Con 46 años y apenas un puñado de libros publicados (muchos de ellos, recopilaciones de relatos), Mariana Enríquez se ha ganado en los últimos años una merecida fama como una de las voces renovadoras de la literatura de terror en español. De influencias diversas y desprejuiciadas, ferviente devoradora de cine, comics y música en la misma medida que de literatura, su reciente 'Nuestra parte de noche', publicada en España por Anagrama, ganó el Premio Herralde de Novela, lo que la ha catapultado a las portadas de suplementos dominicales y revistas que habitualmente no se fijan en la literatura de género.
No es de extrañar, porque la aproximación de Enríquez al terror es muy particular y, a la vez, muy asimilable fuera de los estrechos círculos de fans del género. Sus claras influencias cinematográficas y la inyección de elementos dramáticos en sus argumentos (de la paternidad a la delincuencia, pasando por la infancia, las desigualdades sociales o las relaciones tóxicas) se alejan de los códigos a veces un poco esotéricos de la literatura fantástica en general y del terror en particular.
Es evidente que Mariana Enríquez adora las historias de sectas, de monstruos, le encanta adentrarse en la parte oscura e inexplicable de nuestras vidas, pero renuncia a los códigos que dejan fuera a los lectores de la "auténtica literatura". El primer ejemplo de esto lo tenemos en la influencia -reconocida por la autora en numerosas ocasiones, como en esta charla sobre cómo se hizo escritora- que tuvo en su literatura un relato incluido en la histórica 'Sobre héroes y tumbas' de Ernesto Sábato, obra cumbre de la literatura argentina. Su tercer capítulo,'Informe sobre ciegos', que se puede leer de forma independiente, es una historia de terror psicológico en la que un hombre se obsesiona con que todos los ciegos del mundo estén confabulados en una conspiración.
Nuestra parte de noche: 636 (Narrativas hispánicas)
El informe que escribe el protagonista sobre esta conspiración es perfecto ejemplo de lo que tan bien desarrolla Enríquez en sus libros: es realista, científico incluso, a veces, pero en sus resquicios se aloja el terror puro e irracional ante una monstruosidad, la de los ciegos, que solo detecta él. Además, 'Informe sobre ciegos' tiene otra característica que Enríquez hará suya también: el empleo de lugares a veces reales, a veces inventados pero muy verosímiles de Buenos Aires, que dota de un halo mágico y amenazador a sus historias. 'Informe sobre ciegos', como los escenarios de Enríquez, está llena de pasadizos, de túneles, de cavernas que podrían ser o no reales.
En el principio, fue el punk
Durante su infancia, Mariana Enríquez creció impactada por las historias de magia negra en las que creía fervientemente su abuela, y que le contaba mientras vivió en Lanús, un suburbio de Buenos Aires, junto a sus padres. Cuando se mudaron a Buenos Aires, a finales de los años ochenta, arranca la democracia, una profunda crisis económica y ella descubre la música punk, la cultura gótica y la literatura de terror. Durante un tiempo estudió periodismo para poder escribir crónicas de conciertos, y con 19 años publicó una novela, 'Bajar es lo peor', que tenía todo lo que tiene que tener una novela escrita con 19 años: drogas, sexo y autodescubrimiento juvenil.
El éxito la convirtió en una autora de culto, aunque ella se negó a que el libro fuera reeditado hasta 2013. La sobreexposición a una narrativa y a un público con el que no se identificaba del todo la llevó a volver al periodismo y a publicar en el diario 'Página/12', donde ha seguido hasta hoy. Actualmente es la subeditora de 'Radar', su suplemento cultural, pero no volvería a acercarse a la ficción hasta diez años más tarde. Lo hizo con la novela 'Cómo desaparecer completamente', de 2004.
Esta obra sigue debiendo más a la provocación escrita con 19 años que a sus incursiones en el género de terror que le ha dado fama internacional, pero ya se detecta un ambiguo camino intermedio. Describe la vida de un adolescente que vive en la pobreza, junto a una familia disfuncional y violenta. Un padre abusador que le abandonó, una madre anulada por la depresión y los medicamentos, una hermana postrada en la cama tras un intento de suicidio, un hermano desaparecido... Brutalmente honesta, la mirada de Mariana Enríquez contempla a las clases más humildes de su país con una mirada muy lejos de la compasión fácil, y retrata con crudo realismo la desgracia del día a día de muchos de sus compatriotas.
