Mi madre, a quien le elegí un Nexus 5 hace tiempo, ya tenía dificultades para comprender que Android y Google son lo mismo. Gmail, sí. Drive, no. En general, Google es su buscador y otro par de cosas. Internet. Y hoy está con la mosca detrás de la oreja con la noticia de que Google pasa a ser una letra más de algo llamado Alphabet.
Mi labor es convencerla de que no, que todo lo que ella concebía como Google (y las cosas-que no-pero-me-suenan, también), sigue siendo Google, pero con otro nombre. Pero será Google cuando entre allí. Y cierta compañía española me ha echado el cable definitivo para explicárselo. Aunque antes, un poco de contexto: Google, la empresa, ahora es Alphabet. Y uno de los nombres más famosos de Internet se convierte en una submarca dentro del entramado.
Qué demonios es Alphabet
Google se enfrentaba a dos problemas tras una etapa de crecimiento bestia. El primero es más o menos obvio: imagina que eres Google. Te has gastado un pastizal en comprar empresas de termostatos, de roboces militares, de futuras skynets y de cualquier cosa que vieras en el Tiger de las startups y pensaras que iba a quedarte bien en el salón. Lo que hacías al principio -buscar cosas en Internet y vender publi- se te ha ido de las manos.
Tus servicios de correo, tu navegador, tu sistema operativo, tu app para que la gente deje de usar Office... Todo eso, que habías hecho los años anteriores, se podía excusar y vender en esa intención original. Pero lo de ahora no. Es un follón. Y ponerle tu nombre a las cosas no es la panacea de nada: Google Wave, Google+, Google Glass. No tienes un Jony Ive que diseñe las cosas más bonitas del mundo ni se te da bien poner los mejores nombres.
Aparte, toda esa gente que has comprado ya tenía un nombre. Y su propia estructura. Hay que dejarles currar a gusto. Si yo me dedico a hacer termostatos inteligentes (Nest) y me sopla en la nuca gente que se dedica a otras cosas, lo mismo eso no hace que mis termostatos sean mejores. Lo mismo me voy a otro sitio.
Eso es Alphabet, la solución al primer problema. Poner puertas y fronteras y nombres a sus distintos productos y servicios que no tienen nada que ver entre sí; mientras Page y Brin, los fundadores de todo esto, miran desde arriba en plan carceleros de panóptico.
Y Alphabet también es la solución al segundo: Google presumía en sus inicios de un principio hipocrático "Don't be evil" [no hagas el mal] que hace mucho que se pasaron por el googlearco del triunfo. Alphabet es un "mira, ya no os llamáis Google. Be todo lo evil que quieras, my friend".
Pero, tu madre, mi madre, Google
Nuestras madres y muchos de nosotros tenemos la edad necesaria para recordar un mundo sin Internet de banda ancha, sin operadores móviles virtuales, sin nada más que Telefónica.
Movistar es el ejemplo perfecto: "¿te acuerdas de cuándo Movistar era sólo la parte de Telefónica que hacía móviles? ¿Te acuerdas de cuándo Movistar pasó a ser todo lo que hace Telefónica? ¿Te acuerdas de que me llamaste hace una semana porque el Yomvi y el Canal+ ahora te salían con el logotipo de Movistar? Eso es Google y Alphabet"
Con la diferencia de que Google lo que está haciendo es quitar ese nombre. Como si Telefónica mañana decidiese ser Telefónica para unas cosas, Canal+ para otras, Tuenti para otras, Wayra para otr... No, espera. Igual que Telefónica. Ya está. Dile a tu padre o a tu madre que Google se ha hecho un Telefónica y lo entenderán perfectamente. Mientras no pases de Movistar al resto de nombres, al menos.
Lo que te espera en un futuro
Para una generación de personas, Google es Internet. Si empieza a ser otras cosas y bajo el paraguas de Alphabet, me imagino la situación más habitual de los próximos diez años:
-Me he comprado un coche de Google que es eléctrico. El que conduce solo no, el otro.
-Papá, Tesla no es de Alphabet
-¡Pero no tienen nada con la T!
Ceci n'est pas un alphabet.
Que tus padres entiendan que Google ahora es Google y más cosas con otro nombre es fácil. Lo difícil es que a partir de ahora entiendan que todo lo que huela a futuro no siempre será Google. Aunque, bueno, a mi padre le costó entender que la Surface que le cayó por Navidad era de la misma gente que hacía Windows.