Ikea quiere reducir su huella de carbono y la de sus futuros clientes diseñando un nuevo prototipo de tiendas en el centro de las ciudades donde no se podrá acudir en coche. Teniendo en cuenta que este nuevo modelo está pensado para los residentes en las ciudades, el transporte de los muebles será realizado por la propia empresa previo pago.
Sin aparcamiento. La compañía sueca comenzó a construir el pasado 7 de enero un nuevo concepto de tienda urbana donde literalmente no hay espacio para los coches. Aunque ciudades como Burbank (California) ya han entrado en contacto con este nuevo planteamiento, será Viena la ciudad que albergue el primer prototipo a nivel europeo. Según afirman desde Ikea, la idea es enfocar este espacio a los peatones de las ciudades que no suelen acudir en coche, lo que les llevará a adaptar sus servicios de transporte de mercancías.
¿Por qué? Quieren reducir la huella de carbono y esto también pasa por controlar las emisiones de CO2 que realizan sus clientes para acudir a visitarles. De ahí que la tienda de Viena esté pensada para ir en transporte público (está al lado de una parada de tranvía y a tres minutos de una estación de metro) o en bicicleta. Igualmente, conscientes de que sin coche los clientes no pueden transportar sus muebles, Ikea ofrecerá un nuevo servicio de transporte a domicilio que será llevado a cabo por vehículos eléctricos y previo pago.
Coste común. Con esta nueva estrategia en pro de la sostenibilidad, quienes finalmente terminarán costeando la reducción de la huella de carbono de Ikea serán los propios clientes, al pagar por ese servicio de entrega a domicilio que sustituirá a sus propios coches. Una vez más y dado el contexto de hiperconsumo en el que estamos inmersos, ser sostenibles sale más caro. Bien porque el algodón orgánico y el lino cuestan más dinero que el poliéster, o porque el precio de un coche eléctrico es menos accesible que un diésel.
Auge de la micromovilidad. Debido a las exigencias en materia de tráfico y contaminación atmosférica dictadas por la Comisión Europea, cada vez son más las ciudades del viejo continente que están apostando por alternativas de movilidad más sostenible. Este análisis elaborado por McKinsey and Company estima que para 2030 el 40% del tráfico de las grandes ciudades será ocupado por la micromovilidad.
A pesar de que las cifras anteriores puedan pecar de optimistas debido al corto periodo de tiempo en el que son planteadas, España es un país donde el 40% de los desplazamientos se realizan a pie, mientras que Ámsterdam o Copenhagen presumen de un 30% de desplazamientos en bici.
Prioridades. Un reciente estudio que analiza el impacto ambiental de los patinetes eléctricos ha concluido que éstos son sostenibles siempre y cuando sustituyan a un medio de transporte más contaminante como el coche. Es decir, si éstos son utilizados para realizar lo que se conoce como "trayecto de último kilómetro", o lo que es lo mismo, hacer el camino del metro a casa su uso continúa siendo sostenible. Sin embargo, si el usuario reemplaza la movilidad en transporte público por el patinete eléctrico, ya no tanto.
Imagen: Ikea