La historia empieza así: Andy Hearnde, un famosísimo chef neozelandés, decide hacer unas patatas bravas. Pela las patatas, las corta en cubos de dos por dos y las mete en agua fría. Las seca, las sala y las fríe con aceite de oliva. Luego prepara la salsa: más aceite, pimentón ahumado, cayena y un poco de maicena; todo cocinado a fuego lento. A esa base le añade caldo de pollo, lo emulsiona y le da un toque de vinagre de jerez.
Luego comete un gran fallo: sube el vídeo a redes sociales.
"No amigo, eso no son patatas bravas. Ni siquiera se acerca", "Como español las desapruebo" o "Vaya, qué equivocado, fíjate que nunca has estado en España": esas son algunas de las reacciones más elegantes que recibió el bueno de Andy Cooks por, en fin, no ponerle alioli.
El imparable crecimiento del 'integrismo gastronómico'. Hay en permanente circulación por internet un mapa que 'recoge' las reacciones de la gente de cada país cuando tratas de hablar en su idioma nativo. Estas reacciones van desde "Wow, gracias, pero por qué te haces esto a ti mismo" de los islandeses al "Por favor, no hagas eso" de los franceses y la "(no reacción)" de los ingleses. Es un meme, claro; un mapa de broma.
Pero no deja de ser curioso que España esté en la categoría de "Oh Dios Mío, acabas de decir una palabra en mi idioma... somo oficialmente los mejores amigos del mundo". No sé si eso sigue ocurriendo con el castellano, pero desde luego no con nuestra gastronomía. Desde hace años, el nivel de agresividad con el que se toman las redes la más mínima variación de nuestras recetas tradicionales es antológico.
Y, por supuesto, ha generado continuos problemas (y mucha incomprensión) fuera de nuestras fronteras.
¿Qué (nos) está pasando? Cuando hablamos de "fundamentalismo gastronómico" es inevitable pensar en la paella. Durante décadas, el platillo valenciano ha sido el mejor ejemplo de lo complejo que es conservar ciertas tradiciones gastronómicas (y las prácticas sociales vinculadas) en un contexto de globalización, turistificación y folclorismo.
Sin embargo, a poco que nos ponemos a investigar, comprobamos que las reticencias a aceptar cambios culinarios es muy antigua. Por ejemplo, aunque el boom de los "turrones raros" puede generarnos la impresión de que el "fundamentalismo turronero" era algo nuevo, tenemos evidencias de que ya en 1836 la gente criticaba innovaciones tan exóticas como los turrones "de mazapán, de nieve, de limón, fresa o yema".
Lo nuevo y lo viejo. Esto nos lleva a pensar en que buena parte de la agresividad actual contra las innovaciones gastronómicas se deba sencillamente a que ahora la podemos ver (gracias a las redes sociales) y antes no.
No obstante, hay algo del zeitgeist de nuestro tiempo que también encaja con esto: me refiero al famoso concepto de "apropiación cultural".
¿Qué es la apropiación cultural? ¿Puede aplicarse a la comida? Pese a las continuas malinterpretaciones, la apropiación cultural puede definirse como "una práctica lucrativa en la que una mayoría étnica toma elementos de una minoría para su propio beneficio sin reconocimiento alguno".
Normalmente, estas críticas van orientadas a los que usan ciertas prácticas culturales en su beneficio sin "darles su reconocimiento ni entender la importancia" que tiene dentro de la comunidad. En este caso hablamos de comida, pero lo hemos visto muy a menudo con la música o la moda.
Como explicaba Meridien Mach al hablar de la cocina asiática en EEUU, "cuando se trata de apropiación cultural alimentaria, no se trata de quién puede o no puede hacer algo, sino de la manera en que se hace. Claro que se puede disfrutar y cocinar la comida de culturas que no son propias. Sin embargo, al hacerlo, es buena idea respetar y aprender de dónde vino".
