Los mapas solían ser grandes. Es algo que hemos olvidado gracias a las nuevas tecnologías y a la representación bidimensional de las cartografías modernas. Hoy en día podemos abrir Google Maps y hacer y deshacer a nuestro antojo, alcanzando planetas tan lejanos como Marte o logrando pasear en primera persona por ciudades tan remotas como Ulan Bator.
Ahora bien, en el siglo XVI recrear las proporciones y el tamaño del globo terráqueo implicaba embarcarse en gigantescos proyectos ensamblados a distintos niveles. Los primitivos cartógrafos de la Edad Moderna debían crear grandes lienzos sobre los que volcar detalles, orografías e información valiosísima para un consumidor que, de otro modo, perdería gran parte de la información. Y ningún mapa fue tan grande como el de Urbano Monte.
Radicado en Milán, Monte diseñó en 1587 uno de los mapas más extensos de su época. Cuadrado, desplegó toda la información que pudo recabar en torno a más de sesenta láminas que, adosadas, formaban un extenso lienzo de tres metros de largo y tres metros de ancho. Tan magno proyecto jamás fue completado, y las piezas sueltas de su trabajo quedaron repartidas en dos copias a mitad de camino entre Milán y la Universidad de Stanford.
Allí, el equipo de David Rumsey (su colección es posiblemente la más rica en cartografías históricas de todo el mundo, y está disponible públicamente para nuestro deleite) ha logrado digitalizar todas las láminas y ensamblarlas sin mayores problemas. Rumsey y compañía cuentan que el proceso de pegado ha sido muy sencillo, sin apenas retoques digitales, gracias a la tremenda exactitud del diseño original de Monte.
Sobre el mapa sobran las palabras. Amén de su grandeza, su nivel estético es raramente comparable. Al colocar al Polo Norte en el centro de la imagen, Monte logró eliminar las graves distorsiones planteadas por la proyección de Mercator (antecesor y maestro del cartógrafo italiano). El resultado fue una descripción del hemisferio norte (el más conocido por los exploradores europeos) bastante acertada y coincidente con la realidad.
Monte introdujo multitud de poblaciones y detalles que permitían al ciudadano de su época hacerse una idea aproximada del lugar en el mundo que ocupaba. El mapa no sólo era una relación de nombres geográficos, sino también inscripciones culturales, expediciones relevantes del momento (como los barcos que comerciaban con las Indias Españolas y la metrópoli) y numerosas adiciones de culturas lejanas para el conocimiento europeo, como la japonesa.
La exactitud del dibujo de los continentes deja mucho que desear lejos de Europa y las Américas, como no podía ser de otro modo en aquella época, pero por lo demás la ambición y el grado de información del mapa lo colocan al margen de cualquier coetáneo. El de Monte es posiblemente uno de los ejercicios de cartografía más ambiciosos y alucinantes del siglo XVI, un tiempo en el que la ciencia geográfica aún andaba en pañales, y por ello resulta tan fascinante.
Aquí van algunos ejemplos.
En Xataka | Google ha sobreimpreso el mapa de 1587 de Urbano Monte sobre Maps y el resultado es alucinante
*Una versión anterior de este artículo se publicó en febrero de 2018