Que la fantasía de 'Jurassic Park' se haga realidad de momento es bastante improbable, empezando ya desde la conservación y extracción de material genético utilizable de ámbar, aunque según algunos científicos "la posibilidad de crear dinosaurios ya existe". El caso es que lo complicado es encontrar muestras de ADN válidas (o enteras) para completar la creación de un ser, y en línea con esto ahora unos investigadores afirman haber encontrado núcleos enteros de material genético en restos de dinosaurios.
Eso sí, son restos fosilizados, lo que quizás no da para tantas películas como las que en un momento se nos podrían haber ocurrido. El hallazgo ha llamado la atención, y quizás por eso mismo no cuenta con el apoyo de todos los expertos en la materia.
A John Hammond le gustaría esto
La conservación de moléculas depende de la propia estructura y del medio que la haya rodeado, como ocurre con los tejidos. Un ejemplo es la momificación, que permite que éstos se preserven mucho más, como vimos con la idea de hacer "hablar" a una momia hace un tiempo.
Aunque la tesis de la novela de Crichton o la película de Spielberg es la de recuperar el material genético tirando de la sangre que los insectos atrapados en él pudieron chupar de algún saurio, en la realidad los intentos de recuperación de ADN suelen abordarse de otros modos. En este caso, el equipo de investigadores del Instituto de Geología y Paleontología de la Universidad de Linyi (entre otros centros también de China) explica en su trabajo (publicado en Nature) que se centraron en los cartílagos de dinosaurio, por hallazgos previos en los que se sugirió que este tejido es favorable a la hora de preservar núcleos celulares.
A modo de recordatorio o información muy rápida, una célula eucariota (las más avanzadas y complejas, las que tenemos los seres humanos y la mayoría de especies pluricelulares, así como algunos unicelulares) es un compartimento lleno de elementos, un poco a modo de órganos (orgánulos), y a su vez tiene un espacio para almacenar el material genético revestido de una membrana: el núcleo. Según de qué célula se trate, el núcleo podrá ser más grande o más pequeño y según "la edad" de la célula el material genético estará más o menos compactado, pero al final hablamos de unos entre 0,5 y 25 µm de tamaño del núcleo.
La razón evolutiva para que nuestro material genético esté más protegido dentro de la célula y, a su vez, esté compactado en muchas ocasiones, es para favorecer su preservación y que no se dañe, dado que estando libre sería bastante susceptible de verse afectado de algún modo. De ahí que no sea tan sencillo encontrar un núcleo intacto o la suficiente cantidad de ADN como para "hacer un Dolly" de un dinosaurio.
En este caso, los investigadores analizaron el cartílago de un Caudipteryx, un dinosaurio cuyo nombre significa "cola emplumada" que vivió a principios del Cretácico (hace unos 125 millones de años). Tras desmineralizar la muestra, la observaron al microscopio recurriendo a una de las tinciones más habituales en microscopía óptica: hematoxilina e iosina. Dos colorantes que tiñen de un gradiente entre rosa y azul algunas estructuras, de modo que el núcleo queda muy oscuro y marcado.
Según explican, en un condrocito (célula del cartílago) del fósil de dinosaurio vieron núcleos con tiras de cromatina, es decir, ADN con cierto grado de condensación. El grado de conservación de los núcleos es bastante sorprendente, por lo que dan fuerza a la hipótesis de que el cartílago es un tejido candidato a ser de los mejores preservando el material genético.
Además de la tinción, los investigadores han recurrido a técnicas de microscopía electrónica y otros análisis para precisar el grado de preservación de estos núcleos. Además, compararon los resultados con la tinción de tejido cartilaginoso de un pollo, viendo que había similitudes en el patrón, lo cual sería otra prueba de lo sorprendentemente bien que se habrían teñido los núcleos con millones de años de edad.
En cuanto a los motivos de la conservación, el equipo de científicos apunta que además de las particularidades del tejido (la presencia de calcio, etc.) también es posible que haya influido la geología del terreno, con capas de cenizas volcánicas. Se trata de la llamada biota de Jehol, un nombre que se refiere al conjunto de organismos que habitaron una región del norte de China muy rica en fósiles de hasta hace 131 millones de años.
Eso sí, dado que se trataría de un hallazgo muy notorio y relevante, hay voces posicionadas en contra con el argumento de que podría tratarse de un caso de contaminación (también prehistórica). Como recogen en Gizmodo, investigadores como Evan Saitta (del Centro de Investigación Integrativa del Museo Field de Historia Natural en Chicago) o Nic Rawlence (director del laboratorio de paleogenética de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda) apuntan a que la tinción podría corresponderse a microbios instalados en los restos del dinosaurio.
Además, cabe recalcar que en este caso se trata de un fósil (en piedra), por lo que la estructura del material genético ha de haber sufrido cierta mineralización. Con ello, no está claro que aunque el cartílago pueda preservar mejor el ADN, éste se pueda secuenciar, como sí se consiguió con el de mamut (conservado más bien por congelación).
Los investigadores quieren seguir investigando cartílagos para tratar de añadir fuerza a la teoría de que el cartílago puede ser algo así como un santo grial de la conservación de material genético, aunque también cabe mucha más investigación para aportar veracidad a este primer hallazgo de ADN de Caudipteryx. La investigación del ADN antiguo, junto con otros análisis en paralelo, ha demostrado ser muy útil para rellenar huecos de la historia, por lo que sería muy interesante que efectivamente se pudiesen encontrar muestras tan antiguas.
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