Quizá nunca logremos descifrar del todo el porqué de Stonehenge, el monumento megalítico situado en el sudoeste de Inglaterra, uno de los más populares de Europa. Sin embargo numerosos científicos lo estudian para tratar de averiguar nuevos datos que nos acerquen a este objetivo. Uno de los más recientes se centra en un aspecto antes obviado: la acústica.
Hasta ahora sabíamos que la luz jugaba un papel fundamental en Stonehenge. El motivo es que durante el solsticio de verano, la disposición de las piedras permite la observación directa del astro durante el amanecer.
Una nueva hipótesis desarrollada por Trevor Cox, investigador de la Universidad de Salford (Manchester) se centra sin embargo en el rol que el sonido pudo haber tenido para quienes levantaron esta obra prehistórica.
Cox, experto en acústica, creó, caompañado de su equipo, una réplica del monumento tal y como creemos que debió de ser en su origen y la situó en una cámara semianecoica, una sala orientada al estudio de la propagación de las ondas sonoras. Las paredes y techo de estas cámaras están diseñadas de tal forma que las ondas sonoras rebotan con un ángulo de incidencia tal que las ondas sonoras no retornan al interior de la cámara sino que se pierden en su perímetro.
Según el estudio realizado por el equipo de Cox, la acústica del recinto delimitado por las rocas de Stonehenge tenía la curiosa capacidad de funcionar como si de un recinto cerrado se tratara, una cámara de eco que amplificaba los sonidos del interior y también limitaba los sonidos que entraban y salían del perímetro del monumento.
El alto grado de reverberación observado sorprendió al investigador debido a que, por lo que sabemos del monumento, Stonehenge no tenía techo y su suelo era la misma tierra. Este eco habría permitido que todos los asistentes en el interior del círculo megalítico hubieran podido escuchar las palabras de un potencial orador situado en el centro.
No así los que estaban fuera. La interpretación que el experto hace de esta propiedad es que quizá el monumento estaba destinado a unos rituales limitados a una pequeña élite.
La música bien podría haber formado parte de estos rituales. “Sabemos que la música mejora con la reverberación, por lo que imaginamos que si se reprodujera música, sonaría un poco más poderosa e impactante dentro del círculo”, explicaba Cox en declaraciones recogidas por la BBC.
“Sabemos que la acústica de los lugares influye en cómo los usas, por lo que comprender el sonido de un sitio prehistórico es una parte importante de la arqueología”, señalaba asimismo Cox para la cadena británica.
Utilizar una maqueta surgió de la imposibilidad de estudiar la acústica del yacimiento arqueológico in situ al encontrarse muy degradado en comparación a cómo lució en su momento. Esta metodología también ha implicado sus propios retos. Por ejemplo, al utilizar una maqueta a escala 1:12 las ondas sonoras debían tener una frecuencia 12 veces mayor para poder extrapolar estas características acústicas.
La famosa construcción megalítica fue erigida hace unos 5.000 años en lo que hoy es la comarca de Wiltshire, en el sudoeste de Inglaterra. Está compuesto por una serie de circunferencias concéntricas, la principal marcada por grandes menhires colocados en forma de columnas que sostenían otro círculo de piedras dispuestas en horizontal a modo de dinteles.
En el interior de este círculo otro conjunto de cinco pares de menhires verticales con sus respectivas piedras en forma de dosel. Los círculos exteriores están formados por trincheras y por huecos dejados por piedras de menor tamaño.
El alineamiento astral que es a la par una de las pocas cosas que sabemos a ciencia cierta de este monumento y es también uno de los más enigmáticos. Sabemos que nuestros ancestros eran buenos conocedores de las estrellas pero, ¿qué significaban para ellos?
La principal hipótesis es la supervivencia. Saber cuándo terminará el invierno puede ayudarnos a saber cuánto debemos estirar las raciones acumuladas para sobrevivirlo. Los cazadores y recolectores podían estimar así qué animales cazar o dónde buscar alimento en las plantas en cada momento del año. Con el advenimiento de la agricultura esto se hizo cada vez más importante.
Stonehenge continúa envuelto en la leyenda y el misticismo. Su posible uso ritual tampoco puede descartarse. Cox compara la reverberación de este monumento con la que podemos escuchar en una catedral y pone el rito en el centro de su hipótesis.
Nada nos permite descartar que una combinación de ambos factores sea correcta. Al fin y al cabo, la vinculación entre calendario y religión no nos debería resultar extraña partiendo de nuestro conocimiento de la historia escrita.
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Imagen | Jeffrey Pfau, CC BY-SA 3.0
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