Si España cree tener un problema con las pensiones es porque no conoce el del Vaticano: su fondo encara la bancarrota

  • El Papa ha enviado una carta a los cardenales en la que reconoce "un grave desequilibrio" en el fondo

  • "El sistema es incapaz de garantizar a medio plazo el cumplimiento de las pensiones para las generaciones futuras"

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España no es la única que pierde el sueño por el futuro de su sistema de pensiones. A cientos de kilómetros, en la otrora poderosa, rica e influyente Santa Sede, las cosas no van mucho mejor. Acaba de reconocerlo con claridad meridiana el papa Francisco, quien a finales de noviembre envió una carta a sus cardenales en la que reconoce que la Caja de Pensiones del Vaticano se enfrenta a un "grave desequilibrio" que amenaza con agravarse con el paso del tiempo, y advierte: "El sistema actual no está en condiciones de garantizar a medio plazo el cumplimiento de la obligación de las pensiones para las generaciones futuras".

Hay quien ya habla de que el Vaticano bordea la bancarrota.

¿Qué ha pasado? Que el papa Francisco ha enviado a todos sus cardenales una carta para abordar una cuestión que, recuerda, ha sido foco de "preocupaciones" para sus predecesores: la Caja de Pensiones del Vaticano. Y la misiva de Bergoglio no está pensada precisamente para trasladar buenas noticias al respecto. Más bien busca llamar la atención tanto de la curia como de la sociedad en general (la carta se divulgó a través del servicio de prensa de la Santa Sede) sobre su delicada salud y los nubarrones que se avecinan.

"Con la presente carta pretendo llamar hoy vuestra atención sobre una cuestión que me interesa especialmente, ya que nos enfrentamos a problemas graves y complejos que corren el riesgo de agravarse si no se abordan a tiempo. Me refiero a la gestión de nuestra Caja de Pensiones, considerada ya entre las cuestiones centrales de la reforma económica, por haber sido objeto de 'preocupación' de los sucesivos pontífices desde su creación", arranca Bergoglio.

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¿Qué es la caja de pensiones? Básicamente, el Fondo di Pensioni del Vaticano garantiza la cobertura del personal eclesiástico, religioso y laico, que trabaja en la Curia Romana, el Estado de la Ciudad Vaticana y los organismos y entidades que se encarga de gestionar la Sede Apostólica. Sus características y funcionamiento están plasmados en un reglamento recogido por la propia Iglesia en el que habla también de las prestaciones para los familiares del personal fallecido.

¿Y cuál es su situación? En su carta el Papa no aporta cifras ni baja al detalle, pero sí deja caer unas cuantas ideas que indican que el fondo no pasa por su mejor momento. Tras realizar varios estudios —explica el Sumo Pontífice— la Santa Sede ha llegado a la conclusión de que la actual gestión de las pensiones, teniendo en cuenta sus activos, genera "un déficit importante". Es más, las auditorías más recientes dibujan un horizonte con curvas.

"Desgraciadamente la cifra que ahora se desprende […] indica un grave desequilibrio prospectivo de la Caja, cuya magnitud tiende a aumentar con el tiempo en ausencia de intervención. En términos prácticos, esto significa que el sistema actual es incapaz de garantizar a medio plazo el cumplimiento de la obligación de pensiones para las generaciones futuras", concluye Francisco, "plenamente consciente" de la necesidad de adoptar "medidas estructurales urgentes" y que el Vaticano no puede posponer si quiere garantizar "la sostenibilidad" del Fondo de Pensiones.

¿Qué medidas? De nuevo, la carta no cuantifica ni deja entrever medidas específicas, pero en ella Francisco asume que no serán "decisiones fáciles" y pide a sus prelados "una especial sensibilidad, generosidad y voluntad de sacrificio". Lo que sí avanza es su decisión de nombrar al cardenal Kevin Farrell, un irlandés de 77 años, como administrador único del Fondo de Pensiones. Tras agradecer a quienes han estado hasta ahora al frente de la caja, Bergoglio aboga por avanzar hacia una "nueva fase, clave para la estabilidad y bienestar" de la comunidad.

