Theresa May había perdido el control de su partido, el de su parlamento y el de su gobierno. Ahora también ha perdido el control del Brexit. La Unión Europea decidió ayer aclarar el camino de salida a Reino Unido. No habrá ruptura el 29 de marzo. En su lugar, la Cámara de los Comunes afronta dos opciones: o bien aprueba el vilipendiado Acuerdo de Salida antes del 12 de abril o bien tendrá que elegir, de una vez por todas, entre el "no deal" y la extensión larga.
Dos fechas. Reino Unido ha quedado hipotecado a dos fechas fijadas por la Unión Europea. La primera es el 12 de abril. Los socios comunitarios ofrecen a Theresa May una extensión breve, de apenas tres semanas, para aprobar el Acuerdo de Salida. Si tiene éxito, improbable dados los precedentes, la fecha de ruptura se fijará para el 22 de mayo. Si fracasa, Reino Unido tendrá que tomar una decisión definitiva antes del 12 de abril.
O salir sin acuerdo o elecciones europeas.
¿Por qué? La estrategia de May era simple: obtener un aplazamiento para el 30 de junio. Ganar aún más tiempo. Era una fecha de difícil digestión para la Unión Europea. La proposición del gobierno británico habría obligado a Reino Unido a celebrar elecciones europeas el 23 de mayo, generando otro gigantesco lío político y legal. Muchos líderes continentales no creen ya en la capacidad de May para aprobar el acuerdo.
Entregarle tanto tiempo, y arriesgar al caos de unas elecciones con Reino Unido, no tenía demasiado.
Ingenio. De ahí la doble fecha. Con ella la UE ha colocado a May frente a su propio espejo: hasta ahora, su estrategia había consistido en constantes delaciones para esquivar decisiones. El 12 de abril, agotada la solicitud de un aplazamiento corto, pone fin a su eterna escapada. Pero también a la indecisión de la Cámara de los Comunes: ahora sí tendrán que decidir, activamente, si quieren el acuerdo, el "no deal" o un aplazamiento largo e indefinido.
¿Qué elegirán? Es una incógnita. No hay ninguna mayoría estable en la Cámara para ninguna de las tres opciones. Diversos ministros han asegurado a The Guardian que la decisión de Bruselas aproxima al Reino Unido al "no deal". Al parecer, May no desea un aplazamiento largo bajo ningún concepto, y también ha descartado revocar el Artículo 50, como le exigen dos millones de firmantes.
Los Comunes, por su parte, aborrecen el Acuerdo de Salida, se muestran reacios a cualquier tipo de Brexit "suave" y niegan la posibilidad de un segundo referéndum. Dadas las circunstancias, volvemos a la opción por defecto: Brexit sin acuerdo. Muchos diputados británicos la prefieren frente a la eventualidad de unas elecciones europeas, una cuestión anatema tras el referéndum de 2016.
Cuenta atrás. Tras una larguísima jornada en la que se hicieron evidente las fricciones internas de los 27, la UE solventó el punto de partido y devolvió la pelota al tejado británico. Ahora es la Cámara de los Comunes quien debe resolver la desastrosa encrucijada en la que se ha convertido el Brexit. O bien el abismo económico y logístico de un "no deal" o bien lo que parecía impensable: parar el Brexit. Tienen 21 días.
Imagen: Jonathan Brady/PA England