Si la pregunta es cuál es el futuro del vino, cada vez más bodegas de Burdeos lo tienen claro: el vino sin alcohol

  • Las bodegas se abren al caldo "sin" entre nubarrones que ensombrecen su mercado nacional y extranjero

  • "Si sobrevivimos en estos tiempos difíciles es porque nos hemos desplazado hacia el mercado sin alcohol"

Timothe Durand M 82 Kczgmq Unsplash
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Hubo un tiempo, hace no tanto, en el que hablar de vinos sin alcohol en las bodegas francesas de Gironda o Nueva Aquitania, célebres por sus famosísimos vinos Burdeos, era casi una herejía. Anatema. Sacrilegio. Una línea roja que la mayoría de viticultores miraban con escepticismo cuando no directamente con aversión. Eso fue hace tiempo. Ahora, con uno de cada tres productores de vino de Burdeos afrontando problemas financieros, según datos del propio colectivo, las cosas se ven distintas. De hecho las botellas "sin" empiezan a mirarse más bien como un salvavidas.

Y tiene todo el sentido.

Malos tiempos para el vino. Las cifras son elocuentes. Y no demasiado halagüeñas para las bodegas galas. En Francia se bebe hoy menos vino que hace unos años y mucho menos que a mediados del siglo pasado. Según datos de Statista, el consumo nacional cayó un 24,5% en menos de dos décadas, entre 2005 y 2022, y el descenso es aún más pronunciado cuando echamos la vista a hace seis décadas. Si en 1960 la ingesta anual per cápita de vino rondaba los 120 litros, en 2020 estaba ya en torno a 40, precisa The Times. Y en ese declive el tinto ha sufrido más que otros tipos de caldos, como los espumosos, los rosados o blancos.

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Un panorama complicado. Las bodegas francesas no se encuentran con problemas solo en casa. Las que se dedican a exportar botellas lidian con sus propios desafíos, entre los que destacan las turbulencias que afronta la economía china, una política fiscal que afecta directamente al comercio con Estados Unidos y Reino Unido y la perspectiva de que Donald Trump utilice los aranceles como un recurso en su política internacional. A esos retos se añaden los cambios de hábitos entre los consumidores: la cerveza gana terreno al vino y hay estudios que muestran que los más jóvenes, la Generación Z, parecen distanciarse del alcohol.

Toca reinventarse. Hay un viejo y manidísimo adagio que asegura que las crisis son tiempos de reinvención. En Francia hay bodegas que han decidido aplicarse el cuento apostando por un producto que hasta hace no tanto sonaba casi a anatema y aún hoy divide a los puristas en la región dedicada al Burdeos: los caldos sin alcohol. Se lo contaba hace poco a la BBC Coralie de Bouard, de Clos De Bouard, quien empezó a dar vueltas a las posibilidades del vino sin alcohol cuando hace un lustro le encargaron un caldo para los dueños qataríes del club París Saint Germain (PSG).

"Mi familia no me habló durante un año, tal fue mi 'traición'. Y hoy todavía recibo mensajes de odio de viticultores que dicen que estoy arruinando el mercado", relata De Bouard a la cadena británica. "Pero ahora mi padre me felicita. Y si sobrevivimos en estos tiempos difíciles es porque nos hemos desplazado hacia el mercado sin alcohol". Aunque solo tienen dos marcas "sin", para Clos de Bouard suponen ya un tercio de todas las ventas.

"Ha sido muy difícil de aceptar". La frase es de Bernard Raboury, de la cooperativa Bordeaux Families, quien reconoce a la BBC que entre los productores del popular Burdeos ha habido a quien le ha costado (mucho) abrir sus bodegas al vino sin alcohol. Él asume sin embargo que es al sector al que le toca mover ficha porque, sencillamente, el mercado de 2024 se parece poco o nada al de los años 60, cuando según datos de la OFDT se vendían al año casi cuatro veces más bebidas alcohólicas por habitante. "Tenemos que evolucionar. La realidad es que los clientes ya no están donde estaban. Así que tenemos que buscarlos o se irán a otro lado".

De la llegada del vino sin alcohol a las bodegas tradicionales francesas dedicadas a los grandes caldos tintos y de lo complicada que en ocasiones resulta esa transición se han hecho eco medios como Reuterso The Times, que hace unos meses revelaba que la comercialización de botellas sin alcohol estaba generando cierta división y controversia entre los puristas de Burdeos. Cuando el diario británico publicó su crónica faltaban de hecho solo unas semanas para que la familia Meyre, uno de los grandes nombres de la industria en Médoc, lanzase al mercado su primer "sin".

¿El futuro del sector? No se trata de suplantar un producto por otro o de que las botellas “sin” vayan a desplazar a los caldos tradicionales, pero también resulta innegable que las previsiones del mercado de los vinos libres de alcohol apuntan a un claro crecimiento: si se cumplen las previsiones del Comité Nacional Interprofesional del Vino de Francia, su comercio mundial pasará de los 1.800 millones de euros de 2022 a 5.000 millones de euros en 2032.

Sus previsiones de crecimiento han llevado incluso a las autoridades comunitarias a abrir un período de reflexión sobre cómo regular los caldos que se venden en el creciente mercado vitivinícola de bebidas "sin" o con bajo contenido alcohólico.

"Vemos un gran interés por las bebidas con bajo contenido de alcohol o sin alcohol", comenta a Reuters Mickael Naassila, investigador sobre la adicción. "La gente está más preocupada por su salud". Con ese telón de fondo, las bodegas se enfrentan a desafíos crecientes, con sobreproducción, una caída en las exportaciones y la necesidad de arrancar hectáreas de viña.

"Cuando empezamos era basura". No solo ha cambiado el consumo y el mercado. Si los vinos sin alcohol han logrado abrirse paso es también en gran medida porque el sector ha movido ficha para que así sea. "Cuando empezamos hace unos años lo que hacíamos era francamente basura", asume Frédéric Brochet, enólogo de Burdeos y que ha ayudado a crear una gama de vinos "sin". "Hemos avanzado mucho y ahora estamos cada vez más cerca de nuestro objetivo. Opino que va a suponer una revolución en el mundo del vino".

De un método que consistía en eliminar el alcohol y añadir aromas, el sector ha pasado a métodos depurados, con destilación al vacío a baja temperatura y "captura" de aromas. No es lo mismo, reconocen desde el sector, que defienden que a día de hoy sí puede hablarse ya de "un momento de vino genuino" al descorchar una botella 'sin'. "Arona, taninos, frutas, equilibrio: todo está ahí".

Imágenes | Timothé Durand (Unsplash) y Megan Cole (Flickr)

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