El problema se hace más complejo. Porque, al fin y al cabo, ¿cómo podemos estar seguros de la intención que tenía Andy Hearnde al hacer el vídeo? ¿cómo podemos saber que no se documentó profundamente? Es que, de hecho, lo cierto es que en España hay muchas zonas en las que se sirven las patatas bravas sin alioli. ¿No cabe preguntarnos si estamos perdiendo el foco?
Una cosa es reconocer que, por mucho que defendamos la libertad gastronómica, para mucha gente la comida es la "conexión más cercana a su cultura", "es parte de su identidad", "es personal"; y, por tanto, no está de más que los productos comerciales se acerquen a ella con cierto respeto.
Y otra muy distinta es entrar en una espiral de agresividad en la que cualquier cosa pueda ser objeto de escarnio sencillamente porque no se adapta a nuestra visión del mundo. Sobre todo, porque el ser hmano tiene una capacidad infinita para encontrar argumentos que le den la razón y olvidar que llevamos cabreándonos por las mismas cosas desde que el mundo es mundo.
Imagen | Andy Cooks
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13 comentarios
pocust
Jamás entenderé la necesidad de hacer un artículo simplemente a partir de cuatro comentarios en redes sociales como si fuese algo relevante. La gente comenta de todo en todas partes, a favor y en contra.
Supongo que hay que llenar el cupo de artículos diarios y en días flojos cabe todo.
vanaxmi
Aquí sucede que se combinan dos clases de personas: las que lo cuentan todo en redes sociales buscando fama o aprobación y las que, parapetándose en el anonimato y la distancia, no dudan en atacar lo que no les gusta.
De todos modos, yo soy ese cocinero y ni leería los comentarios. Al que no le guste lo que hago, ajo y agua.
cgnavarro
Alioli a unas bravas? Herejía!!!!! :-D
En serio, nunca las he comido con alioli pero he comido bravas por media España y en cada región (y en cada bar si me apuras) son diferentes, y menos mal, si no, qué aburrido!
En fin, parece que hay demasiada gente ociosa por el mundo que no tiene otra cosa que hacer que buscar a quién o qué puede criticar.
crespo79
A ver. A ver.
Las patatas bravas son bravas. Si les metes alioli, son bravioli.
Lo que hay que ver por internet.
ukos
Os habéis dejado algo fundamental sin comentar ¿estaban ricas? En caso afirmativo, que les den a todos los que se quejaron . En caso negativo, que les den a todos los que se quejaron.
Si no se hiciese caso a las redes sociales seríamos mejores como personas.
PD: Lo de usar el bidón de aceite para echar en la sartén sí que hay que criticarlo porque eso no se ve en ninguna casa normal (de todas formas, que me den a mi también por quejarme)
dabelo
Al "de les falta alioli" le preguntaría cómo lo hace.. siempre hay gente se quieren hacer notar sin tener p. idea y haciéndose suyo un producto, como si los demás no lo supieran hacer igual o mejor.
ARevueltaDeTodo
¿Alioli en las bravas? La primera vez que lo oigo, eso no son papas bravas, son papas con alioli 🤣🤣
notdot
desde mi punto de vista, el problema esta en las redes sociales y el caso que le hacemos a ellas, estos comentario y las personas que los hacen han existido desde mucho antes de las redes sociales
Escapology
Tampoco era tan mal la receta, las he visto peores en España.
Usuario desactivado
Y por cosas como esta no tengo twitter, instagram ni ninguna de esas cosas donde la gente se queja por chorradas.
ahriman
Pero si la salsa brava original es así. Menos por lo del vinagre.
masinfan
Es raro, nunca vi que unas patatas bravas, es decir, con salsa brava, llevaran alioli.
Lo triste es que ya casi no existen verdaderas patatas alioli como las que se consumían en Madrid cuando era mas joven. Cocidas y no fritas. Claro, requerían estar hechas antes, bien mezcladas con el alioli y refrigeradas, por lo que no pueden hacerse en el momento. No como las que entregan ahora, fritas.