Una cincuentena de personas han muerto en el último y más sanguinario tiroteo público de la historia de Estados Unidos. En el relato sobre la matanza se cruzan diversas historias, desde el omnipresente debate sobre el control de armas en la primera potencia económica del mundo hasta las ramificaciones del Estado Islámico y de sus seguidores en los países occidentales, pero de fondo dibuja un nuevo episodio de homofobia y de ataque a la comunidad LGBT. La última muesca en un revólver que, pese a los muchos y muy notables avances de los últimos años, se sigue cobrando muchas víctimas.
Si bien es cierto que el contexto que rodea al tiroteo de Orlando está preñado de lecturas de diverso calado, también lo es que el atacante, un ciudadano estadounidense de 29 años llamado Omar Mateen, se dirigió de forma exclusiva a uno de los clubes gay más frecuentados y populares de la ciudad de Florida, y que al mismo tiempo en Los Ángeles, la policía local detenía a un hombre de Indiana repleto de explosivos y armas de fuego con la intención de atentar contra el desfile del orgullo gay de la ciudad. Dos episodios aislados y, a priori, no conectados, que revelan el alcance aún patente de la homofobia en Estados Unidos.
Y que, en este caso, nos devuelve una imagen aún más global de la violencia y la represión contra el colectivo LGBT en el mundo. De forma paralela a la democratización de los derechos de la comunidad LGBT tanto en Estados Unidos (con la legalización nacional del matrimonio de personas entre el mismo sexo por parte del Tribunal Supremo) como en Europa (pese a las reticencias de una parte de los países de la Unión Europea), las personas no heterosexuales continúan viéndose sometidas a leyes de carácter represivo en multitud de países, y a ataques de relativa frecuencia en otros tantos.
Pero antes de llegar al big picture, partamos de Orlando.
El ataque al club Pulse: qué sabemos a esta hora
Durante la madrugada del sábado al domingo (hora local en Florida, Estados Unidos), Omar Mateen entró en el popular club gay Pulse, en pleno centro de Orlando, y disparó a la multitud congregada en su interior. Lo hizo armado con un rifle de asalto AR-15 (esto) y mató a 50 personas, hiriendo a otras 53 (algunas de ellas siguen en estado crítico, por lo que podrían perder la vida en los próximos días). Durante su asalto a la discoteca, apresó como rehenes a otra treintena de asistentes. Un cuerpo de especialistas de las fuerzas de seguridad entró poco después en el club, mató a Mateen y liberó a los supervivientes.
Las motivaciones de Mateen son aún desconocidas. Se sabe que horas antes del ataque había llamado a la policía afirmando obediencia al Estado Islámico, y que el canal de propaganda oficial de ISIS reivindicó el atentado poco después. Es poco significativo: ISIS también hizo lo propio con el tiroteo masivo de San Bernardino, aunque no controlara a los autores de la matanza ni estuviera en contacto con ellos. Se conoce poco más de Mateen, y aunque estaba incluido en un listado de sujetos peligrosos del FBI, no se ha confirmado ningún vínculo firme entre él y el Estado Islámico. Podría ser un lobo solitario e ISIS podría aprovechar la situación para apuntarse un tanto mediático.
Omar Mateen es ciudadano estadounidense, pero hijo de una pareja inmigrante afgana. The Washington Post ha publicado una pieza algo más profunda sobre su vida reciente. Su exmujer le acusa de malos tratos y le juzga como una persona inestable. Desde su separación, diversos amigos indican que Mateen se había vuelto una persona cada vez más religiosa y cercana a círculos islámicos, pero en ningún caso violenta. En esta otra pieza de NBC, su padre explica cómo Mateen entró en cólera cuando una pareja homosexual se besó delante de su familia, y cómo aquel episodio podría haber espoleado este. Pero poco más.
MAPA: Muchas ciudades en EEUU tienen tantas muertes por armas como los países más violentos https://t.co/vdyozEtsoK pic.twitter.com/Kbr22gQuwN
— CityLabLatino (@CityLabLatino) 12 de junio de 2016
Pulse era un conocido bar de ambiente de Orlando. En el momento del ataque, se estaba celebrando una fiesta dedicada a la comunidad latina. Se trata del tiroteo masivo más importante de la historia reciente de Estados Unidos (en este artículo de Mother Jones se pueden comparar las cifras con anteriores capítulos de violencia armada en EEUU). Florida tiene una de las leyes más laxas para la obtención de armas de asalto en todo el país.
