El líder del Estado Islámico, Al-Baghdadi, ha muerto tras varias semanas de persecución americana en el norte de Siria. Donald Trump ha explicado todos los detalles en un comunicado cargado de sensacionalismo y patriotismo. Sin embargo, al margen de la épica americana, todavía queda trabajo por hacer. Ni el ISIS está extinto del todo ni los problemas en Siria han terminado. De hecho, que los yihadistas ganen o no terreno ahora, dependerá en parte de los movimientos geopolíticos que realicen países como Turquía.
La operación. Tras varias semanas de persecución, la noche del pasado sábado Al-Baghdadi moría inmolado entre sollozos o, al menos, así lo ha relatado en un comunicado el propio Donald Trump. Según el presidente, la operación contó con la colaboración de sus aliados kurdos, Turquía, Siria, Irak y Rusia. Sin embargo y a pesar de los agradecimientos en público, desde Moscú se muestran escépticos frente al relato de Trump y aseguran que su ejército "no tiene constancia de ninguna operación militar en la zona del Idlib" y pide a Estados Unidos pruebas directas de la muerte del yihadista.
¿Cómo queda Siria? Al-Baghdadi murió en la localidad siria del Idlib, situada al noroeste y donde hasta la fecha luchaba el ejército americano y los kurdos contra el Estado Islámico. Al desaparecer Estados Unidos de la ecuación y dejar a los kurdos sin aliados, Turquía quiere retomar su particular ofensiva contra ellos. ¿Problema? Si Turquía ataca a los kurdos, éstos no pueden luchar contra lo que queda del ISIS, algo que podría motivar el resurgimiento y el avance de la yihad en Oriente Medio tras casi dos trabajando por minimizar tal amenaza.
Los yihadistas presos. Tan solo tres días después de que Trump anunciase su salida de Siria, Turquía atacó a los kurdos y el campo de Ain Issa se quedó sin custodia. ¿Resultado? Casi un millar de familiares y militantes del Estado Islámico huyeron ante la falta de vigilancia. Los agentes encargados de esta prisión habían sido llamados para luchar junto al resto de kurdos contra las milicias sirias proturcas que comenzaron a atacarles.
Es decir, el ataque turco ha deshecho parte de los avances que los kurdos habían estado haciendo para debilitar al ISIS durante los últimos años. Ahora, hay casi un millar de yihadistas libres dispuestos a reunirse.
La situación del ISIS. Hace más de dos años que el Estado Islámico comenzó a perder no solo presencia territorial, sino también fuerza. La derrota en Mosul (tercera ciudad más importante de Irak) y Raqqa en Siria debilitó la hegemonía militar de un califato que en 2014 se hizo con el control de gran parte de los países anteriores, ocupando un territorio similar en expansión a Reino Unido. Así, el pasado mes de marzo, la Federación Democrática Siria (liderada por los kurdos) daba por finalizada la ofensiva del ISIS en la ciudad siria de Baguz.
Fue a partir de ese momento cuando Al-Baghdadi pasó de ser un califa a un fugitivo. A pesar de que llevaba oculto aproximadamente desde 2017, fue durante estos últimos siete meses cuando el ejército americano y los kurdos le siguieron hasta su inminente muerte.
¿Y ahora qué? Es precisamente por el transcurso de los acontecimientos anteriores y el posterior declive, por lo que la huída de los 859 yihadistas presos toma especial relevancia ahora. El ISIS estaba prácticamente debilitado hace siete meses y la obsesión turca con los kurdos puede ser responsable de que se active de nuevo. Del mismo modo, que Al-Baghdadi heredó en 2010 la filial de Al Qaeda en Irak para convertirla en otro grupo terrorista más radicalizado, ahora, pueden volver a reinventarse.
De hecho, para entender la composición actual del yihadismo no podemos olvidarnos de uno de sus precursores: Al Qaeda. Que durante los últimos años solo escuchásemos hablar del ISIS no quiere decir que el grupo de Osama Bin Laden hubiese desaparecido. Lo que ocurre es que, a diferencia del ISIS, llevan años sin hacer ruido en Occidente. Es decir, en lugar de organizar atentados como el de las Ramblas de Barcelona están centrados en hacerse cada vez más grandes en países como Somalia, Yemen, Mali o Argelia para, desde ahí, extender la yihad.
Imagen: Reuters