El pasado 1 de enero el Gobierno lanzó una medida anticrisis para bajar el IVA de algunos alimentos esenciales. La idea era aliviar los efectos de una inflación desbocada que ha causado que las familias pierdan poder adquisitivo mientras los salarios siguen estancados. Sin embargo, pasó desapercibida otra medida fiscal puesta en marcha ese mismo día: el impuesto al plástico.
Muchos de aquellos alimentos que gozan ahora de la rebaja del IVA como la leche, la fruta y verdura, el aceite o las pastas se ven afectados también por este nuevo impuesto. En resumen, el Gobierno ha querido que una medida contrarreste a la otra y la compense. Veamos cómo afecta al consumidor y a las empresas.
El impuesto al plástico. Este nuevo tributo fue aprobado en abril del año pasado como parte de la Ley de Residuos y Suelos contaminados y es el único gravamen de este tipo en Europa, ya que Italia aplazó la aprobación del suyo. Básicamente recae sobre los envases no reutilizables que contengan plástico. Por tanto, afecta a todo tipo de productos de un solo uso diseñados para "contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías". Es decir, envases, cintas de embalaje y films.
Eso quiere decir que a partir del 1 de enero, tanto fabricantes como distribuidores de alimentos tienen que pagar 0,45 céntimos por kilogramo de este material. Aunque quedan exentos los envases de medicamentos, productos sanitarios, alimentos para usos médicos especiales, preparados para lactantes o residuos peligrosos de origen sanitario.
¿Por qué? Para fomentar una economía circular y acabar con los plásticos de un solo uso tal y como la UE ha establecido. Hay que tener en cuenta que casi todos los productos que compramos en el súper contienen plásticos: los yogures, las legumbres, las pizzas, el azúcar, el arroz, e incluso algunas frutas. En España, el Gobierno va a dejar de recaudar 661 millones de euros con su medida de rebaja del IVA, sí, pero con la nueva imposición al plástico, podría recaudar cerca de 690 millones de euros. Se compensaría así el gasto: baja por el IVA y sube por el plástico.
¿Quién tiene que pagarlo? En principio, el nuevo tributo está dirigido a productores, distribuidoras y grandes superficies. Pero hay comercios que estarán exentos de implantar esta nueva medida en sus establecimientos. En concreto, las pequeñas tiendas de barrio y los supermercados, establecimientos y superficies que no superen los 400 metros cuadrados. Y aquí viene el punto más importante: aunque el Gobierno ha dicho que "el consumidor no tiene por qué verse afectado", eso no es del todo cierto.
Si las distribuidoras deciden repercutir el coste del gravamen en los precios de los productos, el bolsillo del cliente sí podría sufrir. Sedas, la asociación española de distribuidores, autoservicios y supermercados, ya ha asegurado que este impuesto afectará a los operadores y tendrá repercusiones en los precios. Y Acoplasticos comunicó que "el impuesto impactará inevitablemente en el precio final de los productos que se venden en empaques pequeños y subirán hasta 7%".
Un año malo para el bolsillo. Tal y como hemos contado repetidamente en Magnet en otros artículos, 2022 ha sido un año desastroso para los bolsillos de los españoles. No solo han visto mermado su poder adquisitivo por una inflación disparada, si no que han visto sus salarios estancarse a pesar de la subida de los precios. Esto ha causado que reduzcan un 9% su cesta de la compra anual desde el año pasado, debido a que el precio medio de los alimentos ha escalado hasta un 15,3%. Ir al supermercado se ha vuelto, literalmente, insostenible para muchos hogares.
Imagen: Mercadona