"Fascismo" es una palabra de actualidad. Casi ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial, su significado se ha vaciado, y se emplea en el discurso político y en las redes sociales de forma ambigua para referirse a personalidades o movimientos de todo tipo. Desde Le Pen hasta la alt-right de Richard Spencer, centro de atención del debate sobre si "está bien pegar a un nazi o no", lo cierto es que el término vive un revival.
Lo que no significa que siempre defina elementos concretos. Antes, se utiliza como arma retórica evocando a los años treinta. Pero si es complejo bautizar a Trump o a Farage como fascistas, por las profundas implicaciones del término a nivel histórico, hay un partido europeo, con representación parlamentaria, que hace de su abierta apología del nacionalsocialismo y del nacionalismo radical griego su santo y seña. Hablamos, claro, de Amanecer Dorado.
Y si bien Amanecer Dorado es un partido serio y peligroso para las instituciones democráticas, otros movimientos filofascistas, pese a su negativa a definirse como tal, no lo parecen tanto. En España, el ejemplo más evidente es el del Hogar Social del Madrid. Un movimiento que se dedica a dar comida sólo a españoles pobres, de carácter nacionalista y xenófobo y que, recientemente, ha creado una bolsa de empleo para "nacionales" y ha llamado al boicot a Starbucks por su decisión de contratar a 1.000 refugiados en España.
Hogar Social protesta por el contrato a 10000 refugiados en Starbucks, teniendo España un 23% de paro#Starburka pic.twitter.com/guZNSxkjj0
— Hogar Social Madrid (@HogarSocial_Mad) February 8, 2017
Las redes, en muchas ocasiones, se lo han tomado a broma. Porque a día de hoy, el meme (o un puñetazo) son la respuesta natural a una amenaza que no es equivalente a la de los años treinta. ¿Pero qué pasa cuando dejan de ser un meme?
Amanecer Dorado: más allá de llegar al parlamento
En Grecia conocen la respuesta a esa pregunta, y toma la forma de los 18 escaños que posee a día de hoy Amanecer Dorado en el parlamento.
Entender cómo un partido de abierto carácter fascista se ha colado con semejante fuerza en un país miembro de la Unión Europea, dejando a un lado las equivalencias con el nuevo populismo nacionalista del Frente Nacional o de Alternativa para Alemania, implica acudir a las raíces de la crisis en Grecia, un estado cuya quiebra a todos los niveles (económica, social y política) se llevó por delante al sistema de partidos.
Pese a su carácter de plena actualidad, Amanecer Dorado es un partido viejo. Fue fundado a principios de los ochenta bajo el liderazgo de Nikolaos Michaloliakos, un activista rebotado de los círculos neofascistas que decidió crear su propia organización política. Centrado primero en las extravagantes ideas de la Megali Idea, una doctrina expansiva del irredentista nacionalismo griego de principios de siglo, pasó sin pena ni gloria por la vida política griega (su mayor triunfo, unos 4.000 votos en 1996, un 0,1% del total).
Hasta entonces, Amanecer Dorado se había centrado en elementos clásicos del nacionalismo griego de extrema derecha: la gran patria griega, la recuperación de las islas y las costas turcas arrebatadas por su tradicional rival político y militar, Turquía, la protección de las minorías griegas en otros países como Bulgaria y Albania y un amplio etcétera. Premisas en plena decadencia en el escenario ideológico europeo que sólo tenían hueco en la violencia callejera.
La llegada del siglo XXI y el incremento de la población inmigrante en la Unión Europea permitió a Amanecer Dorado transformar su discurso, y enfocarlo, como otros partidos de extrema derecha por toda Europa, hacia la inmigración. Pero pese a ello, el sistema de partidos griegos, con el PASOK y Nueva Democracia al frente, no mostraba fisuras: la economía aparentaba crecer y para 2009, Amanecer Dorado y su discurso xenófobo y nacionalista tan sólo aglutinaba 19.000 votos, apenas un 0,3% del total.
Al igual que otros partidos fascistas europeos, como Falange en España, Amanecer Dorado era una anécdota, un exotismo electoral.
La situación cambió cuando Grecia entró en bancarrota y tuvo que pedir un primer, un segundo y un tercer rescate. La economía se deterioró de forma grave, en términos incomparables a otros países europeos delicados como Portugal o Italia, y las decisiones de ND y del PASOK de seguir al pie de la letra las directrices de sus acreedores permitieron que el sistema de partidos explotara. En ese contexto, Amanecer Dorado, con un discurso de "primero los de aquí" e intensa actividad callejera, entró en el parlamento en 2010.
Desde entonces no lo ha abandonado, y se ha asentado como uno de los tres principales partidos del país. ¿Cómo? Por un lado, aglutinando parte del voto del descontento: Amanecer Dorado, como muchos otros partidos de extrema derecha, se presenta como un partido inmaculado de un sistema que ha fallado estrepitosamente. Por otro, recurriendo al nacionalismo y al racismo, sentimientos siempre en boga en situaciones económicas desesperadas. Y por último, aplicando una doctrina y organización de carácter fascista.
