En activo son una baza valiosa. Una vez se jubilan se convierten en un problema con el que lidiar. El ejército de EEUU lleva décadas apostando por la propulsión nuclear para sus submarinos o portaaviones, una tecnología que le ha permitido dotarse por ejemplo de sumergibles con un alcance sorprendente. Sus ventajas las comprobó ya a mediados del siglo XX, con el USS Nautilus, el primer submarino de propulsión atómica. El problema es que, por más poderosa que resulte, no hay nave que dure para siempre y cuando toca enviar al desguace unidades como el USS Nautilus surge una pregunta compleja: ¿Qué hacer con sus reactores?
La respuesta en EEUU es Trinchera 94.
En un lugar del estado de Washington… Más concretamente en Hanford Site, un complejo del condado de Benton enclavado al lado del río Columbia, se sitúa la conocida como Trinchera 94. Hanford se creó en la década de 1940 para apoyar el Proyecto Manhattan y su papel en la prueba nuclear Trinity le ha ganado una popularidad notable, pero no es la única razón por la que se conoce hoy: allí está la Trinchera 94, un cementerio nuclear donde terminan los reactores jubilados por la Marina. A su explanada van a parar los de los submarinos o el portaaviones USS Enterprise. El complejo puede observarse con ayuda de Google Maps.
Pero… ¿Qué hay en la Trinchera 94? Un almacén con más de 130 contenedores de hormigón con restos radiactivos, como recoge Popular Mechanics. El complejo mide algo más de 300 m de largo, se abre al aire libre y está formado por filas bien ordenadas que suman entre 130 y 140 cilíndricos con los restos de embarcaciones de propulsión nuclear. Cada uno de ellos es un contenedor HIC diseñado para acoger los restos de los reactores durante unos 300 años.
Cuando se desmantela un submarino nuclear de la Marina estadounidense se retira el combustible para enviarlo al Laboratorio Nacional de Idaho. Eso responde a parte del problema de qué hacer con los desechos de la nave, pero aún queda otra cuestión pendiente: el reactor. Para deshacerse de él se corta el submarino y luego retira la sección que lo contiene, incluido el casco de acero HY-80, el blindaje de plomo y el Inconel 600. Los barriles cilíndricos realizan luego un viaje en barcaza y se descargan en el puerto de Benton para transportarlos finalmente en camión hasta Hanford Site, al este de Washington y donde está la Trinchera 94.
La factura de la propulsión nuclear. Los reactores desguazados es el precio de la propulsión nuclear, tecnología por la que EEUU empezó a apostar hace ya décadas. En los años 50 la Marina encargó el USS Nautilus, su primer submarino propulsado por energía atómica, y a finales de esa década pidió el USS Blueback (SS-581), el último sumergible diésel-eléctrico estadounidense. A lo largo de los años también Rusia y China han avanzado en el desarrollo de estas naves.
A comienzos de los años 60 EEUU incorporó además el USS Enterprise, su primer portaaviones de propulsión nuclear. Popular Mechanics cita informes de la Marina que aseguran que a cada reactor retirado en la Trinchera 94 le queda radiación de sobra para acabar con alguien en segundos. Según recoge, pasados mil años cada barril todavía arroja 250 curies. De hecho el acceso al área está restringido, entre otras medidas que dificultan que alguien pueda llegar a abrir los contenedores .
Mirando al futuro. A lo largo de los últimos años la Trinchera 94 ha protagonizado artículos, tanto por su contenido como por sus previsiones de futuro. La apuesta de EEUU por los submarinos nucleares se traduce también en un goteo de naves desmanteladas que ha aumentado a medida que la Armada jubila sus sumergibles nucleares de primera generación y que las naves de la clase Los Angeles van dejando espacio a los nuevos modelos clase Virginia.
A finales de noviembre trascendían también los planes de la Marina para desguazar el USS Enterprise, de 1961 y que se construyó junto a otros barcos de propulsión nuclear. Sus planes pasaban por remolcarlo, llevarlo a instalaciones de desmantelamiento y, una vez allí, preparar los ocho reactores Westinghouse sin combustible para transportarlos en un tren blindado especial, construido precisamente para trasladar desechos radiactivos a Hanford.
En el horizonte está también qué hacer con los reactores de los portaaviones de clase Nimitz a medida que pase el tiempo o los submarinos de misiles balísticos y de crucero de clase Ohio. Popular Mechanics calcula que a lo largo de las próximos dos décadas, la Trinchera 94 sumará medio centenar de nuevos barriles. A día de hoy estima que en la zona de la Trinchera 94 se almacenan los reactores de 123 submarinos y ocho cruceros de guerra de propulsión nuclear sellados en cofres.
Vía: Popular Mechanics
Imágenes: EPA-U.S. Navy
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