Al final de la escapada se encontraba Alemania. Carles Puigdemont fue detenido ayer por las autoridades germanas mientras trataba de alcanzar Bélgica en coche. El ex-president de la Generalitat de Catalunya viajaba desde Finlandia, donde había aterrizado semanas atrás para impartir diversas charlas y conferencias. La reactivación de la euroorden por el juez Llarena y la colaboración entre la inteligencia española y alemana ha puesto fin a su larga huida.
Euroorden de regreso. El pasado mes de diciembre, Llarena anuló la orden de arresto: según se interpretó entonces, el magistrado esperaba finalizar la instrucción y, ante todo, asegurar que Puigdemont era entregado por sus homólogos europeos por todos sus cargos pendientes. Era algo improbable desde Bélgica, por lo que se desactivó y no se recuperó ni cuando Puigdemont viajó a Dinamarca ni cuando lo hizo a Finlandia. El ex-president era libre para moverse por Europa.
Hace tres días la situación cambió. Llarena cerró su auto de procesamiento y acusó de rebelión a la cúpula del ex-govern, reactivando la euroorden contra Puigdemont.
Un road trip nórdico. Comenzó entonces el juego del gato y el ratón. Puigdemont debía volver a Bélgica, donde se ubica su nuevo domicilio y donde las particularidades jurídicas del país le auguraban un mejor futuro (su delito de "rebelión" es distinto, por lo que no podría ser procesado por el mismo en caso de ser extraditado). Decidió hacerlo en coche, cruzando Dinamarca y Alemania. Inesperadamente, fue detenido en una estación de servicio del país germano.
Qué significa Alemania. Para Puigdemont es un problema. Ya detenido, hoy visitará los juzgados federales de Schleswig-Holstein para una primera vista. El código penal alemán sí incluye delitos similares al de rebelión, por lo que existe la posibilidad de que el juez acceda a la extradición por todos los cargos presentados por Llarena. En Bélgica, cuya política de extradición es restrictiva, era más improbable. Alemania y España tienen un largo historial de colaboraciones en la materia.
¿Habrá rebelión? Llarena acusa a Puigdemont de malversación y rebelión. El primero no es conflictivo. El segundo sí: en Alemania también requiere de violencia, y no hay un consenso unánime entre los penalistas sobre la naturaleza violenta del procés. Existe la posibilidad de que la justicia alemana interprete que no cabe rebelión al no existir suficiente base que avale la "violencia". De ser así, Puigdemont podría ser extraditado por malversación, pero no por rebelión.
El cargo por rebelión es el más simbólico y el más duro. Si la justicia alemana lo desestima, Puigdemont podría ser extraditado y juzgado en España... Pero sólo por malversación, no por rebelión, ensombreciendo el resto del auto de Llarena.
Sin papel político. La victoria parcial de las autoridades españolas bebe del dónde: Alemania y no Bélgica, más favorable a sus intereses. Sin embargo, el papel político en ambos países es ya reducido. Judicializada la causa, ni el parlamento alemán (pese a las declaraciones de diversos políticos locales) ni su gobierno tienen voz o voto en la extradición de Puigdemont. Algo similar sucede en España. Ahora mismo, el procés ha quedado varado en los tribunales alemanes.