Vivimos en plena Era Digital, y a veces cometemos el error de pensar que hasta finales de la década pasada cualquier cosa parecida a Internet era pura ciencia ficción. Pero no es verdad, porque ya en el siglo XIX el telégrafo empezó a permitirnos difundir información en tiempo real, lo que le ha valido al invento de Morse el sobrenombre del Internet Victoriano.
Pero antes de que Morse inventase el telégrafo en 1832, existieron otros intentos de hacer que la información recorriera largas distancias casi en tiempo real. Uno de ellos vio la luz en 1792 de la mano del inventor francés Claude Chappe. Se trata del Telégrafo óptico, una torre con dos brazos móviles que cambiaban de posición según lo que se quería comunicar, y que hoy es considerado como el primer sistema práctico de telecomunicaciones.
El Internet del siglo XVIII
Este tipo de medio de comunicación fue ideado por primera vez en 1684 por el erudito británico Robert Hooke, aunque nunca llegó a poner en práctica su teoría. En 1767 Sir Richard Lovell Edgeworth propuso un primer diseño de telégrafo óptico para transmitir los resultados de una carrera, pero no fue hasta que Chappe desarrolló el suyo que se empezaron a popularizar.
Claude Chappe y sus hermanos desarrollaron su sistema de comunicación en 1792, y tuvo tanto éxito en Francia que el país llegó crear una red de 556 estaciones con la que comunicaron una extensión de 4.800 kilómetros. El sistema fue promocionado para un uso comercial, pero a Napoleón Bonaparte le gustó la idea y decidió usarlo para coordinar sus tropas a través de largas distancias.
El sistema estaba compuesto por un mástil del que salían dos brazos móviles. Con dos metros de largo cada uno, los brazos era tan grandes que se podían ver a grandes distancias, y sólo se necesitaban dos palancas para hacer que se movieran. Como vemos en la imagen, la posición de los brazos determinaría el número o la letra que se quería transmitir.
El primer mensaje con la red francesa de telégrafos ópticos fue transmitido desde Lille a París en 1794, y fueron utilizadas 22 torres para llevarlo a través de 230 kilómetros. Se utilizó para las comunicaciones nacionales hasta la década de 1850, y el modelo fue modificado y utilizado en otros países como Suecia, Hungría, Reino Unido, Alemania y la España de Carlos IV.
En Francia gozó de una gran popularidad, y llegó a ser descrito en obras tan importantes como "El Conde de Monte Cristo" de Alexandre Dumas en 1844. Pero el mismo afán por desarrollar rápida y efectivamente las comunicaciones que impulsó y llevó el invento de Chappe al éxito acabó siendo también su perdición.
En 1846 y tras varios intentos fallidos, Samuel Morse finalmente consiguió convencer a Francia para remplazarlo por su nuevo telégrafo eléctrico, que se podía utilizar de noche y con mala visibilidad. Y acabó imponiéndose pese a que muchos expertos de la época predecían su fracaso por la facilidad con la que se podían cortar sus líneas, aunque esa ya es otra historia.
Imágenes | Wikimedia (1, 2, 3 y 4)
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