Se suponía que el "aceptar cookies" de la UE nos iba a facilitar la vida. Nos hacen perder 575 millones de horas al año

  • Los banners de consentimiento de cookies llevan años con nosotros, pero más que mitigar un problema, han hecho peor la experiencia de navegación web

  • La UE reconoce que son molestos, pero sigue sin plantear soluciones

Cookies
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Si visitas un sitio web en Europa, lo más probable es que nada más hacerlo te hayas encontrado con un banner de consentimiento de cookies. Este tipo de elemento se ha convertido en una constante en nuestras sesiones de navegación web, y ahora un estudio desvela una estimación sobre la inmensa cantidad de tiempo que perdemos con ellos.

Recordando qué son las cookies. Las cookies permiten que los sitios web recuerden información sobre ti que más tarde mejore la experiencia de usuario. Por ejemplo, que la web se muestre en tu idioma, que se verifique que eres un ser humano o un bot y, por supuesto, que las campañas de publicidad de ese sitio web son más o menos efectivas. Eso plantea riesgos para la privacidad, y los reguladores europeos quisieron protegernos de dicha amenaza.

El RGPD y la explosión de los banners de consentimiento de cookies. En 2002 la Unión Europea lanzó una directiva sobre la privacidad de las comunicaciones electrónicas. Dicha normativa exigía el consentimiento del usuario para el uso de las cookies, y la exigencia se consolidó en mayo de 2018 con la activación del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea.

Buenas intenciones, terrible implementación. Que un sitio web nos avise de qué datos está recolectando con las cookies y con qué propósito esté haciéndolo es a priori buena idea. También lo es que sea necesario nuestro consentimiento para recolectarlos y usarlos, sin duda. El problema es que ese proceso ha acabado obligando a implementar banners de consentimiento de cookies intrusivos y muy molestos que perjudican de forma notable la experiencia de usuario.

Hasta la UE sabía que los avisos son terribles. Antes incluso de exigir el consentimiento, los avisos de que una página usaba cookies ya comenzaban a ser molestos y la UE lo sabía. A pesar de que se propuso reducirlos e incluso eliminarlos, el citado RGPD hizo que todo empeorase en cuanto a la experiencia de usuario. La UE volvió a reconocer que la implementación inicial no era ideal y propuso algunas mejoras en 2020. No sirvieron de mucho.

Y siguen reconociendo que son molestos. A principios de año el comisionado de Justicia de la UE, Didier Reynders, indicó en una entrevista que la Comisión Europea sabe lo molestos que son estos banners. Reynders planteó la intención de los reguladores de mitigar el problema, pero desde entonces no se ha sabido nada sobre esas potenciales medidas.

575 millones de horas perdidas. En Legiscope realizaron una estimación del tiempo que los europeos pierden con estos banners de consentimiento de cookies y llegaron a la conclusión de que en total los casi 450 millones de ciudadanos perdemos cerca de 575 millones de horas al año. Según esos cálculos, cada internauta invierte 1,42 horas al año interactuando con esos banners.

¿Sirven de algo los banners? Un artículo de The New York Times citaba a varios expertos que llegaban a la conclusión de que estos banners eran un "ejercicio casi inútil" y que "prácticamente nadie lee" esos avisos. De hecho dos profesores de comunicación, Nora Draper y Josepth Turow, indicaron en un estudio de 2019 que se estaba produciendo una "rendición digital". Esto es: un estado mental en el que los usuarios saben perfectamente que alguien se está apropiando de sus datos y monetizándolos, pero sienten que no pueden hacer nada. Se resignan a permitilo porque para ellos es el desafortunado precio de ser un ciudadano de la red de redes.

Imagen | Headway

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