Estamos estresados y necesitamos relajarnos durante un momento. Cogemos nuestro móvil y abrimos una aplicación que al momento nos ayuda a estar más tranquilos. Esta propuesta es la que persiguen Jamie Tyler y Marom Bikson , un profesor en la universidad de Arizona y un experto en ingeniería biomédica en el City College de Nueva York. Su empresa, Thync, lleva un tiempo detrás de esta idea y ya ha presentado los primeros resultados de un dispositivo que nos quiere cambiar el estado de ánimo con una corriente eléctrica.
El tratamiento de Bikson utiliza estimulación por corrientes directas transcraneales (TDCS). Una metodología que se lleva utilizando durante muchos años pero que nunca las administraciones públicas no lo han reconocido como un tratamiento médico para curar enfermedades en algunos países como Estados Unidos, aunque lo cierto es que tampoco se ha demostrado que produzca problemas o efectos secundarios.
El dispositivo se trata de una serie de sensores que, colocados en la parte trasera de nuestras orejas, nos permiten recibir una pequeña corriente eléctrica que, según la gente de Thync, cambiará nuestro estado de ánimo. Según Bikson, las pruebas realizadas ofrecen un "alto grado de confianza" y que los resultados varían según la persona aunque en general afirman que los efectos son más potentes que los que se muestran cuando se usan narcóticos.
El objetivo de Thync pasa por llegar a ser un dispositivo que se ponga a la venta y se pueda utilizar para con fines médicos. De momento ya han cerrado una ronda de financiación de 13 millones de dólares con varios fondos de capital riesgo. Es un primer paso y mientras siguen trabajando en ello ya piensan en utilizar otras tecnologías como los ultrasonidos, pero de momento el objetivo es centrarse en el TDCS.
Por supuesto su uso estaría limitado a terapias con pacientes que necesiten tratamientos de ese tipo (pensemos por ejemplo alguien con depresión, estrés o desórdenes post traumáticos) por lo que no será algo que esté a mano de cualquiera. Si realmente es tan eficaz como dicen, queda por ver cuáles son sus consecuencias en el usuario diario más allá de las pruebas en el laboratorio.
Vía | MIT Technology Review
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