No hay mejor forma de testar cómo sería nuestro comportamiento de ser ávidos inversores millonarios que jugando al Monopoly. Nuestras personalidades, nuestros instintos más egoístas afloran con esos trozos de cartón y billetes de broma. Es jugando a este juego cuando se comprueba empíricamente quién no tiene problemas al hacerle trampas a sus amigos con tal de humillar económicamente a los demás al final de la partida.
15 formas de premiar (y castigar) al estafador del grupo
Según una nota de prensa de Hasbro, la compañía juguetera hizo unos estudios de mercado para comprobar, sin mucha sorpresa, que casi la mitad de los jugadores del juego intentan (que no consiguen) hacerle trampa a sus compañeros de mesa en algún momento de la partida. De ahí el nuevo cambio de paradigma, un Monopoly que ya, desde sus reglas, aliente a los jugadores a engañar al resto.
Y como dice el nuevo reglamento, todas las trampas están permitidas. Sólo debes cuidar que no te pillen.
A las tradicionales cartas de calles y tesoros se añaden ahora otras 15 al inicio del juego. Cinco de ellas se ponen en el centro del tablero, y si alguno de los participantes logra los objetivos nombrados puede recoger esa carta, ganando una recompensa añadida por haber hecho la triquiñuela con éxito. Eso sí, si te pillan con las manos en la masa, las cartas también incorporan una sanción.
¿Le pagaste menos dinero al jugador en cuya calle has caído? Págale lo que le debes y ve inmediatamente a la cárcel. ¿Jugaste un turno usando el personaje de otro? Entonces el jugador cuya identidad habías robado puede colocarte en la casilla del tablero que él prefiera. Así hasta otras 13 cartas.
Corrigiendo en el tablero esa "mano invisible del mercado"
En cierta forma tenía todo el sentido que un juego que fue creado para replicar en un entorno miniaturizado los defectos del capitalismo (tan salvajemente que ha estado prohibido en distintos países comunistas a lo largo de la historia) acabase por incluir en su juego la posibilidad de hacer trampas.
Primero, porque Hasbro nos ha descubierto que, hasta hoy, muchos de nosotros hemos intentado "romper" el sistema para beneficio propio sin decírselo a nadie. Y segundo, porque estas normas accesorias no dejan de ser un equivalente a los paraísos fiscales o el lavado de cuentas: opciones paralelas y contrarias al pensamiento smithiano para los que necesiten un empujón extra para ganar en el juego del libremercado.
Además, si lo pensamos desde el punto de vista de las mecánicas del juego, lo que ha hecho Hasbro es una incorporación de medidas correctoras del capitalismo desalmado. No tanto potenciar el hurto como dar herramientas para los agraviados para que puedan penalizar a los tramposos: los que hacían trampas las van a seguir haciendo igual, pero al menos ahora hay castigo a sus acciones, cosa que antes no había.
Teorías aparte, el público está encantado con la propuesta. Para muchos los propietarios de la marca han propuesto una forma aún más perfecta de conseguir que las familias acaben discutiendo. Otros están contentos por poder castigar a esos amigos de partidas a los que siempre pillan intentando estafarles.
Un último grupo de usuarios no parece estar nada contento. ¿Qué clase de valores le estamos inculcando con esto a los niños? ¿Que mentir y hacer trampas está bien siempre que no te pillen? Que estas nuevas reglas se ajusten o no a la realidad de la vida adulta personal y profesional lo dejamos para otros debates al margen de juegos de mesa.