Dos palabras dominaban el escaparate de Grant Librería, en el madrileño distrito de Lavapiés, la mañana del pasado viernes: "Moríos, modernos". La pintaba se acompañaba de dos carteles vandálicos. Uno de ellos exclabama "Fuego al que gentrifica" sobre la imagen de un Starbucks ardiendo. El otro era un emblema: el de las Juventudes Libertarias de Madrid.
¿Por qué? Según explicaba Sergio Grant en Facebook, no era la primera ocasión en la que un grupo atacaba el local de su librería:
Hoy han vuelto a atacar nuestra librería. Estar en Lavapiés no es fácil. (...) Es curioso que en uno de esos carteles, que también nos han pegado en los escaparates, aparezca un Starbucks ardiendo, porque lo que atacan estas personas es justo lo contrario. Un negocio familiar que se sustenta con el esfuerzo de dos personas en el que no hay ningún tipo de financiación de multinacional alguna.
¿De qué hablan? De la gentrificación, un fenómeno de intenso debate en el urbanismo contemporáneo y que define al proceso por el cual inquilinos acaudalados desplazan de sus barrios originarios a habitantes (o comercios) más antiguos y más pobres. Lavapiés es uno de los ejemplos más discutidos en el centro de Madrid, pero no el único.
¿Quién lo ha hecho? Las Juventudes Libertarias de Madrid es un pequeño grupo de activismo anarquista. En Grant Librería y otros negocios similares interpretan el colmo de la gentrificación: una biblioteca de corte independiente (hipster) destinada a bolsillos de clase media alta. Es un cliché recurrente al hablar del fenómeno que no suele ajustarse a la realidad.
Otras ciudades. Los ataques a negocios como Grant Librería tienen cierta tradición en otras culturas activistas de izquierda. Hace cuatro años otro grupo de perfil anarquista vandalizó Cereal Killer en Londres, el célebre local que ofrecía boles de cereales a cinco libras en Shoreditch, otro barrio de tradición obrera de progresivo carácter comercial y turístico.
¿Por qué importa? Es un debate complejo. La conversión de espacios habitables en pisos turísticos o de pequeñas tiendas locales en sucursales de multinacionales son otros elementos asociados a la gentrificación. La atracción turística provoca que barrios antaño obreros (o excluidos) se conviertan en valores inversores rentables. Y suban de precio.
El proceso es universal y se da en casi todas las ciudades occidentales. Para parte de la izquierda, representa una derrota para los más vulnerables.
¿Es así? Como el ejemplo de Grant Librería ilustra, no es tan sencillo: pese a su sensibilidad moderna, la tienda es un negocio autónomo y familiar. Cereal Killer también lo era. En el agresivo activismo antigentrificación hay un componente de batalla cultural, una guerra librada contra estereotipos simbólicos. En Lavapiés, es una cuestión candente.