El Parlamento danés ratificó la propuesta de ley del Partido Popular Danés (partido abiertamente xenófobo y segunda fuerza actual) que quiere luchar contra la "islamización de Dinamarca". Dinamarca aprobó el pasado 1 de agosto su medida anti-burka, por la que nadie podrá llevar en el espacio público burka, nicab y otras prendas que cubran el rostro (salvo “propósito reconocido”, como cubrirse del frío) so pena de 1.000 coronas (cerca de 134 euros). Las protestas de los grupos islámicos, así como de asociaciones humanitarias y socialistas, no se han hecho esperar, pero a ellos se ha sumado un curioso aliado, el multimillonario, empresario y activista Rachid Nekkaz, nacido en Francia y de ascendencia argelina.
Touche pas à ma Constitution: el nombre de la fundación que Nekkaz monta y dirige junto a su esposa desde 2010 para sufragar los gastos de las multas a mujeres que sean sancionadas por el Gobierno francés en su ley anti-burka. Advierte públicamente de que cuenta con un millón de euros anuales de financiación para liberar a las penadas de su carga económica. "Aunque estoy en contra de esas prendas, siempre defenderé el derecho a la libertad en todo el mundo, tanto a llevar un nicab como a no llevar un hiyab".
@vpecresse Invitation spéciale pour célébrer le Conseil d'Etat et fêter ensemble le Burkini au festival de Cannes pic.twitter.com/ZZyj4ByzI2
— .. (@Rachid_Nekkaz) 25 de abril de 2017
Austria, Suiza y Bélgica. Los otros tres países en los que las autoridades han llevado a cabo planes para coartar las vestimentas musulmanas a mujeres y en donde este activista también ha impulsado su campaña de sufrago de gastos. La lista de regiones europeas que implantan estas medidas crece muy rápido en los últimos tiempos. Nekkaz fue además multado en Viena a pagar 50 euros en 2016 por llevar por la calle una máscara de Halloween fuera de fechas. Era su forma de criticar una norma que considera, además de persecutoria a un grupo, ridícula.
200: el número de mujeres danesas que se estima que puedan llevar el rostro tapado en la totalidad del país. Aunque hay 150.000 mujeres musulmanas en Dinamarca, sólo un porcentaje muy reducido cumple con esa etiqueta de vestimenta. Es más habitual que lleven hiyab, el pañuelo que cubre el cabello. Concretamente en el país nórdico la ley anti-burka tiene más de gesto simbólico de cara a los votantes que de una búsqueda de modificación cultural que favorezca la integración.
Fuera con los de fuera: Dinamarca es uno más de esos países europeos que, a raíz de la crisis, ha virado hacia la derecha, especialmente en materia de inmigración. Desde 2015 gobierna Lars Løkke Rasmussen, cabeza del Partido Liberal y derecha moderada, pero ellos fueron tercera fuerza en los comicios, y gobiernan junto a los racistas y euroescépticos del PPD, que son los que propusieron la tanda de medidas “a favor de la asimilación”. No ha habido, proporcionalmente, un incremento de la población musulmana en Dinamarca en los últimos 20 años, y llevan desde entonces siendo un constante 5% de la población.