El ser humano siempre ha moldeado su entorno natural en función de sus necesidades. En pleno siglo XXI esa máxima continúa siendo cierta. Más aún cuando tenemos a nuestra disposición herramientas tecnológicas que nos permiten controlar la naturaleza a nuestro antojo. Un modo excelente de comprobar cómo estamos transformando de forma permanente la superficie de la Tierra es comparando imágenes satelitales a lo largo del tiempo. Es lo que ha hecho la NASA en su proyecto Images of Change.
En colaboración con el Jet Propulsion Laboratory de la propia NASA y con el California Institute of Technology, la agencia espacial norteamericana ha recopilado centenares de instantáneas de lugares concretos en las que las cicatrices creadas por la obra del ser humano son evidentes. Así, nos encontramos con gigantescas presas que han cambiado el curso de los ríos para siempre, con antiguos lagos que han sido exterminados en pro del regadío y los grandes proyectos de ingeniería social, con ciudades que se han expandido más allá de los límites de la selva tropical y con glaciales cada vez más muertos.
Nosotros hemos seleccionado algunas de las instantáneas/hechos más impresionantes.
1. La desaparición del mar de Aral
Es posible que algunos lo hayáis estudiado en el instituto. El mar de Aral fue un día el cuarto lago más grande del mundo. Situado en plena Asia Central, una zona desértica y habitada de forma muy diseminada por los pueblos túrquicos, el mar de Aral servía históricamente de fuente de recursos para poblaciones cercanas. Durante el siglo XX, sin embargo, fue utilizado para nuevos proyectos de regadío y cultivo en zonas que antes estaban yermas. La explotación de sus recursos lo ha borrado de la faz de la Tierra, literalmente.
2. Las megalópolis del Río de las Perlas
China ha contado con un crecimiento urbano sin precedentes durante las últimas dos décadas. La transformación de su economía ha requerido de la inmigración de millones de chinos desde los campos del interior hasta las productivas ciudades costeras. En pocas regiones esto es tan cierto, y se observa de forma tan evidente desde el aire, como en el delta del Río de las Perlas. A la izquierda vemos la región en 1988, y a la derecha en 2015. Hoy en día es una de las aglomeraciones humanas más importantes del mundo.
3. El desvanecimiento del lago Urmia
Aunque a menudo pasan desapercibidos dentro del gran panorama del cambio climático, los lagos son uno de los grandes perjudicados de la transformación a la que estamos sometiendo a la Tierra. No sólo se trata del caso del mar de Aral, cuyas dimensiones impresionan de forma especial, sino de muchos otros. En Irán, también en Asia Central, encontramos el ejemplo del lago Urmia. A la izquierda, en el 2000; a la derecha, en el 2013.
4. Cultivos en Arabia Saudí
Arabia Saudí es un país desértico. La economía de la monarquía absoluta árabe depende de forma casi exclusiva en sus gigantescas reservas de petróleo, las más extensas del planeta. Sin embargo, el gobierno saudí aspira a reconvertir de un modo u otro el valor productivo de su economía. ¿Cómo? Por un lado, con placas solares... Y por otro, con cultivos. Gracias a complejos y carísimos sistemas de irrigación, están pintando de color verde lo que históricamente sólo había sido un montón de polvo y roca.
5. La resurrección de Chernóbil
El catastrófico accidente nuclear de Chernóbil en 1986 provocó la evacuación total de la ciudad de Pripyat, construida de forma paralela a la gigantesca central al norte de Kiev. El relato del horror ha sido glosado de forma excelsa por Svletana Aliexévich en Voces de Chernóbil, pero para saber qué fue de la zona tras el infortunio tenemos que acudir a las imágenes. En concreto, a las satelitales: aquí vemos Chernóbil en 1986, pródiga en asentamientos humanos y en bosques verde oscuro, y en 2011, sin bosques (un nuevo paraíso natural), con poblaciones decadentes y con cultivos abandonados.
