A falta de descubrir lo que nos tiene preparado DC por la banda de los antihéroes, Expediente Warren: El caso Enfield ha sido lo más refrescante del verano en nuestras carteleras. James Wan ha trabajado una interesantísima pieza de terror del de verdad, del que sugiere y asusta, pura artesanía de género. Eso, de entrada, está bien, pero es que además nos ha presentado a uno de los personajes más terroríficos del cine reciente, la monja satánica con poderes tanto para reconvertirte al catolicismo como para transmutarse en cuadro del Ojo Mágico.
El demonio monjil es real. Valak. Valu, Ualac, Valac, Volac… o como quieras llamarlo. La famosa investigadora de lo sobrenatural Lorraine Warren, a la que interpreta Vera Farmiga en las adaptaciones cinematográficas, ha confirmado que el espíritu de ese demonio la rondó en el pasado con malos presagios, y que encontró referencias a la criatura en el Clavicula Salomonis Regis, un grimonio anónimo del siglo XVII y uno de los libros de demonología catolica más populares.
Dentro del universo infernal, Valak sería algo así como un alto noble, un cargo intermedio-alto en el esquema gubernosatánico. Según los escritos, tenía su propio carruaje de dragón de dos cabezas y hasta 30 legiones de súcubos a su cargo. También se llevaba a los niños en volandas, probablemente para comérselos o para hacer algo todavía peor. Aunque, bueno, nada de esto está confirmado.
Más documentado está el mismísimo caso Enfield en el que se basa la película, libre adaptación de un fenómeno mediático que tomó a la sociedad británica de los 70 sobre un hogar encantado como el que vemos en la cinta. Videos y audios de una niña que hablaba con voz extraña, ruidos en las paredes, fotografías de lo que podía ser una persona levitando... Maurice Grosse y Guy Lyon Playfair fueron algunos de los estudiosos que se acercaron a la mansión para intentar demostrar la veracidad de su historia, pero lo que prevaleció entre los muchos expertos que pasaron por allí es la falta de pruebas y la manipulación de la familia.
Hay, por supuesto, otros espeluznantes casos, reales o no, que se han utilizado como base argumental para películas de terror. Y de entre los que son ciertos, hay algunos que dan más miedo que The Conjuring 2.
Expediente Warren: el caso Amityville
El matrimonio Warren ha protagonizado algunos de los grandes episodios de la historia de la demonología (es lo que tiene haber investigado miles de casas con potencial para lo paranormal). El más famoso y polémico de todos ellos será, probablemente, el de Amityville, que sirvió de base para Terror en Amityville y la primera película de Expediente Warren.
Un agente inmobiliario que se olvida de explicarles a los nuevos inquilinos ese incómodo pasaje que sufrió la casa un año atrás. Nada demasiado importante, un asesinato injustificado y repentino de toda tu familia por parte de un chico de lo más normal. Luego claro, que si sonidos de puertas, que si líquidos en el suelo o levitaciones... Pese al trabajo del matrimonio por demostrar la presencia de entidades demoníacas, todo se vio más tarde como un inmenso fraude por parte del asesino (por una posible reapertura de su caso) y de los nuevos inquilinos (que ganarían fama y dinero).
Annabelle: muñecas kinéticas
Los Warren dieron para muchas más historias, entre ellas la de una muñeca un tanto tétrica, aunque el juguete real no tuviese un aspecto tan terrorífico como la que se usó en la reciente Annabelle. Al parecer en los 70 no era tan extraño que le regalasen a juguetes a chicas postadolescentes. Eso hizo la madre de Donna cuando le dio a su hija, estudiante de enfermería, una muñeca de trapo Raggedy Ann, populares en la época. Luego la figura empezó a moverse de sitio y a dejar notas escalofriantes.
Como los sucesos iban a más, madre e hija solicitaron ayuda de una médium, que les contó que la figura estaba poseía por el espíritu de una niña que solicitaba que la acogieran en adopción, como si fuese una más de la familia (se trataba de una treta del poltergeist, maligno). Murió un cura de la época por hacerle una reprimenda a la muñeca y todo. O eso cuenta Ed Warren a día de hoy, única fuente que tenemos para validar el carácter demoníaco de la muñeca (como siempre que se trata de los Warren, los escépticos desacreditaron esa teoría).
Open Water: vacaciones en alta mar
¿Al final te has animado a ver Infierno Azul, esa película que tenemos en cartelera y en la que Blake Libely hace de surfera y luchadora contra un tiburón asesino? Bueno, su argumento se parece bastante a Open Water, inédita en nuestro país, de 2003. Ésta se basaba en hechos reales, una tripulación de buceadores en Las Bahamas se dejó a dos de sus miembros en mitad del mar.
Nunca se encontraron sus cuerpos, pero la zona estaba plagada de especímenes del depredador acuático, así que es fácil saber qué fue de ellos. Como te puedes imaginar, la película acompaña a este afortunado dúo a la deriva en el imaginado escenario de los días que siguieron a su abandono.
El Exorcismo De Emily Rose y la negligencia creyente
¿Sabes de esos típicos casos del pasado en los que hablan de cómo enclaustraban a hombres y mujeres por estar endemoniados? Conocemos estas historias por ser un clásico ejemplo de mal diagnóstico de alguna enfermedad, del tipo de la epilepsia, en siglos pretéritos. La alemana Anneliese Michel sufrió esto mismo, pero en 1976. Sus padres estaban convencidos de que tenía al diablo en el cuerpo y por eso, un par de exorcistas la trataron, como vemos en la adaptación de hace unos años, El exorcismo de Emily Rose. La sometieron a 67 rituales en 10 años, y la tenían apresada para que no escapase de la cama. Tampoco la dejaron ser vista por ningún médico.
