Situación: un joven youtuber llamado Reset, residente en España, prepara uno de sus habituales vídeos para el más de millón de seguidores que sigue sus aventuras diariamente. Al inicio del vídeo habla de diversos retos que le han planteado, y conforme avanzan los minutos los va cumpliendo. A mitad del minutaje, se lanza a por uno bastante particular: rellenar un paquete de galletas Oreo con pasta de dientes y entregárselo a un vagabundo que pide en la puerta de un supermercado. Reset sale y le entrega las galletas.
La reacción es inmediata: 700.000 visionados después, tuiteros, comentaristas y otros youtubers se manifiestan en contra de la acción del joven youtuber, y comienzan a criticarlo sin demora. Junto al paquete de galletas, Reset había entregado al sintecho 20 euros. Vista la negativa reacción del público, Reset acude de nuevo al lugar donde se topó con la víctima de su broma, habla con él, constata que no-ha-sido-para-tanto y le da más dinero.
Pero la polémica continúa. Y es normal. Porque Reset no es un caso aislado: es el síntoma de un cultura, la youtuber, que por más masiva que sea no está exenta de vicios reprobables. Y el pobre vagabundo es sólo el último ejemplo.
La acción de Reset y lo viral de la reacción en su contra no es un caso aislado: hace escasas semanas, el ya célebre vídeo del "caranchoa" de MrGranbomba, que terminó retirándose de YouTube y entregando su canal a Hawkers, redundaba en el mismo patrón, la utilización de personas anónimas en espacios públicos como atrezzo para las abundantes bromas del youtuber. La calle como víctima del ingenio, como imán de visitas.
Un problema de contenidos agotados
La eclosión del fenómeno youtuber estuvo estrechamente ligada al comentario y crítica de videojuegos, a una forma de consumir contenidos por parte de toda una generación en formato audiovisual. Ya no se buscaban críticas en recónditas revistas de kiosko, sino narradores en primera persona, colegas que comentaran de forma amena y divertida qué les estaba pareciendo un juego cualquiera.
Recibi comentarios de que me pase con el vagabundo a si que fui a verle y esto me dijo. pic.twitter.com/dDA8auJsGj
— ReSet (@ReSetG4MER) 17 de enero de 2017
De ahí a todo lo demás: el youtuber pasó de ser un mero prescriptor a ser un rey del entretenimiento. El humor, intercalado con toda clase de retos y bromas, se implantó entre los canales mayoritarios. ElRubius o Wismichu podían tener cierta ligazón con el universo gamer, pero lo que realmente les hacía especiales era su capacidad para conectar con el pulso emocional adolescente, con sus formas de entretenimiento. A veces muy bien, a veces de formas cuestionables.
Pero no todo el mundo tiene el talento de ElRubius. Y en un mercado cada vez más saturado, con las estrellas emergentes desplegándose en televisión y en teatros, YouTube se convirtió en una competición, en cierto modo, por abrirse hueco a través de vídeos y formatos más espectaculares. Las bromas telefónicas de Auronplay se trasladaron a los insultos callejeros de MrGranbomba, y los "challenge" de ElRubius a los retos de Reset.
Y en esa competición, los retos cada vez más arriesgados, más espectaculares, más ligados a la tradición televisiva de tomar el pelo con cámaras ocultas a los viandantes, han ganado peso. Y con ellos, se ha abierto una brecha de contenidos, del entretenimiento a lo censurable.
El chaval de las galletas con pasta de dientes es basura humana, hasta ahí estamos todos de acuerdo. PERO, y aquí viene lo interesante,
— Felipez360 (@Felipez360) 20 de enero de 2017
Como explica @Felipez360 y como replican otros en Twitter, Reset tan sólo es el resultado de una tendencia más a largo plazo donde una elevada competitividad y un evidente agotamiento del formato chico/a-hablándote-a-cámara han impulsado contenidos más virales y también más sensacionalistas. No es nada que no hayamos visto antes: la televisión generalista lleva años sumida en el mismo proceso (arrastrando a millonarias audiencias).
El contenido-basura es inevitable, y más aún en una plataforma abierta como YouTube donde cualquier persona que observe el éxito de otros youtubers aspire a repliclarlo (obviando ideas más atrevidas y originales y optando por contenidos más directos, atrevidos, a pie de calle y espectaculares, pero también reprobables). La cuestión es qué canales se fomentan, qué grado de decisión quiere tener YouTube y cuál es la tendencia.
Es probable que el proceso sea inevitable o que la presión mediática, como la que obligó a MrGranbomba a retirarse, ejerza de censura. Pero entre tanto, el universo youtuber tiene frente a sí un problema que quizá no sepa solucionar. Con Salsa Rosa incluida.
video sobre el tema que critico auron https://t.co/DvLGTH8v5p
— ReSet (@ReSetG4MER) 20 de enero de 2017