Airbnb, Uber, BlaBlaCar… si lo pensamos, es fascinante el delicado equilibrio gracias al que funcionan muchas de nuestras aplicaciones, esas que nos hacen depender de la honestidad y buena intención de miles de desconocidos para recibir un servicio que se las promete real a través de un puñado de datos en una base de datos. Un periodista ha querido demostrarnos lo fácil que es engañarnos a través de estas plataformas. Para la ocasión Oobah Butler ha elegido Tripadvisor .
Butler tenía ya experiencia en el engaño gastronómico. Restaurantes reales le pagaban por redactar reseñas falsas pero convincentes en el agregador del búho. De cobrar 10 libras por comentario ha pasado a cazador de historias para la socarrona Vice. Empezaba su plan: ver lo lejos que podría hackear el sistema y alzar su restaurante ficticio entre los mejores restaurantes de Londres.
The Shed at Dulwich (El cobertizo de Dulwich) nacía con una tarjeta de móvil prepago, una página web y un perfil en Facebook. El escenario: fotos con ángulos bien buscados del trastero del redactor. La comida: pastillas de cloro, tela, espuma de afeitar y hasta un trozo de su pie sazonados con colorante, granos de café y cilantro.
Británico y “vegan friendly” son las categorías alimenticias, aunque The Shed tiene una particularidad: no elaboran platos tradicionales, sino que “interpretan tus sentimientos” y a través de ellos te ofrecen delicias personalizadas, jerga gastronómica que funciona bien entre los nuevos bistró-experiencias. Puedes ver aún la caché de su perfil aquí.
Lujuria, amor, contemplación… tú eliges tu estado de entre los propuestos por la carta. Dependiendo de tu talante podrás optar por una ración de riñones de conejo en tostadas condimentadas con azafrán y caldo de ostras o una deconstrucción de carne de vaca de raza Aberdeen, entre otras suculentas propuestas. El resultado ya es lo bastante convincente, lo suficiente como para poner en marcha el perfil en TripAdvisor.
Lógicamente empezaron desde abajo, arrancando en el puesto 18.000 de entre todos los restaurantes de Londres. Unas cuantas y estudiadas críticas positivas les hizo llegar al puesto 10.000 sin problemas. Algo que parecía generar interés era la exclusividad de su negocio, inaccesible para todos los que no hayan hecho una reserva telefónica por la que te darán mesa a semanas vista y sólo entonces conocerás la ubicación precisa del restorán.
Y según cuenta el reportero (y confirma The Washington Post) la gente empieza a llamar, picados por el misterio, la novedad en sus barrios, lo atractivo de la propuesta. Las llamadas, para las que la respuesta de Butler siempre son unos escuetos “todo completo” o “llame usted la semana que viene”, acrecentan el hype. Es la sensación, está escalando puestos y ninguno de tus conocidos ha podido acceder a él.
Avanzan las semanas, aumentan las falsas reseñas y las solicitudes. Para cuando han llegado al puesto nº 30 ya se han encontrado con que algunos proveedores de alimentos han enviado muestras de sus productos a la ubicación que creen próxima a The Shed. Los currículums de cocineros y camareros llenan la bandeja de entrada del restaurante, y hasta un ayuntamiento pidió que el establecimiento se mudase a su zona.
Un día descubren que ya están en lo más alto: son el local mejor valorado de todo Londres. TripAdvisor se comunica con ellos: quieren recopilar más información sobre su enigmático sitio. Por alguna razón no consiguen desenmascararles… todavía. Pero tras dos semanas en el podio el riesgo es absoluto. El periodista y sus amigos deciden acabar con todo y aceptan un par de las últimas reservas que se han solicitado. Adecentan el “cobertizo” y compran algo de comida congelada que sólo dos de los cuatro clientes se toman con humor.
Según la plataforma, que retiró el anuncio al poco tiempo, todo este complot había pasado inadvertido ante sus sistemas por una sencilla razón: el timo que están acostumbrados a perseguir son aquellos locales verídicos que buscan hacer escalar sus garitos mediante comentarios falsos para aumentar su volumen de negocio. Que alguien intente crear un falso restaurante, por el que no va a ganar ningún incentivo económico real, sólo puede ser cosa de unos “periodistas que quieren probarnos”.
Puedes leer la historia completa (y de paso ver las fotos de los accidentes gastronómicos y la recepción de los clientes reales) aquí.