La chica acabó pesando como 30 kilos antes de que su cuerpo colapsara. Las autoridades revelaron que se trató de un caso de depresión y esquizofrenia. Los padres la habían llevado a la muerte a su propia hija, y eso da más miedo que nada de lo que aparecía en aquella película.
El Exorcista, una posesión auténtica
Aunque claro, si hablamos de exorcismos, cómo no mencionar El Exorcista. Sí, lo de William Friedkin se trataba de un caso de adaptación bastante libre de los hechos reales, aunque los gestos de los rituales de sanación cristiana que le aplicó el padre Merrin a la paciente estaba reproducidos con fiel detalle.
Aunque claro, en la historia real no se trataba de una Regan, sino de un Ronald. Era un niño, bajo el pseudónimo de Roland Doe o Robbie Mannheim el que protagonizó una serie de situaciones paranormales a finales de los 40 y que después adaptaría William Peter Blatty en la novela que inspiraría a la conocida película. Que el niño jugase con la ouija está confirmado. También algunos gestos diabólicos, aunque eso de girar la cabeza 180 grados o andar en extrañas posturas de yoga bajando las escaleras son golpes de efecto inventados para las audiencias fílmicas.
La matanza de Texas
Ed Gein es probablemente el psicópata favorito del cine de terror. En él se han inspirado para elaborar a personajes que van desde el Norman Bates de Psicosis, el Hannibal Lecter de El silencio de los corderos o el Leatherface de La matanza de Texas. Dejaremos a un lado su misoginia, vertiente que utilizaría Hitchcock para su reimaginación de este ser; nos adentramos en su afición a despellejar y a tapizar y confeccionar todo lo que pudiera con piel humana.
Piel de brazos y piernas usada para hacer pantallas de lámparas y asientos, calaveras convertidas en platos de sopa, un corazón humano en una sartén, un collar de labios humanos, un chaleco hecho de vagina y pechos... hasta bodys y máscaras se había fabricado ensamblando distintos fragmentos de cadáveres, principalmente de mujeres, que sacaba de tumbas o de los asesinatos que había cometido. El carnicero de Plainfield acabó en un manicomio, donde se portó muy bien hasta el final de sus días.
Las colinas tienen ojos y la antropofagia histórica
Wes Craven filmó otro de sus clásicos del terror a finales de los 70. Para la ocasión nos toca una familia atrapada en el desierto de Nevada y que acaba siendo perseguida por unos mutantes endogámicos que vivían en las montañas. No es de la época contemporánea de donde Craven sacó la inspiración para esta historia, sino de los eventos de un escocés muy anterior, que se cree vivió en el siglo XV-XVI aproximadamente.
Alexander “Sawney” Bean y sus decenas de incestuosos hijos podrían haber vivido en la zona, matando (y devorando) a más de mil personas a lo largo de más de 25 años, o eso dice la literatura alrededor de esta figura. Se escondían en cuevas y tenían aterrorizadas a las poblaciones cercanas. Sabemos de estos hechos por primera vez en la literatura británica del siglo XVIII, con lo que es posible que todo esto sea una invención inglesa, pero ante la duda…
La huérfana: mucho más que una niña caníbal
Atención, si no la has visto, te estamos arruinando la película de La huérfana, que funciona disponiendo todo narrativamente para el descubrimiento final. Pero desde luego la historia de Esther es fascinante... Y un caso muy cercano a otro real, el de Barbora Skrlová. Barbora, una checa de 33 años, padecía de hipopituitarismo, por lo que su aspecto era el de una niña de 13 y tenía delirios de personalidad por los que se hacía pasar por una infante.
No fueron las primeras en adoptarla, pero cuando logró que las hermanas Klara y Katerina Mauerova la acogieran en su casa, su manipulación fue mucho más allá. Las hermanas, que vivían con los hijos pequeños de Klara, eran esquizofrénicas (o eso alegaron después), y Barbora logró confundirlas para que se apuntasen a una secta, El Movimiento Grial, que fomentaban entre otras cosas el abuso infantil y la antropofagia. Metieron a sus hijos en jaulas. Los torturaron y violaron de múltiples y terribles formas. Después Barbora decidió sobrealimentarlos para luego comérselos. Les hicieron engullir trocitos de su propia piel. De beber, su propia orina.
Las autoridades llegaron al lugar por casualidad, un vecino captó la señal de las cámaras con las que vigilaban a los pequeños y avisó a la policía, que arrestó a las hermanas Mauerova. Pero Barbora huyó. No sería hasta un año después que la encontrarían. Había ido a Noruega y ya había sido adaptada por otra familia. Las dos hermanas fueron condenadas a 12 años. Ella, solo a 5. Las tres apelaron sus sentencias. Como ves, La huérfana se quedó en un juego de niños comparado con esto.
Elephant: la conmoción adolescente
¿Película de terror? Por qué no. Da bastante miedo eso de, después de pasear por una escuela y conocer a toda su fauna, ponerse en la piel de los asesinos que protagonizarían una de las masacres más escandalosas de Estados Unidos. Hay que trasladarse a 1999, cuando Eric Harris y Dylan Klebold decidieron hacerle pagar a todos los compañeros de instituto que tan poco estima les tenían. 15 muertos y 24 heridos antes de que se volaran la tapa de los sesos, hechos reproducidos hasta ahí con bastante fidelidad por la cámara de Gus Van Sant en una película que le granjeó la Palma de Oro en Cannes.
Y si quieres leer sobre algún otro caso, aquí han seleccionado otras películas de terror que también se basaron en hechos reales.