La batalla de los libros de texto no es exclusiva de España. Si aquí tenemos a Santillana, Edebé, S.M. y Anaya, en el mundo anglosajón tienen a McGraw-Hill, , Cengage, Wiley y Pearson, la editorial más poderosa de todas. Y es esta última la que acaba de hacer un anuncio radical para el mercado: a partir del año que viene dejarán de actualizar sus libros físicos en su estrategia por pasarse por completo al mercado digital.
El Netflix escolar: en años anteriores, muy parecido a nuestro modelo, las grandes editoriales actualizaban los contenidos de cada libro cada tres años. De los 1.500 libros que Pearson tiene en catálogo, sólo han cambiado el contenido de 500 de ellos, y a partir de 2020 sólo cambiarán la materia en 100. Su nueva propuesta es un servicio de suscripción. Por ejemplo 40 dólares por un e-book frente a los 60 de la copia física, a lo que se añaden 80 dólares para un “pack de herramientas de aprendizaje digital” (aulas virtuales realizadas por la propia editorial que se lo ponen mucho más fácil al profesor).
Quién se ha llevado mi texto: el cambio responde al aumento de ventas de copias digitales de muchos de sus libros. Cada vez menos gente compra en papel. Pero también a otros dos factores: según ellos, las ventas en general están cayendo desde el salto al mundo digital y los contenidos también mutan más rápido. A nadie se le escapa tampoco que los libros digitales no se compran, se rentan. Las licencias expiran al final del año, algo que perjudica al estudiante pero también al creador del libro (los autores tienen menos derechos en formato streaming).
Instituciones educativas que se fusionan con editoriales: algunas editoriales norteamericanas de libros universitarios están experimentando nuevos modelos, como llegar a acuerdos con las universidades de que los estudiantes paguen los libros por adelantado, incluidos en el precio de su propia matrícula siendo el proveedor la propia institución académica.
Editoriales y profesores dicen que, como compran los libros al pormayor, el precio del libro es más bajo que en tienda. También es una forma de sortear a los estudiantes que optan por bajarse los libros de Scribd o fotocopiárselo en las primeras semanas de un compañero. Una universidad está pendiente de la resolución de un juicio por esto mismo. Los estudiantes dicen que les han tendido una trampa y que, además, coarta el mercado por no permitir que los jóvenes busquen mejores precios en el mercado.
¿Y qué tal va el sector del libro de texto? En España bastante bien. Los libros aumentan su precio cada año cinco veces por encima de lo que lo hace el IPC. En Estados Unidos, según la Oficina de Estadísticas Laborales los libros de texto han aumentado su precio un 1.000% entre 1977 y 2015 (el IPC del país subió un 400% en ese tiempo).
Amigos con beneficios: los profesores norteamericanos han descubierto que le pasa algo raro a Pearson, Cengage, Wiley y McGraw-Hill. Ellos, que controlan el 80% del mercado, suelen “evitar publicar en materias donde sus competidores ya están teniendo éxito”. En 2017 en España la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) recibió pistas de posibles acuerdos entre distintas entidades para hacerse falsa competencia. Se acabó sancionando a 33 empresas, entre ellas tres pertenecientes al grupo Edelvives, seis al grupo editorial Anaya, otras seis del grupo SM, siete empresas del grupo Santillana y más.
Según la OCU, cada mochila de libros de texto cuesta a las familias unos 215 euros. En Estados Unidos la cosa no está mejor, dos tercios de los estudiantes dejan de comprar algún libro porque no pueden permitírselo.