Myanmar es sinónimo de "inestabilidad". Desde que obtuviera su independencia en 1948, el país ha sufrido un golpe de estado, una larga dictadura bajo control del ejército, un sinfín de conflictos civiles internos, varias elecciones fraudulentas y, por último, un genocidio dirigido por las instituciones del estado contra la minoría rohingya. La presencia de Myanmar en los medios de comunicación equivale a tiempos convulsos.
También hoy, golpe de estado mediante.
Qué ha pasado. Que ayer el ejército declaraba el estado de emergencia en un comunicado emitido por la televisión pública. En él se especificaba el nuevo estado de las cosas: el general Min Aung Hlaing asumía todos los poderes del estado; se procedía al arresto de Daw Aung Saan Suu Kyi, consejera de Estado y líder de facto del país; y se tomaba el control de los principales edificios públicos tanto en Rangún como en Naypyitaw, la actual capital. El despliegue de los carros de combate y los vehículos de apoyo fue inmediato. Y bastante sorprendente.
El vídeo. Al menos para una monitora de aerobic cuya clase se vio interrumpida por los dramáticos acontecimientos políticos del día. Su nombre es Khing Hnin Wai y cuenta con más de 24.000 seguidores en Facebook. Su última lección transcurría en las inmediaciones del parlamento cuando un puñado de tanques y solados aparecieron en escena. La monitora continuó sus labores impertérrita y probablemente desconocedora de lo sucedido. La estampa es surreal: un golpe de estado retransmitido durante una clase de aerobic.
Una mujer hizo su clase de aerobic sin darse cuenta de que estaban dando el golpe de Estado en Myanmar. Y pues puede verse como el convoy de militares llega al parlamento. pic.twitter.com/fmFUzhawRe
— Àngel Marrades (@VonKoutli) February 1, 2021
La incertidumbre. Su imagen es acaso paradigmática de lo que implica un golpe de estado. La ruptura con la normalidad y el paso a un periodo político excepcional, marcado por la presencia del ejército en cualquier aspecto de la vida de un país. Como revela esta fotogalería de El País, esto es algo especialmente cierto en Myanmar, un país donde la ascendencia de las fuerzas armadas (conocidas popularmente como Tatmadaw) es incomparable. Un golpe de estado les entregó el poder en 1962; otro se lo devuelve, con plenitud, en 2021.
La historia. La dictadura de la junta llegó hasta 2008. Fue entonces cuando el estamento militar accedió a un referéndum para democratizar Myanmar. El resultado fue decepcionante. El ejército retendría las carteras de Interior, Defensa y Fronteras, críticas en una región convulsa; y se reservaría el 25% de los escaños parlamentarios. Adornado con un derecho de veto generoso en materia legislativa, el sistema birmano nacido de aquella transición a la democracia podía tener algo de transición, pero bastante poco de democracia. Aquí hay un repaso más amplio.
Las guerras. Si el ejército obtuvo poderes tan extensos en 1962 fue por los graves conflictos internos que han asolado a Myanmar desde su nacimiento. Pese a que la mayoría de la población es bamar, o birmanos, como históricamente se conoció al país, sólo componen en torno al 65% de la población. Las minorías son muy extensas y cuentan con reivindicaciones políticas propias. En el convulso proceso de descolonización, esto se tradujo en permanentes conflictos armados y grupos insurgentes.
La inestabilidad consustancial a Myanmar siempre ha entregado al ejército poderes muy extensos, culminando en procesos de limpieza étnica a determinados grupos, como los rohingya. Sumergida en el conflicto civil interno más prolongado del siglo XX, el país se aboca ahora a otro periodo de incertidumbre. Golpe de estado retransmitido accidentalmente por una monitora de aerobic mediante.