En su primer cuento, 'El aljibe', ya le daba vueltas a una familia desestructurada por el horror sobrenatural
Pero la auténtica fama de Enríquez llegaría con los relatos, y fue con el primero que escribió en 2005 con el que encontraría su auténtica identidad literaria, recién casada e instalada en Buenos Aires. Se trataba de un encargo para una antología y se llamaba 'El aljibe', y ya en él Enríquez le daba vueltas a una familia desestructurada por el horror sobrenatural: una niña va con su madre, su tía y su hermana a casa de una curandera, y cuando sale de allí está transformada en una criatura a la que todo le causa un terror irracional. Ha sido víctima, en realidad, de un plan de sus propias familiares. Un argumento que encontraremos repetido, con variaciones, en muchas otras de sus obras.
Los peligros de fumar en la cama (NH)
'El aljibe' aparecería como uno de los relatos de su primera antología, 'Los peligros de fumar en la cama', que junto a otro volumen de 2016, 'Las cosas que perdimos en el fuego', conforman los mejores ejemplos del estilo de Enríquez en las distancias cortas. Todo lo que la convierte en una voz personal y única dentro de la literatura de género actual está aquí, y de un modo u otro lo ha potenciado en sus obras posteriores, hasta el punto de que -aún siendo extraordinaria-, su novela de 2019 'Nuestra parte de noche' es casi una prolongación de los hallazgos de sus cuentos, y no a la inversa.
La Enríquez cuentista
En el espléndido capítulo del podcast 'Marea Nocturna' dedicado a Mariana Enríquez, y que cuenta con la propia autora como invitada, hablan de Shirley Jackson como una obvia inspiración. La autora de 'La maldición de Hill House' o 'Siempre hemos vivido en el castillo' tiene mucho de su obsesión por lo cotidiano como fuente de horrores a partir de la ambigüedad: las dobleces morales son la mejor fuente de terror en el día a día, y lo sabían bien tanto Jackson como Enríquez.
El otro parecido entre ambas autoras está en la obsesión por las casas, y que ambas utilizan como ingrediente esencial de sus novelas. Shirley Jackson tenía agorafobia, como apunta Enríquez en el episodio, lo que convertía su residencia a la vez en un motor de pánico y en el único refugio posible a los miedos irracionales. Mucho de eso está tanto en los relatos como en las novelas de Enríquez, que contemplan las casas como santuarios y a la vez como monstruos. De hecho, hay un cuento en 'Las cosas que perdimos en el fuego' que es reformulado y ampliado en 'Nuestra parte de noche' casi punto por punto: Enríquez hace un remake, por usar una terminología cinematográfica con la que coincidiría la autora argentina, de su propia idea.
Hay otro parecido entre Jackson y Enríquez, y es que ambas han obtenido la fama como novelistas, pero son cuentistas excepcionales. 'La lotería' de Jackson es una de las piezas de horror social puro y claustrofóbico esenciales en lengua inglesa, y Enríquez sigue sus pasos con 'Los peligros de fumar en la cama' y 'Las cosas que perdimos en el fuego' perfectas vías de introducción en el universo de Enríquez y sus oscuras criaturas.
Criaturas que a menudo tienen forma de niños, una etapa de la vida humana que parece obsesionar a Enríquez. Sea como encarnación de los propios espectros, o como sus víctimas (ahí está el mencionado 'El aljibe'), la inocencia de los niños supone también el potencial de la corrupción total, y para alguien tan dotado para el pensamiento absolutamente perverso como la autora, esa es una tentación enorme. Los niños siempre aparecen en sus historias también como puente entre mundos, dado que la madurez aún no ha estropeado la aterradora facilidad para el pensamiento mágico de los infantes.