Amanecer Dorado, por ejemplo, ha organizado entregas de comida únicamente para griegos en apuros (y son muchos). En ciudades desamparadas como El Pireo han ejercido de protección y han creado redes de apoyo para griegos en un estadio económico desesperado. Amanecer Dorado ha identificado las debilidades del sistema, y ha creado una suerte de "seguridad social" alternativa al tiempo que ha hecho apología verbal y física de la violencia en las calles, amedrentando a rivales políticos (o en sospechosos asesinatos).
Son recetas conocidas y que sí tienen, de forma excepcional, un paralelismo claro con el tradicional fascismo de los treinta.
Qué puede pasar en España y otros países
El acceso al parlamento y la renovada visibilidad mediática ha permitido a la organización establecer más de 32 nodos a lo largo del país, descentralizando sus actividades, publicando fanzines y revistas de marcado carácter nacionalista y xenófobo, ofreciendo desfiles donde se abraza sin remedos la estética paramilitar del nazismo y del fascismo o incluso generando pequeñas organizaciones juveniles que sirvan como espacios de socialización.
Más allá de su presencia política, Amanecer Dorado ha actuado sobre el terreno, generando apoyo económico directo para los griegos étnicos, sirviendo de policía no-oficial en barrios inestables donde la violencia era la norma y persiguiendo a inmigrantes que hayan podido cometer o no crímenes. Una red social que suplanta al (fallido) estado.
Allí donde no llegan las instituciones, en un país de estado calamitoso como Grecia, llega Amanecer Dorado.
En España, el Hogar Social de Madrid está siguiendo su ejemplo. Una de sus iniciativas a pie de calle más conocidas es el reparto de comida para nativos españoles, símil y paralelismo del robinhoodismo de Amanecer Dorado en Grecia. Su portavoz y miembro más célebre, Melisa, cuya esvástica tatuada oculta se ha convertido en un meme en sí mismo en las redes sociales, defiende de forma abierta su política de "primero los españoles", y ha dotado de visibilidad mediática, en prensa y en televisión, a HSM.
Otra de las acciones recientes más llamativas ha sido la creación de una bolsa de trabajo, tan sólo de españoles, naturalmente, a la que las empresas interesadas podrían acudir para encontrar futuros trabajadores. En general, se presenta como una bolsa para trabajos de temporales o de larga duración, centrados en puestos poco cualificados como la limpieza, los transportes o la albañilería, entre otros muchos.
¿Buscas trabajadores? Hogar Social Madrid pone a tu disposición nuestra bolsa de empleo. pic.twitter.com/JPHkSCW1if
— Hogar Social Madrid (@HogarSocial_Mad) 2 de febrero de 2017
Junto a todo esto, naturalmente, Hogar Social de Madrid ha estado relacionado con diversas acciones violentas. La más llamativa fue la que prendió fuego a una mezquita en Madrid, poco después de los atentados de Bruselas, de carácter yihadista. Tal y como explicamos en su momento, HSM dice alimentar a alrededor de 80 familias en Madrid, toma una posición activista en contra de los refugiados y los inmigrantes, suaviza su filiación política ("patriota", no "fascista") y coquetea con la estética paramilitar.
Todo lo anterior remite inevitablemente a Amanecer Dorado. La labor social, la protección de los nacionales, el violento activismo contra inmigrantes y refugiados, la idea de establecer redes de apoyo al margen del estado, etcétera.
Pero si hay similitudes, también hay diferencias. La principal, la carencia de oportunidad política. HSM está ejerciendo la labor opuesta a Amenecer Dorado: primero las calles, luego las instituciones. En España el sistema de partidos también se ha roto, pero por la izquierda, y el PP continúa abarcando todo el espectro desde el centro hasta la extrema derecha, dejando cierto espacio a Ciudadanos. La carencia de partidos de extrema derecha con representación parlamentaria es motivo de sorpresa para toda Europa.
Y si bien ha surgido un partido de carácter populista-nacionalista, en la línea de Le Pen o Wildeers, Vox ha fracasado electoralmente.
¿Qué oportunidades podría tener el futuro político de HSM o de la asociación política concretada por otras seis organizaciones fascistas repartida por toda España, tal y como contaba El Confidencial el otro día? A priori, en el actual panorama electoral español, limitadas: ni el sistema electoral ni la situación económica española, que nunca fue tan desesperada como la griega y que mejora, ofrecen espacio.
De hecho, históricamente todos los partidos de extrema derecha o fascistas que han intentado entrar en las instituciones han fracasado. Desde España 2000 hasta las múltiples Falanges, ninguno de ellos ha logrado pasar de la irrelevancia, del mismo modo que Amanecer Dorado no podía hacerlo antes de 2009... o que los nazis jamás pudieron hacerlo hasta 1929. En unas elecciones libres, el fascismo requiere de profundas hecatombes económicas para ser viable. En España, el contexto, hoy por hoy, es improbable.
Lo que no significa que HSM sea una broma, como no lo era Amanecer Dorado. Su campo de acción ha cobrado intensidad tras la crisis, y los fundamentos ideológicos, aunque disimulados, detrás del movimiento son fuertes (y viejos). La suya es una historia familiar. Aunque, por el momento, parezca condenada al fracaso.
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Imagen | Lefteris Pitarakis/AP