Historia y presente de ataques al colectivo LGBT
El debate mediático gira a esta hora en torno al carácter homófobo o no del ataque de Mateen. ¿Es tan sólo un episodio más de tiroteo masivo como los muchos otros que ha sufrido Estados Unidos con anterioridad? ¿Es más relevante el carácter islamista del atacante y su tan-solo-sobre-el-papel vinculación con el Estado Islámico? La respuesta se encuentra en el término medio, como es habitual, y la suma de los factores da como resultado el producto final. Pero si no es momento para "identity politics", como defiende un articulista en el New York Times, es evidente que la identidad de las víctimas importa.
Porque fueron atacadas precisamente por su identidad. Obviando el abierto carácter homófobo del Estado Islámico y del yihadismo internacional, el colectivo LGBT sufre más crímenes de odio y más ataques violentos en Estados Unidos que otros segmentos sociales. Como explica The Washington Post recogiendo datos del FBI, un 17% de las acciones violentas anuales del país se dirigen hacia personas LGBT, cuando sólo representan alrededor de un 4% del censo total (aunque el porcentaje es inexacto por diversos motivos).
Y la cifra podría ser mayor, porque los ataques por motivos de orientación sexual tienden a no ser declarados. En agregado, tan sólo la raza implica un mayor riesgo de sufrir acciones violentas que la orientación sexual de un estadounidense medio. La historia del país, como la de muchos otros estados europeos antes, está plagada de actos violentos contra la comunidad LGBT: desde UpStairs Lounge, donde 32 personas perdieron la vida tras un incendio provocado en Nueva Orleans, hasta los sucesos de Galveston en 2009, pasando por Orlando y Los Ángeles. Más allá de Mateen, ser gay es aún motivo de persecución.
De forma paralela al debate desencadenado tanto en Estados Unidos como en medios hispanos, un hecho singular y relacionado con los ataques encendió las redes anoche: las personas LGBT no pueden donar sangre dadas las regulaciones del gobierno federal. Como explica Univisión, "la normativa federal (...) impide a los hombres gays y bisexuales de Estados Unidos donar sangre antes de que transcurra un año de haber tenido relaciones sexuales con otros hombres". El hecho, lógicamente, representa una amarga ironía que hoy, décadas después del pico de infecciones VIH, adquiere un carácter discriminatorio.
Orlando Hospitals need blood donations to help save gay people.
— Bobby Blanchard (@bobbycblanchard) 12 de junio de 2016
Yet gay people can't give blood to help their own. Because they're gay.
Sucede allí y al otro lado del Atlántico. Sólo este año se contabilizan una cincuentena de ataques a personas homoseuxales en Madrid. Dos de los últimos sucedieron de forma consecutiva a finales de abril, cuando una pareja fue intimidada y agredida cerca de la Puerta del Sol por su condición sexual. Eso sucede en el centro de la capital de España, uno de los cinco países más seguros de Europa para la comunidad LGBT, según IGLA, una de las asociaciones más importantes de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales del mundo. La situación en otras partes de Europa es peor. Y dramática en otros continentes.
Homofobia y leyes: la violencia institucionalizada
Repasamos el estado de los derechos LGBT en el mundo brevemente en este post. Un amplio número de países latinoamericanos y europeos ofrecen hoy protección y amparo legal a la comunidad, pero no es el caso para la gran mayoría de estados africanos y asiáticos. Al margen de los ataques violentos en Orlando o Madrid, el colectivo homosexual es reprimido de forma institucional en al menos ochenta países (desde penas de cárcel hasta penas de muerte, el estatus legal de las personas LGBT varía). Sólo en Irán alrededor de 6.000 personas han sido procesadas por su orientación sexual.
En muchos de los estados marcados en rojo, como Arabia Saudí, se han producido ejecuciones de personas por su condición sexual. En otros marcados en gris, su situación no es mucho mejor. Rusia es quizá el ejemplo más conocido de todos, a raíz de las políticas poco tolerantes del gobierno de Putin hacia los homosexuales. Es imposible saber cuántas personas mueren al año por su orientación sexual, como se explica aquí, pero las cifras conocidas rondan las 1.000 víctimas al año. La homofobia, en todo el mundo, sigue siendo mortal.