Hoy, en reclamos turísticos deprimentes: proliferan los tours al Polo Norte antes de que desaparezca

Crcero
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El deshielo de los casquetes polares ha aumentado la oferta vacacional en el Polo Norte durante los últimos años. Tanto es así, que en julio de 2018, el puerto de Longyearbyen, situado en una de las islas de mitad del océano Ártico, tenía programada la llegada de 18 cruceros. Con el objetivo de ver de cerca a los osos polares, el número de buques llenos de turistas continúa en aumento y, a pesar de que hay estudios que piden una regulación, por el momento ninguno de los Estados que rodean el Ártico ha movido ficha para legislar en torno al turismo entre casquetes.

El turismo experiencial también ha llegado al Ártico para ofrecer (a todos aquellos que pueden pagarlo) una semana de crucero en mitad del deshielo por el módico precio de 12.000 euros a la semana. Sin ir más lejos, la compañía de cruceros Abercrombie and Kent, ofrece un viaje exclusivo el próximo mes de marzo cuyo reclamo es "la búsqueda del oso polar". El barco  permanecerá dos días en el archipiélago noruego de Svalbard, situado al noreste de Groenlandia y donde hay literalmente más osos polares que personas, para después rumbo a Groenlandia cruzar parte del océano Ártico.

Sin regulación y con el cambio climático a favor

El deshielo de los casquetes del Polo está abriendo paso tanto a nuevas rutas comerciales como a otras ofertas vacacionales. Lo que antes era una opción disponible solo para aquellos que pudiesen pagar una plaza en una expedición científica, ahora también llega en formato crucero, buffet y pulsera. Entre otras cosas, esta situación ha motivado que el barco ruso de Poseidon Expeditions haya elevado su caché hasta casi los 40.000 euros por viaje. El crucero 50 Años de la Victoria es el único que navega hasta los 90 grados latitud norte gracias a que cuenta con un reactor nuclear que le permite atravesar bloques de hielo de hasta tres metros de grosor.

Hasta la fecha no hay ninguna autoridad legítima en el Ártico que pueda entrar a regular el auge del turismo de cruceros. Debido a que la soberanía de esta zona continúa dividida entre Rusia, Estados Unidos, Dinamarca, Islandia, Noruega y Canadá, en 2017, la Organización Marítima Internacional elaboró el denominado Código Polar con el objetivo de establecer pautas de conducta y límites a la hora de viajar al Ártico.

Sin embargo, la ausencia de medidas como la prohibición del uso de combustibles tóxicos como el fueloleo, la limitación a las emisiones de CO2 o la contaminación acústica que afecta a los animales de la zona, convierten este documento en un compromiso de buena voluntad, pero incompleto y no vinculante.

En lucha por la riqueza sumergida

Aproximadamente el 25% de las reservas de gas y petróleo se encuentran bajo las aguas del océano Ártico. Si tenemos en cuenta que el deshielo es cada vez es más tangible, los recursos energéticos y minerales (oro, platino o diamantes) están cada vez más al alcance de los Estados que geográficamente rodean al Polo Norte. No obstante, la apropiación de éstos no es tan sencilla.

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar, los recursos naturales del fondo marino pertenecen a aquellos países que estén situados a 322 kilómetros de éstos. Es decir, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca, Canadá y Rusia son por cercanía los que más papeletas tienen de poder justificar su soberanía respecto a los recursos de la zona. Y es que, a pesar de que se trata de una lucha silenciosa que se lleva fraguando varios años, el actual deshielo es el responsable de acercarla de nuevo a la agenda política internacional.

Mientras que para reclamar a quién pertenece o no el petróleo la normativa está más clara, la regulación turística se encuentra en mitad de un vacío legal todavía sin solucionar que ha motivado la proliferación de estudios donde se reclama la necesidad de cerrar acuerdos de gobernanza que pongan coto a esta situación. A realidades como ésta hay que sumar también las advertencias climatológicas que no auguran el mejor de los futuros al Polo Norte: se estima que de cara a 2050 la temperatura media de la zona suba entre 3 y 5 grados y que el nivel del mar suba entre 30 y 60 cm de cara al año 2100. Y es que, hasta la fecha y desde el siglo XX ya se ha descongelado el 30% de la masa del Ártico.

Imagen: Abercrombiekent

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