Continúa el melodrama en las islas británicas. A escasas dos semanas de que la Cámara de los Comunes se pronuncie definitivamente sobre el Acuerdo de Salida negociado con la Unión Europea, el Banco de Inglaterra ha acudido al rescate de Theresa May. Su veredicto en caso de que el Parlamento rechace el larguísimo documento negociado por la primera ministra: Reino Unido podría convertirse en un gigantesco cráter humeante.
Figurada y casi literalmente.
El análisis. La máxima autoridad monetaria del país predice un futuro negro si sus señorías optan por el "no deal": el PIB podría hundirse hasta un 8%; la inflación dispararse por encima del 6%; y los precios de la vivienda desplomarse por debajo del 30%. Son cifras que superarían la tremenda depresión de 2008, auténtica implosión de la economía mundial a consecuencia de la mayor crisis financiera de la historia de la humanidad.
Dadas las circunstancias, sólo las Siete Plagas de Egipto, la Peste Negra o los Años Oscuros serían escenarios aún peores que un Brexit sin acuerdo.
La razón económica. En parte lleva razón. Todos los análisis coinciden en algo: el "no deal" es la peor de las opciones para todas las partes implicadas en la ruptura, pero muy especialmente para la del Reino Unido. La escala del desastre varía. No obstante, el paso de Calais podría quedar bloqueado e Inglaterra, Escocia y Gales afrontarían (quizá) cierta escasez de productos importados de Europa. El caos es más que certero.
La razón política. Ahora bien, el informe del Banco de Inglaterra tiene una evidente motivación política: condicionar la votación del 11 de diciembre. Representa un bote de salvavidas para Theresa May, hundido su barco hace meses. No cuenta con una mayoría parlamentaria que le asegure aprobarlo. El ala radical conservadora, su propio partido, coquetea con una moción de confianza. El laborismo rechaza subirse a un barco defenestrado.
El toque de atención del Banco de Inglaterra puede restar apoyos al integrismo brexiteer y sumarlos a las filas de May.
¿Será suficiente? Es incierto. La Cámara de los Comunes afronta la decisión definitiva. Hasta ahora, apoyar una postura dura, es decir, una salida sin acuerdo, salía gratis. Es probable que la presión política y mediática gane algunos apoyos para la causa de Theresa May. Sin embargo, los números aún no salen: la premier cuenta con 225 hipotéticos apoyos, frente a 414 oposiciones (94 de ellas provenientes de su propio partido).
The Guardian sólo da por seguros veinte votos tories contra el acuerdo. Alrededor de 50 seguirían en el aire. Con el apoyo de algunos díscolos laboristas (unos cinco) y los diez diputados del DUP (extremadamente reacios), el Acuerdo de Salida podría tener éxito. Es una tarea titánica. El Banco de Inglaterra ha hecho su parte. Resta ver si será suficiente.
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