¿Es algo nuevo? La carta de Bergoglio sí. De hecho ha llamado la atención de medios del alcance de la agencia Reuters o Associated Press (AP), además de webs especializadas como el portal oficial de la Santa Sede, Vatican News, o Religión Digital. El cofundador de esta última, Jesús Bastante, firmaba hace unos días un artículo en elDiario.es en el que hablaba directamente de cómo el Vaticano está situado “al borde de la bancarrota” y señalaba la carta firmada por el Papa como prueba de la gravedad de la situación.

Lo que ya no es tan nuevo es el runrún sobre la delicada salud de la Caja de pensiones. Algo parecido —sin el alcance actual— ocurrió en 2015, cuando los administradores de la Caja salieron al paso de lo que consideraban noticias "alarmistas" y aseguraron que había "un equilibrio sustancial" entre los recursos y los compromisos de los subsidios. Tanto los de aquel momento como los que estaban por llegar. Para ser más precisos, hablaban de que el fondo estaba cubierto en un 95% y que se habían tomado medidas, como el aumento de la edad de jubilación y las aportaciones.

¿Cuál era la situación entonces? Los administradores aseguraban por entonces que esperaban que el fondo superase los 500 millones de euros a finales de ese mismo año, considerablemente por encima de los cinco millones de 1993.

Sus declaraciones llegaban en cualquier caso después de que un peso pesado en las finanzas del Vaticano, el cardenal George Pell, reconociera públicamente que veía con preocupación el futuro de la caja a largo plazo. Su vaticinio era que la bolsa gozaba de financiación suficiente para una década o década y media, pero que necesitaría fortalecerse para futuras generaciones.

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¿Cuál es la foto financiera? En septiembre Bergoglio envió otra misiva en clave económica a sus cardenales en la que pedía "un mayor esfuerzo por parte de todos para que el 'déficit cero' no sea solo un objetivo teórico". En su escrito, el Sumo Pontífice ponía en valor las reformas realizadas y hablaba de la importancia de buscar "recursos externos" y la "reducción de costes".

La web especializada Pillar Catholic lo interpretó como una señal de que, a pesar de las medidas activadas por el Vaticano, con la congelación de contrataciones, recortes de salarios o aumento de alquileres a los cardenales romanos, la Santa Sede todavía afronta presiones financieras.

No mucho después, en octubre de este año, Reuters avanzaba que el Vaticano había decidido recortar en alrededor de un 10% los sueldos de los prelados al frente de las principales oficinas que dirigen la Iglesia en Roma. Había precedentes. En 2021 Francisco ya había ordenado otra rebaja.

¿Qué desafíos afronta? Varios. En julio el diario italiano La Reppublica reveló que en 2023 el Vaticano registró un déficit operativo de 83 millones de euros, cinco millones más que el ejercicio anterior. El diario dejaba entrever además que las perspectivas no eran especialmente halagüeñas para la Iglesia, dada el descenso de las donaciones de los fieles a medio plazo.

En junio Vatican News, canal oficial del Vaticano, destacaba que las donaciones al Óbolo de San Pedro habían aumentado en casi cinco millones de euros, hasta elevarse a 48,4 millones, aunque el medio habla de un volumen de gastos totales sensiblemente superior.

En cuanto a la composición de la Iglesia y la edad de su curia, los datos son demoledores: en 2009 la edad media de los sacerdotes en España estaba por encima de los 63 años, cifra que en 2018 se situaba ya en torno a los 65,5. Hay provincias donde más de la mitad de los curas sobrepasan la edad de jubilación.

Imágenes | Fátima Flores (Flickr), Iglesia en Valladolid (Flickr) y Long Thiên (Flickr)

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