Cual Capitán Renault incrédulo por la práctica del juego al tiempo que recoge sus ganancias, la comunidad internacional ha reaccionado con una mezcla de espanto e indignación a las nuevas revelaciones sobre la muerte de Jamal Khashoggi. El tibio reconocimiento de Arabia Saudí y las pruebas filtradas por Turquía han provocado fuertes aspavientos en algunas de las principales potencias occidentales, en todos los casos aliadas de la monarquía saudí.
¿Quién? Alemania, Reino Unido y Francia emitieron ayer un comunicado conjunto en el que condenaban el asesinato de Khashoggi y demandaban explicaciones consistentes a Arabia Saudí. El reino había filtrado que, en efecto, el periodista había muerto en el consulado, pero a consecuencia de una fortuita pelea "con puños". Es una versión que nadie se cree, y Mohammed bin Salman aspiraba a dar carpetazo al asunto con ella. No funcionó.
"No te creemos y no es suficiente", vinieron a decir los tres gobiernos europeos, escenificando un enfrentamiento abierto (e inédito) con Arabia Saudí.
¿Y EEUU? La reacción de la Administración Trump fue más tibia. El presidente se limitó a declarar que no estaba "satisfecho" con las explicaciones de Riyadh. La reacción en Washington fue mucho más visceral. Senadores republicanos (duros) como Lindsay Graham acusaron explícitamente a MBS de orquestar el asesinato, recalcando que "debería marcharse". Demócratas y republicanos buscan ahora sanciones contra su principal aliado en Oriente Medio.
Es otra situación inédita. Podría escalar: medios de comunicación y grupos políticos están presionando para que la reacción de EEUU sea contundente.
¿Qué dice Riyadh? Que MBS no tuvo absolutamente nada que ver con el asesinato. Es una tesis improbable dado el férreo control del príncipe heredero sobre cualquier proceso político saudí. Arabia Saudí ha explicado que la muerte de Khashoggi en su consulado fue un "terrible error" ejecutado por un grupo independiente y ajeno a las decisiones del gobierno. Era su salida más factible, señalando al grupo de 15 matones (forense incluido) como un verso suelto.
¿Es creíble? No. Originalmente Arabia Saudí dijo que Khashoggi había salido del consulado. El cuerpo aún no ha aparecido. Con el paso de los días hemos sabido que Riyadh financió un grupo de trolls digitales para amenazar y amedrentar al periodista en redes sociales. También que uno de los 15 matones se disfrazó de Khashoggi tras su muerte y salió a las calles de Estambul para despistar a la inteligencia turca. No parece algo improvisado sino un plan sistemático.
¿Por qué ahora? De repente, la comunidad internacional, al igual que Renault en Casablanca, está escandalizada. Arabia Saudí ha cometido numerosas atrocidades en el pasado (incluyendo una hambruna y una epidemia de cólera en Yemen), pero sólo Khashoggi ha logrado romper el pacto tácito entre Occidente y la monarquía. En parte, se puede atribuir a la figura de Khashoggi (periodista, liberal, nuestro) y al lugar (Europa: haz lo que quieras, no en mi casa).
A partir de aquí, la crisis Khashoggi puede derivar en un conflicto abierto. Arabia Saudí ya ha negado cualquier tipo de embargo como el que provocó la crudísima crisis de 1973. Pero si EEUU y sus aliados siguen presionando, MBS reaccionará. Como ya ha avisado. Como siempre hace.