Edmond de Belamy no fue un cura bretón en la Francia borbónica ni un revolucionario republicano en el siglo XIX ni el último eslabón de una noble y acaudalada saga familiar borgoñesa. Edmond de Belamy no fue nadie, y sin embargo un retrato suyo acaba de ser vendido por 432.500 dólares en una subasta privada. ¿La razón? La autoría del cuadro: un algoritmo diseñado por un trío de ingenieros. Un hecho que ha espoleado un debate sobre el arte en sí mismo.
¿Qué? Pese a que diversos artistas llevan décadas experimentando con la inteligencia artificial, ningún cuadro ideado por un algoritmo había alcanzado tamaña valoración (Christie's calculaba que se vendería por apenas 10.000$). Los responsables últimos del hito son tres creadores técnicos franceses, Hugo Caselles-Dupré, Pierre Fautrel and Gauthier Vernier, miembros fundadores del colectivo Obvious, dedicado a explorar las fronteras del arte y la IA.
¿Cómo? Edmond de Belamy es el último de una singular lista de retratos históricos generados de forma artificial mediante un proceso llamado GAN. Se vale de un algoritmo dividido en dos: por un lado un "generador" capaz de crear formas a partir de más de 14.000 retratos históricos; y por otro un "evaluador" encargado de discernir entre la imagen algorítmica y un cuadro pintado por un humano. Si el retrato del "generador" engañaba al "evaluador", era valioso.
En esencia, el algoritmo buscaba engañarse a sí mismo y hacerse pasar (con éxito) por un humano. Las formas distorsionadas surgen de la mezcla de miles de pinturas y de una intención consciente por parte de Obvious.
La polémica. A partir de aquí, varias preguntas. ¿Ya ha logrado al IA sustituir también al arte humano? Para responderla debemos remontarnos a una aún más compleja: ¿es Edmond de Belamy arte? La propia web de Christie's trata de acotar el campo de debate.
Si defines una pieza de arte como una imagen producida por una inteligencia con una intención estética, quizá si sea arte. Pero si defines arte de forma más amplia como un intento de decir algo sobre un mundo más amplio, de expresar las sensibilidades, las ansiedades y las emociones de uno mismo, entonces una Inteligencia Artificial siempre se quedará corta, porque ninguna máquina puede tener esa urgencia (y quizá nunca la tendrá).
En The Washington Post, Mario Klingemann, un artista alemán que lleva años explorando las barreras del algoritmo y de la creación artística (y al que Obvious cita como referencia), manifiesta su hostilidad hacia Edmind de Belamy:
Tienes que trabajar algo en tu obra para llamarla arte. El cuadro de Obvious es algo que todo el mundo puede hacer. Puedes clonar el código desde GitHub, iniciar tu ordenador y comenzar el proceso. No sé qué hay de arte en eso. Tienes que incluir tu puño y letra en ello, dejar tu propia marca con estas herramientas. Esto lleva algo de aprendizaje y trabajo y encontrar algo distinto que expresar.
Para Jonathan Jones, periodista especializado en arte en The Guardian, sólo un robot poseedor de una mente autónoma capaz de ser tan emocional como racional podría hacer arte.
El arte es una forma en la que los humanos comunican ideas, percepciones y emociones. No tiene sentido más allá de la pasión humana por comunicar. ¿De qué modo puede llamarse arte una IA capaz de replicar ciertos aspectos físicos de obras maestras del pasado?
¿Y por qué vende? Obvious, y quizá la persona que adquirió su obra por más de 430.000$, tiene una visión contraria. Para el colectivo, Edmund de Belamy es una prueba de cómo un algoritmo puede ser "creativo" partiendo de elementos formales y objetivos. Otros investigadores como Ahmed Elgammal, dedicado a la interacción entre arte y algoritmos, creen que la IA sí tiene capacidad para generar "arte" novedoso, especialmente en el campo abstracto.
Elgammal defiende el proceso como algo más próximo al "arte conceptual" que al "arte pictórico tradicional". François Chollet, ingenierio en Google, ha bautizado el carácter artístico de Edmond de Belamy como "GANism" (en referencia al proceso técnico), quizá una tendencia artística futura. Para el colectivo francés, Edmond de Belamy representa un paso singular en la historia del arte.
En la historia del arte contemporáneo, el artista siempre ha estado en el centro del trabajo, y la herramienta siempre le ha servido como una herramienta para expresar y transmitir sus emociones. Aquí la herramienta está en el centro del trabajo, aunque el artista tras el algoritmo siga siendo el artista "real". La intención y la inspiración proviene del humano que diseñó y utilizó el algoritmo. Por lo que la colaboración entre humano y máquina jamás ha sido tan cercana. Es probable que este acercamiento resulte en la aparición de un nuevo tipo de arte. Definitivamente no sustituirá a los artistas, pero sí aporta una nueva perspectiva.
En definitiva, una suerte de terremoto conceptual similar a la fuente de Duchamp, una reflexión que, por su aparente carácter seminal, tiene un valor de 430.000$. Arte o no arte, es otro quebradero más en el proceso de desarrollo de la IA.