¿Puede un padre poner el nombre que desee a su hijo? A priori, la pregunta no debería tener mucho recorrido: sí. El Estado tiene poco que decir en el nombre que nuestro vástago cargara a su espalda durante el resto de su vida. La respuesta es mucho más compleja, como de tanto en cuanto la administración y los juzgados provinciales de España desean recordarnos. Lo ilustra a la perfección Hazia, una recién nacida en Vitoria cuya denominación, meticulosamente elegida por sus padres, ha sido rechazada.
La polémica. Hazia significa "semilla" en euskera, en el más amplio sentido de la palabra. Esto quiere decir que también abarca a denominaciones algo menos poéticas, como "eyacular". Tanto la naturaleza sustantiva de la palabra como la ausencia de españoles así llamados con anterioridad ha motivado que el Registro Civil de Ávila, por orden del juzgado, rechace el nombre de la pequeña. Ante la negativa de los padres, Bergoi y Alazne, a buscar una alternativa, la jueza ha impuesto uno de cuño propio: Zia.
El problema. La elección de la administración pone de manifiesto la arbitrariedad del Registro Civil en esta clase de disputas. El nombre "Zia" hunde sus raíces en el latín y mantiene relación semántica con la palabra "semilla" o el verbo "sembrar", significados similares a los condensados por Hazia. Su veto se justificaría por dos vías: es un sustantivo en una lengua viva del estado, el euskera, y no tiene referentes en los registros. Si puedes llamar a tu hijo "semilla", también podrías llamarlo "silla".
La ley. Esta es la lógica que opera tras el artículo 54 de la Ley del Registro Civil: "Quedan prohibidos los nombres que objetivamente perjudiquen a la persona, así como los diminutivos o variantes familiares y coloquiales que no hayan alcanzado sustantividad, los que hagan confusa la identificación y los que induzcan en su conjunto a error en cuanto al sexo". También aquellos "extravagantes o impriopios de personas", como sería el caso de Hazia.
El artículo 192 del Reglamento del Registro Civil, además, establece una condición más: que el nombre elegido no resulte "contrario al decoro".
No es consistente. La normativa es clara, pero su aplicación es confusa. Como los propios padres de Hazia/Zia se empeñan en recordar, el nombre "Zigor" sí ha sido admitido en varias ocasiones por el Registro Civil. Sucede que "Zigor" significa "castigo" en euskera, una palabra de connotaciones morales más problemáticas que "semilla". La Base de Datos Onomástica Vasca sirve a muchos padres como referencia y consejo a la hora de bautizar a sus pequeños en lengua vasca, pero tan sólo es una guía. En última instancia, la palabra la tiene el juez.
Ejemplos. La tradición española cuenta con numerosos ejemplos de nombres que al mismo tiempo son sustantivos. Dolores, Concepción o Angustias son algunos de los más evidentes. También Lobo o León, para el caso de los niños. En casi todos ellos hay una base histórica: se admiten porque antes hubo personas nombradas del mismo modo. Es lo único que diferencia a Concha o Rosa de Pomelo, el antecedente. Hace algunos años, "Lobo" causó una polémica similar a la de Hazia.
La novedad. Como vimos en su día, el Registro Civil también tiene que lidiar con modas o tendencias. Daenerys fue un nombre muy común hasta... Ciertos acontecimientos guionizados en Juego de Tronos. Aria o Shakira también tuvieron su cima de popularidad. A principios de este año, otra pareja vasca se topaba con las reticencias de la administración a la hora de nombrar a su hija Aisaia. Por más que fonéticamente pueda parecer vasco, el nombre es una traslación literal del inglés Isaiah, nombre de un personaje de Peaky Blinders e inspiración para la pareja.
Aunque son casos marginales, el Estado se reserva el derecho a considerar qué es un nombre humano y qué no. De momento, Hazia cae en la segunda categoría.
Imagen: Jimmy Conover/Unsplash