El destino ha querido que el próximo 10 de noviembre coincidan en el tiempo dos eventos insalvables para una importante parte de la población española: las Elecciones Generales y el derbi entre el Betis y el Sevilla.
Casi se dio la misma circunstancia cuatro años atrás, en las elecciones de diciembre de 2015, aunque en aquella ocasión el partido se disputó un sábado. Este año no iba a poder ser: los de Lopetegui compitieron el pasado jueves en la Europa League contra el Luxemburgo, y el reglamento estipula que debe haber un mínimo de 72 horas de descanso entre partido y partido. De ahí que, para este encuentro, hubiese que pasar el derbi al domingo, día del calendario en el que tradicionalmente tienen lugar los comicios y cita cada vez más habitual para los españoles, que por la repetición electoral han sido convocados a las urnas en cuatro ocasiones en estos últimos dos años para decidir el Gobierno de España.
Así que así lo ha dispuesto el azar. Miles de seguidores de los clubs sevillanos verán su agenda alterada por el deber democrático, y algunos de ellos verán embargada su afición durante todo el día para formar parte de las mesas electorales. Así le ha pasado a un aficionado cuyo nombre no ha trascendido y que ha mandado un escrito oficial de renuncia justificando que no podrá ejercer de presidente de la mesa, como así le ha requerido el Estado. Es imposible, dice, porque para él es un evento tan importante como una religión.
Sevilla (y el Betis) is different
La carta ha circulado ampliamente por redes sociales, y no es para menos, ya que su alegato está plagado de perlas. “El dicente, defensor a ultranza de la Carta Magna y cumplidor celoso de los deberes civiles que dimanan de la misma” cree que “debe prevalecer la asistencia a una [cita] sobre la otra”, y en ese caso él se decanta “por el Betis, equipo al que ha antepuesto en circunstancias únicas a lo largo de su vida como la fecha en que contrajo matrimonio o el nacimiento de su primera hija, al que no asistió por estar en un encuentro deportivo”.
Lo que es más, tira de leyes para recordar que se exime de la obligación de la participación en la mesa electoral a aquellos fieles a alguna religión cuyos preceptos sean incompatibles con el ejercicio, y dado que el ideario del Betis “exige,- aunque tal exigencia sea moral-, la asistencia en apoyo de su equipo a los encuentros” está claro que a él no le tocará asistir, según su análisis. Los internautas se han posicionado tanto a favor como en contra del damnificado, desde el “artista” que quiere cambiar el sistema al pasmo de los que ven en el texto una actitud irresponsable.
Mesas de voluntarios y parados: ¿una solución democrática?
Lo cierto es que se están multiplicando las denuncias por la obligación de acudir a las citas democráticas. Son muchos los españoles que han sido convocados en estos dos años. Aquí mismo una usuaria de Tiktok explica su situación: como autónoma, no le sirve de nada el permiso de no tener que acudir al empleo, en caso de ser por cuenta ajena, cinco horas después al día siguiente. Además, como ella confecciona sus horarios, sólo descansa los domingos. Con lo que, según su versión, el Estado la está obligando a pasar casi dos semanas sin un día de descanso.
¿Solución? Karol concluye que hacer el sorteo exclusivamente con la lista de personas en paro. La misma idea han tenido otras personas con anterioridad, que incluso han promovido algún change.org para ello.
Pero su plan choca con la idea implícita detrás de nuestra ley electoral. Por un lado, las elecciones son la máxima representación del ejercicio de nuestro modelo político, por el cual el poder emana del pueblo. En democracia votar es un derecho, pero el mantenimiento de las votaciones en un deber que tenemos que soportar entre todos, concretamente en nuestro país (como en tantos otros) todos aquellos ciudadanos mayores de 18 años.
Por el otro, es importante no limitar el porcentaje de personas que conformen las mesas para garantizar que las muestras son aleatorias y que se ejerza la mayor neutralidad ideológica posible. Si sólo acudiesen a las mesas personas interesadas, aunque ese colectivo sean los parados, los resultados podrían verse en mayor grado en entredicho que si los participantes fuesen de toda clase y condición.
Dicho lo cual, el héroe sevillano casi tiene razón. La ley electoral sí contempla una excepción que exime a los religiosos del cumplimiento del cargo, y reza concretamente que se libran los que pertenezcan “a confesiones religiosas cuyo ideario sea contrario a la participación en una mesa electoral” (aquí tienes una lista de todas las excepciones por si la necesitases). Esto en la práctica ha significado que, como cuenta El Confidencial, se hayan salvado de participar en citas pasadas monjas de clausura o religiosas con "obligatorios quehaceres en un comedor social". También se libran los Testigos de Jehová, en cuyos preceptos oficiales está el no inmiscuirse en la política. Caben más dudas sobre si el ideario del Betis tendrá peso suficiente para convencer a la Junta Electoral de su zona.