6. El crecimiento de Hurghada, Egipto
La mayor parte de la población de Egipto se distribuye a lo largo del curso y del delta del Nilo. Es un país muy poblado, pero poco diseminado. Eso está empezando a cambiar. El país se está extendiendo hacia la costa del Mar Rojo, tradicionalmente poco poblada. En las imágenes vemos Hurghada, que contaba con 12.000 habitantes en 1980. A día de hoy, el rastro de la civilización es más evidente. Alrededor de 250.000 personas pueblan sus calles.
7. La contaminación del aire en EEUU
El aire que respiramos nos está matando. Cada vez vivimos en un mundo más contaminado, pero la tendencia es desigual en función del país. Estados Unidos está limpiando su aire: gracias a mayores regulaciones a la contaminación (el ocaso del carbón es importante, en su caso), los americanos ahora respiran un aire mucho más saludable, aunque aún notoriamente contaminado. El paso de una economía dependiente de las grandes industrias a otra orientada hacia los servicios también ha contribuido.
8. La presa Mirani, en Pakistán
El control y la regulación del agua ha sido, desde el inicio de la civilización, una de las necesidades más relevantes del ser humano. Las presas modernas son el ejemplo palmario de ello. En aquellas regiones desérticas o escasas de recursos naturales abundantes, como el sur de Pakistán, las presas se convierten en gigantescos mastodontes que cambian el paisaje para abastecer a millones de personas de agua potable. La presa Mirani, construida en 2006, colocó un enorme pantano allí donde no había absolutamente nada.
9. Los campos petrolíferos en Texas
Pese al repentino descenso del precio del petróleo, las últimas dos décadas fueron testigos de un crecimiento notable de la demanda mundial, y por tanto de la oferta. Para abastecer a la cada vez más necesitada-de-petróleo población global, las empresas tuvieron que excavar en más lugares y de forma más profunda para encontrar más crudo. En Texas, las cicatrices del fracking y de la extracción convencional saltan a la vista desde el espacio. La superficie ha quedado marcada.
10. La deforestación de Kenia
Si bien no en Europa, donde los bosques viven un renacimiento claro, en los países desarrollados las masas forestales están en peligro de extinción. Las imágenes más célebres siempre son las del Amazonas, pero el proceso se repite en lugares como Indonesia o como Kenia. En estas imágenes (1973-2000) observamos el parque natural del Lago Nakuru, la reserva de flamengos más importante del planeta. Problema: la degradación de la tierra y de los bosques, fruto de las necesidades de los crecientes asentamientos humanos que rodean al parque, están dejando sin árboles a tan privilegiado espacio natural.
11. La desecación del mar Chiquita
Hay más mares de Aral potenciales repartidos por todo el mundo. También en Argentina, donde el mar Chiquita, en Córdoba, ha sufrido un obvio retroceso durante los últimos años. Se trata de uno de los lagos de agua salada más importantes del mundo, y aunque su superficie tiende a ser variable, es evidente que ha perdido terreno por culpa del uso humano de sus aguas. La zona es un paraje natural de elevada importancia.
12. El río Missouri, cada vez más pequeño
El río Missouri es uno de los más importantes de América del Norte. Desemboca en el emblemático Mississippi, cuyas aguas tienden a ser muy caudalosas y anchas. Lo mismo podía decirse antaño, antes de que las sequías afectaran de forma muy grave, del Missouri, cuyas aguas se abastecen de las nieves de las Montañas Rocosas. Sin embargo, cada vez hay menos nieve y lluvias en la cadena, de modo que el Missouri ha empezado a hacerse más pequeño. Ya no es tan ancho y ya no traslada tanta agua. Las imágenes asustan.
13. El final de los glaciares
A menudo remotos y fascinantes, los glaciares son también las víctimas silenciosas del cambio climático. Su retroceso es imparable, no sólo en cadenas montañosas de interior sino también en el ártico, donde las gélidas temperaturas cada vez lo son menos. En Alaska, un ejemplo evidente de ello es el glaciar Columbia, que en el plazo de treinta años ha sufrido un retroceso dramático. De su antigua lengua, que cuando fue descubierta por los colonizadores ingleses se extendía océano adentro, ya no queda nada.