó Facebook, otra variedad de "diario electrónico" en el que los usuarios dejaban constancia de buena parte de sus vidas... y no sin sonadas polémicas.
Imagen de portada: Ryoji Iwata (Unsplash)
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