Puede que, cuando nos encontremos ante alguno de estos mamotretos de hormigón crudo y directo, lo que sintamos son más ganas de escapar de sus efectos alienadores en nuestra mente que de apreciar su arquitectura. Pero lo cierto es que es precisamente esto último lo que más le está ocurriendo al brutalismo, que después de una época de marginalidad (causada por el abuso que se hizo del estilo en las décadas anteriores) vuelve a estar de actualidad.
Revistas, cine y política: la recuperación del Béton brut
¿Qué? ¿No nos crees? ¿Qué opinarías entonces si te digo que los admiradores de esta corriente cada vez son más visibles? Date una vuelta por Fuck Yeah Brutalism y verás que hay personas archivando todas las contribuciones a aquel movimiento definido así por Reyner Banham. Con casos como el de #SOSBrutalism también podrás constatar que hay cada vez un mayor clamor en favor de la preservación de estos edificios ante nuevos planes de urbanismo que quieren llevárselos por delante.
La misma corriente podías encontrar en el MoMA, que hace apenas un año llevaba al público su nueva exposición, “Construcción Latino americana 1955-1980”, un viaje por la época y territorio dorado de esta propuesta urbanística. También el cine, que aunque nunca ha dejado de presentar estos edificios en sus películas (especialmente de corriente distópica) parecen cada vez más convencidos de que esa es la arquitectura del futuro, y lo ven como algo decididamente positivo.
Dos años atrás, sin ir más lejos, la BBC financiaba un doble programa documental sobre este movimiento reconsiderando el cariz combativo del aspecto de estos edificios cuya funcionalidad queda definida en sus caras vistas. Y en realidad lo que hacía la cadena británica no era más que recuperar lo que ya apuntaban las revistas de tendencias, que han visto en esta estética una oportunidad para maridar con ella las corrientes de diseño actuales.
Viejas estéticas, nuevas políticas
Pero aunque una buena parte de la sociedad haya caído rendida a los pies de estos trozos de cemento, parece que este nuevo amor es más nostálgico que contemporáneo. Lo vemos, por ejemplo, en proyectos como el que ha llevado a cabo Ensamble Studio con la Casa Hemeroscopium en 2008, un nuevo hogar siguiendo casi a pies juntillas el canon brutalista. Pero este edificio se materializa casi como la excepción a la norma. Una forma de constatar que el brutalismo de hoy no puede tener los mismos significados que el que tuvo en su momento. Pervive la textura, pero se ha perdido el socialismo.
Pese a ello, nos parecía interesante rememorar y contemplar algunos de los edificios más bellos que nos dejó el movimiento. La siguiente galería va en honor a Le Corbusier y Eero Sarineen.
1) Barbican Centre
2) El Basel College of Art
3) Boston City Hall
4) Buffalo City Court
5) El Centro de Exposições de Salvador
6) La Embajada de Rusia en La Habana
7) El Teatro Nacional de Londres
8) Oficinas y Corte del Condado de Orange
9) La Torre Velasca
10) La Torre Trellick
11) La Biblioteca Geisel