Estados Unidos no cuenta con el mejor sistema de salud del planeta. No es un secreto a voces: a nivel de servicios públicos, una de las diferencias más acuciadas entre el modelo de estado de bienestar europeo y estadounidense es el acceso a una sanidad barata y de calidad. Mientras en el viejo continente la mayor parte de sistemas son públicos y universales, en Estados Unidos la realidad es distinta. ¿Pero hasta qué punto?
Aunque no es la única métrica indicadora de la calidad de un sistema sanitario, un buen modo es observando este gráfico realizado por Max Roser en Our World in Data. En él, se comparan en dos ejes tanto el gasto por cápita en salud como la esperanza de vida. El resultado es espantoso para Estados Unidos: mientras en el resto de países el aumento en gasto sanitario se ha traducido durante el siglo XX en una mayor esperanza de vida, en Estados Unidos la correlación es mucho más tenue, y la esperanza de vida ha aumentado de forma muy lenta.
Y lo que es pero, a un precio altísimo. Mientras los modelos sanitarios europeos son baratos, el estadounidense es absurdamente caro.
¿Pero cómo han terminado siendo tan excepcionales?
La sanidad de Estados Unidos es muy, muy cara
Hace algunos meses, Vox explicaba el problema a través de más gráficos. Nosotros tratamos la diferencia entre Europa y EEUU en este reportaje.
En esencia, nadie paga más dinero por un tratamiento médico o por un medicamento que un paciente estadounidense. Esto no está relacionado con el número de veces que los estadounidenses acuden al hospital o a la consulta, menor que otros países de su entorno como Japón o Alemania, sino con el modelo de distribución de la sanidad nacional. Mientras en Reino Unido o España tenemos un órgano central, público, que negocia en beneficio de 47 y 63 millones de personas, en EEUU son muchas aseguradoras y hospitales por separado.
¿Cuál es la consecuencia lógica de lo anterior? Los países europeos, con sus modelos sanitarios mayoritariamente públicos, consigue comprar medicinas y herramientas médicas a precios más baratos, por pura cuestión de escala (si tienes un mercado de 80 millones de habitantes, tienes una posición negociadora fuerte). En Estados Unidos cada aseguradora y hospital va por su cuenta, de modo que hay miles de negociadores con un mercado muy fragmentado. Ahí, los distribuidores pueden imponer mejor su ley.
El resultado son precios más altos para todo. Un ejemplo, esto es lo que cuesta una operación de rodilla en EEUU y otros países:
Y esto es lo que cuesta un reemplazo de cadera en EEUU y otros países:
De forma sistemática, los estadounidenses pagan más por su modelo sanitario. Uno que, además, ha resultado ser ineficiente. Sólo la reforma reciente de Barack Obama ha permitido a millones de estadounidenses sin seguro acceder a un mínimo de servicios sanitarios. Antes quedaban excluidos. Y dado que este enorme gasto sanitario no está relacionado con la mejora de la infraestructura, del volumen de médicos y profesionales dedicados al sector o con innovación y desarrollo, su enorme inversión no se traduce en mejores resultados médicos.
¿Cómo de útil es medir por esperanza de vida?
No demasiado.
Aunque pueda servir de indicador intuitivo, la esperanza de vida está influenciada por otros factores. Existe una alta correlación, sin embargo, pero llegados a un punto de inversión, esta se difumina. Lo contaba Javier Padilla en El Diario: si bien tener unos hospitales y unos servicios de atención primaria eficientes y universales es importante para que una población viva más tiempo, la maximización de recursos también es capital. Gastar más no es lo más importante (aunque ayude), sino gastar bien.
En este gráfico se aprecia bien. Aun cuando hay correlación, Noruega no tiene mayor esperanza de vida que Israel, gastando más.
Además, hay otros elementos que influyen en la esperanza de vida de un país. España ha puntuado de forma sistemática entre los más altos, cuando no a la cabeza de la tabla. Según un estudio de The Lancet, cuestiones como la alimentación (y la bien vanagloriada dieta mediterránea que se disfruta en la península) o los cuidados entre familiares y conocidos también contribuyen a prolongar nuestro arco vital frente a otros países.
Y un último punto: Estados Unidos no mide la esperanza de vida exactamente del mismo modo (entre otras cuestiones, los no-natos que no han pasado de los tres meses en gestación contribuyen a bajar la esperanza de vida, cosa que no sucede en todos los países). Además, habría que sumar otras cuestiones externas como la alta violencia que sufre el país y que en ningún caso se da en las pacíficas sociedades europeas. Pero en cualquier caso, Estados Unidos es un caso aparte, y peor: gasta mucho más para vivir mucho menos.