Y de los niños, a la familia, que quizás es también el gran tema de su novela 'Nuestra parte de noche', las oscuras ramificaciones que cargan las relaciones que estamos obligados a observar, que no vienen de una elección voluntaria. En los cuentos de Enríquez tenemos familias que son una carga y que son una salvación, y que incluso se generan cuando no existen: en muchos de sus cuentos hay relaciones paternofiliales o de protección maternal entre personajes que no tienen lazos de sangre, lo que es a la vez una bendición y una condena segura.
Finalmente, conviene mencionar el enorme poso de crítica social que hay en la literatura de Enríquez: podría decirse que la burocracia, las fuerzas del orden corruptas y eventos del pasado como las terribles desapariciones que convirtieron en espectros casi sin nombre a buena parte de la sociedad argentina, son sus monstruos más terribles. Enríquez observa con fascinante morbo a los criminales que trabajan desde las cloacas del estado y a los delincuentes asilvestrados que se hacen fuertes en la rumorología urbana, con historias que incrementan sus leyendas, cada vez más salvajes e insoportables.
Las cosas que perdimos en el fuego: 559 (Narrativas hispánicas)
Enríquez ve, como derivación de esa crítica social, a la ciudad también como una catedral de cemento y horrores. Decía en 'Marea nocturna' que su relación con el terror es un perfecto reflejo de la vida anónima e insensible en las ciudades: éstas y su ritmo acelerado te obligan a dejar que lo terrible, aunque suceda a nuestro alrededor, siga su curso. Y de ese modo te distancias del otro, del diferente. Todo ello (las casas, las ciudades, los niños, la sociedad) conforman el panorama aterrador que Enríquez refleja en sus cuentos, y que convierte en relatos de miedo con un uso único del folclore, las leyendas urbanas y la mitología.
Largas pesadillas
Algo de todo ello se puede encontrar en su novela ajena al género de terror 'Chicos que vuelven', donde emplea una morbosa y oscura aproximación a lo maravilloso para hablar de la tragedia silenciada por medios y gobiernos acerca de la trata de personas. Y también en una recopilación de crónicas de paseos por cementerios, 'Alguien camina sobre tu tumba'. Pero es 'Nuestra parte de noche', su reciente novela ganadora del Premio Herralde, la que la consagra como autora con unos temas, un estilo y una estética absolutamente personales.
'Nuestra parte de noche' es una especie de gabinete de siniestras curiosidades de todas las cosas que interesan a Mariana Enríquez
En ella se nos cuenta la historia de un padre y un hijo cuyo destino es ser mediums que contactan con una peligrosa entidad sobrenatural al servicio de una secta que busca la vida eterna. La acción se distribuye entre desconcertantes saltos en el tiempo y el espacio, y también con profundas variaciones en el punto de vista. Conoceremos a los protagonistas y a quienes les rodean en edades y circunstancias muy distintas, a veces con capítulos que funcionan como pequeñas novelitas independientes (como la mencionada historia de la casa devoradora de niños, donde Enríquez deja claro que un inesperado clásico del que bebe mucho es Stephen King).
La novela funciona como una especie de gabinete de siniestras curiosidades (en las que la autora no cree, como confiesa a menudo en múltiples entrevistas) de todas las cosas que interesan a Mariana Enríquez: hay sociedades secretas a lo 'Eyes Wide Shut', pero también morbosas y crudas historias de violencia urbana; hay criaturas inenarrables a lo Lovecraft, y también multitud de citas a iconos del rock y la cultura underground... hay, en fin, referencias a la zona más oscura de la historia argentina, y también vuelven los temas eternos de la autora: los niños, la familia, la muerte, la superstición como zona contaminada por aterradoras verdades a medias.
Mariana Enríquez ha afirmado en más de una ocasión, como en el mencionado episodio de 'Marea Nocturna', que el género de terror es intersticial. Ella empieza a escribir un relato que suena a policiaco, o a tragedia urbana, o a farsa oscura, y de repente surge el terror. Así es como funciona la oscuridad en sus novelas, en sus cuentos, incluso en ensayos como 'Alguien camina sobre tu tumba': en cualquier momento Enríquez te puede sorprender con una criatura deforme con poderes necróticos, arraigados firmemente en la convulsa realidad política de Argentina. Y entonces el lector queda inevitablemente enganchado a su visión de un mundo fantasmagórico en el que todos estamos atrapados.
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